Por Sabrina Faija (*)
Según la Real Academia Española, una pionera es aquella persona que da los primeros pasos en alguna actividad humana.
Al pensar en una pionera del deporte argentino, las posibilidades se multiplican y abarcan distintas etapas. En cada época, la problemática fue distinta y el desarrollo de una atleta en esas circunstancias, también. ¿Alguien podría elegir a la tenista Mary Terán de Weiss pero por nombrarla descartar a Gabriela Sabatini? ¿O mencionar a Jeanette Campbell, la primera deportista olímpica de la historia argentina en Berlín 1936, pero ignorar a Paula Pareto, la primera mujer en obtener una medalla de oro 80 años después? ¿U olvidar que hasta los Juegos de Amsterdam 1928 las mujeres no pudieron competir en atletismo y dos décadas después Noemí Simonetto fue de plata en salto en largo? ¿O descartar, acaso, que el logro colectivo de Las Leonas modificó la mirada hacia la mujer en el mundo del deporte pese a que fue conseguido ya en el siglo XXI, con la mujer inmersa en el mundo laboral? ¿O que, en los últimos años, futbolistas como Macarena Sánchez sacaron a la luz las desigualdades que las deportistas deben transitar en espacios dominados por los hombres y con su lucha permitieron el reconocimiento de aquellas que jugaban al fútbol cuando parecía un deporte «prohibido», como Elba Selva, la jugadora de la Selección que le hizo cuatro goles a Inglaterra en el Mundial de 1971?
Seleccionar solo a una de ellas, o a tantas otras, marcaría una injusticia hacia el esfuerzo que les demandó ser las mejores y que sirvió para allanarles un camino casi siempre empantanado a las próximas. Más allá de que pudieron haber competido sin pensar en que eso afectaría a las siguientes generaciones, con sus actuaciones reafirmaron que el género no delimita las posibilidades, tanto en el deporte como en cualquier otro ámbito de la vida.
Porque ahora que estamos juntas y ahora que sí nos ven, ya nunca más será sin nosotras.
(*) Periodista. Trabaja en Clarín. Egresada de Deportea.