Por Juan José Panno (*)
Mónica Maristain era periodista, excelente entrevistadora, gran editora, sabía mucho de música, de libros, de fútbol, de todos los deportes, de cultura general. En Buenos Aires, trabajó en varios diarios y revistas; en México, donde vivía desde principios de este siglo, fue editora de suplementos culturales, directora de Playboy, editora del sitio que llevaba un nombre que le cabía justo: Maremoto.
Movía todo, revolucionaba, provocaba olas de admiración en cada uno de sus trabajos. Siempre pendiente de su querido River y de la selección nacional, un par de días antes de su muerte nos escribió a sus amigos argentinos para que le contáramos qué tanto nos asustaban Argelia, Austria y Jordania. Referente ineludible de la Feria del Libro de Guadalajara, una de las más importantes de Latinoamérica, solía proponer que convocaran a Roberto Fontanarrosa, a Daniel Divinsky, a Juan Sasturain y al mexicano Juan Villoro en sus charlas en las que juntaba dos de sus pasiones: el fútbol y la literatura. Dijo de ella en una nota necrológica Juan Villoro: «Perteneció a la legión de latinoamericanos que le ha cambiado el rostro a nuestro país”. Podría agregarse que perteneció a la legión de personas que dignificó el oficio de contar historias.
(*) Periodista y fundador de TEA y Deportea.
