Por Héctor Hugo Cardozo (*)
Es un forcejeo entre la memoria activa y la memoria antigua. Recordar, para ese lado voy. Carlitos Fechenbach, fue siempre Carlitos. Ni Carlos o don Carlos, cuando los almanaques se acumularon. Coincidimos en el periodismo, en la radio, en la LT8 Radio Rosario, en la ya inexistente casona de la calle Córdoba (esa de amplios estudios, sala con escenario incluido para cerca de 100 personas, un patio cubierto estilo colonial español y un inmueble para el casero incluido) Ahí empezaba mi camino en las madrugadas de Pregón Agropecuario con mi maestro Juan Gerardo Marmora y Carlitos ya era un baqueano de la radio y la gráfica. Y nos juntó don Miguel Aguilo para las transmisiones de fútbol siguiendo a Central y Newell’s de visitantes y cualquier partido importante: imborrable el viaje a Montevideo para cubrir Peñarol-Estudiantes, final de la Libertadores, consagración del Pincha.
Con Carlitos construimos una relación de afecto, entre jóvenes de esos tiempos. Aprendía sin que necesitara clases especiales; fue de escucharlo nomás, entre cafés y cigarrillos, citar jugadores, técnicos, jockeys, caballos, La Capital, La Tribuna, El Gráfico, Goles. Allá por 1971, Carlitos, un experto en comunicación “exportado” de Buenos Aires, Samuel Guterman y el fanático sabalero López Macías me sugirieron incorporarme a Imágenes Deportivas en LT2, como un socio más. Carlitos fue el bastonero periodístico. Cuatro audiciones diarias: matutina, otra al mediodía, la tira de la tarde y una nocturna a medianoche. Trabajo a destajo y posibilidades para un montón de chicos que se unieron a la aventura de aprender haciendo. Codo a codo con Carlitos y el resto, remando con las noticias y conseguir los avisos para sostener el proyecto. Carlitos al frente.
Pasaron algunos años, decanté para el periodismo escrito (corresponsalías de Clarín, El Gráfico, La Capital) y la vida que preferimos y nos marcó caminos paralelos. Encuentros, charlas, Carlitos arrancó en la TV, Canal 3 y no paró más. Hasta el corte. Comentarista, productor, maestro. Trayectoria larga. El periodismo, ese de antes, aquel artesanal, tuvo en Carlitos uno de esos guías, que la siguió “muñequeando” hasta el final sin final. La memoria antigua me lo trae al presente. Y genera esa cosa que es difícil de explicar; nostalgia, tristeza, emociones de un tiempo qué pasó. Y en el que Carlitos tuvo mucho pero mucho que ver. Y seguirá teniendo.
(*) Periodista. Docente de Deportea.