Por Claudia Valerga (*)
Primero, la sorpresa. Suponer que se trataría de un mes, a lo sumo, y luego el virus se iría como llegó, intempestivamente.
A medida que el tiempo pasaba, las noticias no eran buenas. Entonces, hubo que definir cómo informar, qué informar, de qué manera sacar a la calle una revista deportiva, sin que la pelota rodara. Sin actividad.
Gente de Ferro es un medio gráfico que lleva 34 años de aparición consecutiva, es independiente y no recibe beneficios pecuniarios y, como desde sus inicios, sale (o salía) en papel. Se sustenta con publicidad de comercios que, sobre todo durante los primeros meses de la pandemia, estaban cerrados. Ergo, no había cómo sostenerlo.
El papel no era viable, no solamente porque las imprentas habían apagado sus máquinas, sino porque era imposible reunir el dinero para imprimirla. Gente de Ferro ya tenía su página, pero no era más que la “compañera” del aroma a la tinta, tan arraigado a nuestra historia. Hubo que hacer el duelo del formato, y fue duro. Si bien para algunos la sensación les pueda resultar algo exagerada. De portar los paquetes tangibles y ver cómo los lectores daban vueltas las páginas y se detenían en su lectura, pasamos a “distribuirla” mediante una pantalla, un dispositivo celular, una tablet.
Y llegó la otra sorpresa. La de comprobar la cantidad de visitas de nuestros fieles hinchas de Ferro, que no sólo moran por Caballito, sino que andan con la camiseta por los rincones más inusitados del mundo.
Comprobamos que las notas por zoom que les hacíamos a técnicos, jugadores, jugadoras, médicos, preparadores físicos y tantos otros, eran leídas con avidez. Nos volvió el alma al cuerpo. Descubrimos que podíamos continuar, que ni el virus, ni la pandemia, ni la incursión en la tecnología lograba matarnos.
Y la Revista Gente de Ferro salió cada mes con más páginas, más fotos, más colores. Mientras en las canchas seguía ese silencio jamás escuchado, los periodistas partidarios le dimos lucha a nuestros medios. Encontramos personajes a los que había que rendirle homenajes merecidos, para los que a menudo faltaba espacio, por publicar lo urgente, a veces hasta poco interesante. La pandemia, este hecho que no distinguió clases sociales, le abrió a nuestro medio una ventana que hacía tiempo venía entornada. Ahora, de par en par, deja ver un nuevo paisaje. Se extraña el olor a tinta, pero logramos dar vuelta la página.
(*) Periodista desde 1982. Editora de la revista Gente de Ferro.