Por Iván Sandler (*)
La utilización de la primera persona en un texto no es una decisión que se deba tomar a la ligera. En este caso, creo que tiene sentido apelar de manera explícita a mi experiencia. Sucede que desde hace un tiempo me cansé del fútbol. No es que me aburrieran la pelota, los goles y los marcadores de punta. Un deporte es, también, la suma de los discursos alrededor de él. Y ya no tolero lo que se dice. O, para ser más justos, lo que no tolero es lo que dicen los que tienen mayor capacidad económica para poner a circular sus mensajes. Y no tolero las lógicas de ciertos usos ruidosos que de tan vergonzosos no son siquiera publicables en muchos medios (por ahora). ¿Me estaré volviendo intolerante?
Las circunstancias de la vida hicieron que me encontrara con otro juego, que empezó por enamorarme por la práctica y me llevó de a poco al terreno de la cobertura periodística. En 2020, con la flexibilización de la cuarentena en el segundo semestre, empecé a jugar al pádel. En 2021 ya tenía un medio de comunicación autogestivo en twitter (https://twitter.com/padelArg) y en instagram: (https://www.instagram.com/padel.arg/) sobre los avatares del circuito profesional. La salida del mundo fútbol me permitió ver por contraste muchos de los vicios que ya reconocía. Pero el proceso de desarrollo en cierta forma también me enamoró: no todos los deportes tienen el mismo nivel de maduración. No todas las relaciones entre protagonistas y prensa tienen una sola forma posible.
La recepción que encontré de los propios deportistas fue mucho más sincera y abierta, no por cuestiones de personalidad individual, sino por diferencia en los hábitos y costumbres. Un juego con poco desarrollo periodístico en el país y en el mundo me abría las puertas a una palabra que creía haber perdido: la creatividad. No me refiero a la búsqueda de formas novedosas de contar que impacten en los números de los algoritmos, sino al desafío de encontrarme frente a un vacío (sin obviar el trabajo previo que otros venían haciendo) y sus infinitas posibilidades de ser llenado. El riesgo que corría era apelar a completar los espacios en blanco con las respuestas ya conocidas, las de la futbolización de las cosas.
Esa fue la tarea que encaré con más entusiasmo en el último tiempo, con una recompensa que escapaba a mi imaginación: fui convocado por la organización de un nuevo circuito a cubrir el primer torneo que se iba a disputar en Doha, Qatar. Se trató de una experiencia inolvidable que me permitió acercarme al costado más humano de la práctica deportiva, alejado del daño de la disputa por el “honor” que tanta responsabilidad tiene en la violencia que circula en el fútbol.
Desde lo periodístico también pude ser parte de un momento trascendental: en el estreno de Premier Pádel se dieron por primera vez conferencias de prensa post partido. No soy un fanático de esta modalidad, aunque reconozco su carácter democrático. Más o menos todos y todas tienen chances de participar. En este caso, más que las respuestas que surgieron de la ocasión, lo más valioso fueron las preguntas que sobrevolaron la escena: “¿De qué hablamos? ¿Del juego? ¿Se vienen los ‘qué sentís’? ¿Es una instancia para conocernos?”. “La conferencia de prensa es una idea muy buena para acercar al deporte y al jugador a la prensa y que todos los periodistas puedan acceder a la información de primera mano para escribir libremente sus opiniones”, opinó Fernando Belasteguín, argentino, 16 años número uno del mundo y considerado el mejor de la historia. “Que ustedes puedan estar presentes es una excelente noticia, para que no siempre nos hagan la misma pregunta desde la organización del circuito, con nosotros dando siempre la misma respuesta”, expresó Martín Di Nenno, número 3 del mundo y mejor paleta nacional en este momento.
Las formas comunicacionales no son herencias naturales. Son construcciones históricas que, además, no permanecen inmutables. Son respuestas a negociaciones, a veces más o menos visibles, a veces con mayor o menor margen para las audiencias. Y no en todos los deportes funcionan de la misma manera.
Si decidí emplear la primera persona fue porque el plano de la experiencia no implica un efecto de verdad. Nadie tiene por qué sentirse agobiado por lo mismo que yo, ni tomar las mismas decisiones. Están quienes se quedan en ciertos espacios para buscar transformarlos. Están quienes bucean en los márgenes para convertirlos en el centro. Están quienes jamás se cuestionan una sola coma. Yo prefiero siempre elegir siempre las preguntas. ¿Y las respuestas? Las respuestas después vemos.
(*) Periodista y docente en Deportea. Editor de PadelArg.