Daniel Lagares es secretario de redacción de Clarín, editor de Deportes, pero antes pasó por varios medios que recuerda con nostalgia. Arrastra casi desde el primario su fascinación por el periodismo y la lectura. Repasamos aquí algunas de sus reflexiones que pueden verse en video en el canal de Secretos del Periodismo Deportivo
La fascinación
«En el milenio pasado cuando los maestros hablaban de periodismo y de Mariano Moreno, yo quedé fascinado y me dije ‘quiero hacer esto, me gusta esto’. Me gustaba escribir y me salía más o menos bien a mis siete u ocho años y me gustoó entender cómo era eso del sujeto y predicado y no chingarle los verbos. Además, en mi casa se leía mucho diario, compraban dos. Aprendí a leer con La Razón de los domingos, siguiendo los resultados en La Sexta. Lo veía como una cosa milagrosa porque salíamos de la cancha a las 5 de la tarde con mi papá, íbamos a casa, yo tomaba la leche y a las 8 de la noche íbamos hasta el kiosco a comprar el diario. Y yo decía: ‘¿Cómo puede ser que haya esta foto si esto pasó hace tres horas? ¿Cómo pusieron esto acá? ¿Cómo llegó hasta este barrio desde el centro?’ Bueno, todo eso me decía que ahí atrás había un mundo mágico y me sentía atraído. Esto emparentado con una afición a la lectura muy temprana, estimulada por la escuela: la escuela estatal de los años 60, a la cual reivindico».
El fútbol como escuela
«Quería ser jugador de fútbol. Sí, claro, Lo único que uno quiere hacer en esta vida es ser jugador de fútbol. Jugaba mas o menos bien. Me fui a probar un par de equipos, no quedé y al final me aceptaron en All Boys. Y pregunté cómo es esto. Te hacían correr a la vieja usanza, tres vueltas a la cancha, Y no, no, de ninguna manera, dije, no me lo banco. Pero también fue una enseñanza para el futuro porque esto demostró el sacrificio que hacen los tipos para llegar, no para llegar a un equipo de primera: a cualquier nivel. El periodista debe entenderlo».
La revista River
«Yo era gimnasta, aunque mi aspecto de ahora lo desmienta Hacía gimnasia en Vélez. Era compañero de Alejandro del Prado, hermano de Horacio del Prado: un músico, Alejandro; un periodista, Horacio, ambos hijos de Calé, el dibujante de la revista River. Tenía una columna ahí. Y en un momento, en el 77, yo tenía 20 años, una vez le dije a Horacio que quería ser periodista y me dice ‘bueno, cuando haya algo te voy a llamar’. Y me llama y me pide 20 líneas a ver si escribía en castellano o en alemán. Y aparecí en la revista River. Hacía comentarios de todo. De todo. Pero básicamente hacía el comentario de los partidos del domingo. Yo no era de River, pero bueno, la necesidad tiene cara de hereje. Apliqué sin saberla todavía la famosa anécdota del tipo que va a pedir laburo y le piden la nota sobre Dios a favor o en contra. Aprendí mucho, Por ejemplo, supe que los domingos eran días larguísimos porque arrancaba yendo a la cancha, después a la redacción, a cerrar y después al taller a corregir y a levantar las líneas de plomo».
Goles Match
«Más tarde llegó la revista Goles Match. Estaban Jorge Azcárate, Osvaldo Ardizzone, Carlos Ares, Roberto Fernández, Horacio del Prado, Guillermo Gasparini, mucha gente de TEA y Deportea, Juan Carlos Camaño, Julio Blanck, Alejandro Fabbri, Gustavo Vega. Bueno, era de lujo. Y un lugar de aprendizaje extraordinario. Todavía estábamos en la dictadura y esa revista hacia cosas que estaban mal vistas Fue intervenida directamente por los milicos. Fue el único medio que le hizo una nota a Adolfo Pérez Esquivel cuando le dieron el Premio Nobel de la Paz. Fue el único medio que envió un periodista, Roberto Fernández, a los Juegos Olímpicos de Moscú, cuando se había declarado el boicot. Bueno, eran demasiadas cosas que los milicos no podían soportar. Y unos meses antes de Malvinas se pudrió todo, la intervinieron, echaron a Jorge Azcárate Mi generación, en ese grupo, tuvo mucha suerte porque se cerraba ese medio y se abría otro y aparecimos de ahí en La Voz, que era un medio vinculado al periodismo de izquierda o sostenido por el peronismo de izquierda, digamos, una mezcla era porque era peronismo de izquierda y también estaba Ramón Saadi, un caudillo de provincia».
La Razón
«Sigue mi carrera con la primavera alfonsinista. Le dan La Razón a Jacobo Timerman, pero cuando llegué al diario ya no estaba y laburé en el vespertino, no en el matutino, que era un gran diario. Fue una voz fresca para esa época, muy renovadora, obligó a sacudir a los dos grandes monstruos (Clarín y La Nación) en su diagramación. En el vespertino, hice, menos economía, de todo: política, policiales, sociedad. Estaban Julio Petrarca, Gasparini. Azcárate y tenía de redactor a Jorge Fernández Díaz. Era un niño con una ternura y una ingenuidad fantástica que persiguió a Jorge Azcárate, que era el secretario durante meses para que le permitiera escribir un folletín policial en el diario. Creo que se llamaba La muerte o el asesinato del wing izquierdo. Fernández Díaz ahora está en la Academia de Periodismo. Un prestigio enorme».
Página/12, Olé, Clarín
«Página/12, en mayo del 87. tenía una página de deportes de vez en cuando que la hacían Pedro Uzquiza u Horacio del Prado. Y Del Prado me dijo: «Mirá, hay un, hay un lugar, hay un diario nuevo que está saliendo. No hay quién haga deportes». Ellos tenían otros trabajos que no iban a dejar y me propusieron; quedé al frente de Deportes. Ahí conocí a Jorge Lanata. Y lo reivindico. Reivindico esa etapa, tener 26 años, fundar un diario, conseguir que alguien te lo financie, que sea no solo exitoso en ventas, sino en repercusión y que cambie realmente el periodismo porque lo cambió, tiene un mérito. Después, Lanata fue lo que fue y que cada uno piense lo que quiere. Pero ese Lanata era un tipo que te empujaba para adelante. Iba al frente como loco. Eso duró lo que tenía que durar y en un momento tuve una oferta para irme a Olé y me fui. Estuve dos años y desde el 2000 estoy en el grupo Clarín. Soy uno de los editores responsables de Deportes.
El trabajo diario
«Leo. Leo todo lo que puede caber en mis manos en los momentos que tengo libres. A la mañana lo primero que hago es ver los diarios, ya no en papel. Porque no los compro más. Hubo una época que recibía cinco diarios: La Nación, Clarín, Olé, Popular, Crónica. Eran dos horas o tres horas desde el desayuno hasta el almuerzo. Bueno, ahora mucho más fácil y mucho más limpio. Lo que hago a partir de ese momento es comunicarme con los otros editores por WhatsApp para ver qué vamos a hacer ese día. Sobre todo, los días complicados. Son los días que no hay agenda y no juegan los grandes. Es mucho más fácil cuando juegan Boca o River porque tenés la apertura, que es la parte principal de la sección. Y si no esta éso, lo tenés que producir. Entonces los días bravos son esos en que no hay nada y tenés que pensar. Ese es el problema en producir una nota que sea fuerte, interesante, que pueda ser un título de tapa y empezar a trabajarla.
Los protagonistas
«Hago las notas que me gustan, que tengo ganas de hacer y que además puedo hacer. Y, si no, las harán los redactores, yo las edito. Si escribo yo, busco la mayor cantidad de datos posibles sobre el tema que me enriquezcan lo que yo quiero escribir. Y siempre partiendo de una idea, buscando un enfoque original, tratando de hablar con los protagonistas. Ya sé que hoy es muy difícil llegar a los protagonistas, a un jugador de primera, a un dirigente de peso de un club grande. Los jugadores, porque están manejados por sus empresarios, sus representantes, y después tenés el otro filtro: que el club permite o no permite que ese jugador hable. Se ha puesto de moda la famosa zona mixta, donde los jugadores salen y dicen o no dicen nada, pero un mano a mano es imposible. Cuando yo empecé, iba a almorzar o a cenar a la casa de los jugadores. Claro que te recibían realmente con los brazos abiertos y con mucha generosidad y se desplazaban. Y ahí lo que existía era un contrato tácito de respeto del off the record. Te sentabas a cenar, te invitaba fulano a cenar, te ponía una botella de vino, tomaba vino y en algún momento la lengua al tipo se le iba a soltar o a mí, pero existía un contrato tácito de «bueno, esto no?».Claro, pero eran pocos periodistas. No podía pasar lo que pasó con Demichelis O Bielsa, que tuvo una charla en off, alguien no lo respeto. Y a partir de entonces Bielsa jamás dio una entrevista personal a ningún periodista de ningún lugar del mundo donde dirigió. Un imbécil, por un minuto de fama, perjudicó a todo el mundo».
Compañías no periodísticas
«Las empresas periodísticas cambiaron desde que empezaron a llamarse compañías. Son eso: compañías. Por lo tanto, defienden sus intereses económicos o políticos, ya no desde el periodismo, Si vos pensás en los viejos diarios, se defendían con el periodismo y hoy no se defienden de otra manera. Con la verdad a medias. Con esto no te lo publico, te lo doy abajo porque están defendiendo otros intereses. Y estoy hablando en líneas generales, sin particular. Estoy metiendo en la misma bolsa a la gráfica, a la televisión y a la radio».
Llegar lo más cerca posible de la verdad
Y, entonces, yo, como estudiante de periodismo, frente a este panorama, ¿qué hago? ¿A quién le creo? Me pregunto y qué contesto. Las dificultades están para sortearlas, para romperlas y para ir al límite y hacer todo lo que se pueda para llegar: Voy a poner una palabra grandilocuente, pero que me parece que es un como título: llegar a la verdad de la noticia. Si vos querés, tenés que hacer todo lo posible. Los chicos a veces se sorprenden cuando yo les cuento todo esto y digo cómo ha cambiado. Hoy no se ven los entrenamientos, hoy es imposible. Esto hace también, me parece, que, por obligación, tenés que escribir, tenés que hablar por radio, tenés que salir en la tele y eso hace que cualquiera diga cualquier cosa. Ha proliferado la opinión sobre la información. Prefiero que se informe, que me digan qué pasa, qué puede pasar, por qué pasó lo que pasó».
Maestros
«Es bueno que los alumnos conozcan la trayectoria de cada uno. Tenés que saber quién es, por ejemplo, Ezequiel Fernández Moores. En principio, yo hago siempre un ejercicio. Les digo: «¿Vieron el busto que hay en el primer piso de TEA? Hay un busto de un señor. ¿Saben quién es? Averigüen quién fue ese tipo, que fue un monstruo. Estoy hablando de Osvaldo Ardizzone. Y después está el interés personal por conocer o saber. Si yo te digo «Dante Panzeri escribió Burguesía y gangsterismo en el deporte» y vos querés ser periodista, lo primero que tenés que hacer es ir a buscar ese libro. No se si estará en una librería de viejo, pero sé que está en el archivo. Fíjate, digo, investiga, averiguá si te interesa. No todo es tener la primicia de quién juega el domingo».
Los jóvenes, las chicas
«Ya está grande y pelado, pero todavía puede considerarse joven Fernando Pasini, que, además de buen periodista, es un encanto de persona, me gusta mucho. ¿Las chicas? Me parece fantástico que se incorporen o que se abra el camino. Este no debería ser cerrado, tan masculinizado como ha sido toda la vida. Creo que lo hacen bien, con conocimiento. Una cosa que me molesta y de la cual ellas no son culpables y creo que no tienen salida, sobre todo en televisión, es el escote, la minifalda, que se les exige. Me parece que es una macana enorme porque las chicas saben y hablan con propiedad. Vos la escuchás a Morena Beltrán y habla con propiedad y la escuchás a Angela Lerena, lo mismo».
Periodistas o hinchas
«Les digo a los pibes: «no mires solamente a tu equipo, mirá a los contrarios; no mires el partido de atrás de la cancha, miralo del medio». Creo que eso se aprende con los años, con los años no de periodismo: de vida. Soy hincha de club, seguiré siendo hincha de ese club, me pongo muy contento cuando gana mi equipo. A veces sale campeón, a veces la pasa mal y sufro cuando pierde. Ahora bien, yo miro el juego, miro fútbol, no miro a mi equipo solamente. A mí me gusta ver el club, me sigue gustando más el juego. Creo que es una diferencia sustancial. Si juega el Barcelona o el mejor City o el mejor Inter, están casi en las antípodas. Pero cada estilo tiene lo suyo. Claro, yo miro eso ¿Pero para que? Para aprender. Y, después, cuando veo a mi equipo, quiero que gane. Si juega como me gusta, mucho mejor».
Claves para estudiantes
«Primero, leer. Segundo, aprender de equivocarse mucho y aprender de la corrección porque ahí lo que vas a ver es por qué llegaste a ese error y vas a corregir es el procedimiento. Ahora, si vos seguís escribiendo, a los 20 años, ayer con hache, es más difícil la cosa. Eso viene de la primaria. Leer, escribir y equivocarse, ver dónde está la equivocación. Ahí está la mano del profe que te tiene que marcar dónde te equivocaste para que vos cambies ese procedimiento que te llevó al error. Escuchar todo lo que hay alrededor y, sobre todo, ser curioso, que te interese todo. Vos no podés ser ajeno a lo que pasó con la muerte de Francisco y la elección del nuevo Papa. No podés ser ajeno a Pepe Mujica, a ver quién era este loco que vivía en una chacra que tiraba tiros cuando era guerrillero, se escapó de la cárcel y llegó a ser presidente».
La verdad de la cebolla
«Lo que les digo es que este laburo es una cebolla, que vos sacás una hoja y tenés otra debajo y te encontraste con esto que me plantea otra dificultad y que voy a buscar la otra y lo que te queda al final, que no es nada, en realidad es todo eso, seguir buscando todo el tiempo, No se acaba, no terminás con el último dato. Cuando tenés el último dato, ese dato inevitablemente te puede te va a llevar a buscar otro dato que te va a dar quizás otra noticia, te va a complementar esa o te va a abrir la puerta a algo nuevo que vos conocías o que te llama la atención. Pero todo esto no sirve si no hay una curiosidad. Yo lo que les digo a los estudiantes de periodismo es que lo primero que tienen que ser son chusma. Tienen que averiguar, ver, ir y después contar. Porque si vos averiguas y te lo guardaste para vos, solo te queda para vos solo. ¿Cuál es la gracia de ser periodista? ¿De ser periodista para uno mismo? Ninguna. El periodismo es una cebolla. Me encantó ese viejo ejemplo que se me ocurrió alguna vez y lo sigo usando».