Por Agustín Povalej y Joaquín Fernández
Nadie vio de cerca tantos mundiales como Enrique Macaya Márquez. Puso los ojos, la profesión y la pasión en Suecia, en 1958, y en eso siguió y siguió. Tanto recorrido implica haber sido testigo ya no sólo de mucho fútbol. También de las continuidades y de las mutaciones en los modos en los que el periodismo, los medios y la industria de la comunicación abordaron el megafenómeno mayor del más resonante de los deportes. EN una charla con El Equipo y en otro año que incluye un Mundial, se anima a mirar y a pensar sobre el pasado, el presente y el futuro.
-¿Qué es cubrir un Mundial?
-Es una oportunidad única que se le presenta a los periodistas. Me tocó hacerlo desde muy chico, con una particularidad. Pocas veces se da que accidentalmente se abra el camino para poder presenciar una Copa del Mundo y eso me pasó a mí. Me tocó ir a Suecia en 1958 por diferentes circunstancias. En mi caso lo accidental se impuso por sobre los méritos.
-¿Cómo se preparaba en los primeros mundiales? ¿Cómo lo hace ahora?
-En los primeros no tenía la menor idea cómo hacer, y en los últimos me sobraba la información. Ahora elegís muy fácilmente dónde informarte. Nosotros sabíamos lo que pasaba en Europa pero por intercambio de selecciones, por alguna gira o algo por el estilo. Igualmente era complicado. En el 58, en Suecia, que creíamos que llegábamos como los mejores, terminamos comiéndonos una goleada contra Checoslovaquia. Volví a fumar esa misma noche luego de tres años de haber dejado.
-¿De dónde concretamente sacaba la información que necesitaba?
-De todos los medios, pero, sobre todo, de los colegas que viajaban. El que tenía el amor puesto al servicio de la profesión encontraba lugares donde informarse y yo encontraba en los lugares más simples y sencillos: diarios, libros y revistas.
-¿Y cómo guardaba la información? ¿De la misma forma que ahora?
-Nunca fui prolijo. Para algunas cosas, sí; para otras, no. No anotaba tanto y al día de hoy menos. Me fastidia ver tanta información porque no se selecciona. Ahora se dan muchos datos y entran buenos, malos, regulares, y de poca trascendencia. Algunos circulan como si merecieran mucha trascendencia y no deberían tenerla. Como casi todas van acompañadas con un juicio escondido por aquel que provoca la información, está claro que hay que tener mucho cuidado en cómo se maneja ese tipo de cosas.
-¿Qué información es necesaria a la hora de cubrir un Mundial?
-Hoy debe haber una información basada en la formación. No la formación táctica sino la formación de saber. Conocer de qué se trata el fútbol, saber no sólo cómo se vive como una expresión de color, sino con algo que responde a determinadas circunstancias que, inclusive, tienen que ver con la profundidad del conocimiento. Cuando digo “profundidad del conocimiento” me refiero a saber por qué tal es zurdo o por qué es diestro. Yo escucho hablar y a veces siento que todos repiten todo. Por ejemplo, dicen que a tal le falta un marcador central zurdo, pero ninguno dice por qué. Para saber eso tenés que haberlo razonado, charlado con tipos que sepan mucho más.
-Hoy se informa mucho con las estadísticas.
-Hay tres clases de mentiras: la gran mentira, la pequeña mentira, y las estadísticas. Estas se pueden usar para mentir con desparpajo. No sirve. Uno debe hacer el análisis. Tiene que tener el conocimiento, y aparte de eso, conocimiento del conocimiento. También tenés que tener un respeto por el hecho o el jugador juzgado. No podés decir “este no sirve”, “este es un mamarracho, le pega de punta”, esas cosas no van. Hay que responder con altura, conocimiento y riqueza en la forma de expresarse.
-¿Se analiza de la misma forma el fútbol que antes?
-No. Se copian muchas cosas. Igualmente, la capacidad de quien juzga es individual. Por eso es importante que cada uno se informe y se enriquezca. Todo tiene una técnica especial. Con análisis, con estudios y con contactos. Yo me cansé de robarle cosas a los que más sabían. Osvaldo Zubeldía, Juan Carlos Lorenzo, los árbitros. Yo leía el reglamento, charlaba con los árbitros, discutía jugadas.
-¿Cree que el vínculo entre periodista y futbolista cambió?
-Sí, cambió y mucho. Pero eso tiene que ver con lo personal. Antes no había tantos periodistas partidarios. Hoy, en una conferencia de prensa, el 80 por ciento son partidarios. Entonces se tuerce un poco la visión de lo que un periodista debe tener con respecto a la objetividad. De todas maneras, el contacto antes era más fácil. Yo antes de un partido o de un campeonato del mundo me he paseado por los entrenamientos. Con Toto Lorenzo hablaba mucho, yo le preguntaba y él también a mí. Él sabía que yo le robaba mucho de su conocimiento. Con Zubeldía también, lo mismo.
-¿El periodista puede ser amigo del futbolista o entrenador?
-Yo lo evité siempre. Creo que puede ser. Pero puede dar malos entendidos. Porque vos no vas a hablar mal de tu amigo, entonces te vas a limitar en tu crítica. Si se puede evitar la amistad mucho mejor.
-¿Tiene pensado cubrir el Mundial más allá de ir o no a Qatar? ¿Aún lo motiva?
-No sé, no lo tengo definido. Seguramente sí, ya que es algo rutinario para mí. Me motiva obviamente pero no me quita el sueño. Pero no avancé sobre eso. Ahora se necesita estar más organizado. Aparte es un campeonato complicado porque se juega en diciembre, pero vamos a ver. Ahora se puede cubrir mucho desde acá.
-Los medios digitales ofrecen nuevas formas. ¿Cómo se lleva con esas formas?
-Son fantásticas porque ahora se puede llegar a más gente y de maneras nuevas. Pero no las consumo.
-¿Cree que el papel puede quedar o está quedando obsoleto frente a los nuevos medios digitales?
-Sí, creo que sí. No que se vaya del todo, pero sí que se consume mucho menos.