Supo ser la mano derecha y el preparador físico de Diego Maradona antes y después de las horas de gloria entre la gloria que representa el Mundial campeón de 1986. Fernando Signorini no habla de fútbol con cualquiera: sólo con amigos. Las estrategias y las tácticas las debate con un café cortado de por medio en un bar de Retiro, como hasta hace minutos, junto a César Luis Menotti y Gustavo Levine, autoridades de la escuela de técnicos que el entrenador rosarino tiene sobre la calle Esmeralda y donde él trabaja. Se autoproclama como un retransmisor de grandes pensadores. Recomienda libros. Nombra a Bertrand Russell y destaca que la formación académica es importante para no ser sometido por los poderosos, a quienes define como los que manejan los medios y los caracteriza de saco y corbata. Contra estos, sostiene, pelea Maradona: “Transmite eso. Rebelarse ante los opresores y la perversidad”. Y antes de hacerle siquiera la primera pregunta, arranca. Y arremete contra los dichos de un periodista en televisión luego de una entrevista que le efectuaron al técnico de Gimnasia después de que su equipo perdiera frente a Talleres de Córdoba.
-No se puede joder así. No tiene ni puta idea. Diego esta enfermo y su adicción es brutal. No podes tomarlo a la ligera y que te sirva de chiste porque él está viviendo un drama. Ese tipo de periodista y de periodismo me pone mal. ¿Para qué estudian? ¿Qué tipo de sociedad quieren? Cada uno desde su lugar tiene que pelear por una sociedad mejor. Y este parece que no lo hace. Hoy el rol del periodismo en general es nefasto, es brutal. Pero no solamente en el futbol. Abundan operadores. No les exigo que sepan. ¿Por qué van a saber? Pero hay que estar en un vestuario y, sobre todo, en la alta competencia, con tipos que se juegan mucho: la titularidad, el que queda suplente, el que no pudo dormir, el que encontró a la mujer con otro, el que tuvo el pase pero lo perdió, el que se lesionó. Y estar ahí adentro, cuando tiembla el cemento porque los equipos van a salir a la cancha, y vos los ves a uno con una crucecita, otro con un salmo. Porque el futbol es un fenómeno y una construcción cultural de las clases populares, que no pueden jugar al polo porque en esos barrios si tienen un caballo, se lo comen. Y hay que respetarlo. ¿Desde dónde vas a hablar con tanta soberbia? Con ese grado de vulgaridad, de frivolidad estúpido.
-¿Por qué pasa eso?
-Porque así es el sistema que se ha impuesto para estupidizar a la gente. Entonces, la mejor manera para hacer pedazos a una sociedad y poder dominarla es sacarle todo aquello ligado a la cultura. Tenemos que ser como las bestias: que no nos importe nada del otro. La cultura del aguante. No podes ir a la cancha con tu hija o con tu mujer porque corrés peligro de que las puedan manosear o les puedan decir cualquier cosa, pero te jugás la vida. Y estos tipos se creen que son alguien dentro de la sociedad… Y, en realidad, los usan los productos para hacer precisamente eso. Para que sean los transmisores de lo que los privilegiados quieren: que se haga mierda, así ellos nos gobiernan con más facilidad. ¿Qué querés que cambie? No va a cambiar nada. Al contrario, va a ser peor.
-Hace poco, en una nota, dijo que a Diego en su vuelta había que cuidarlo y preservarlo. ¿Es de todo lo que dijo antes de lo que hay que marginarlo?
-Claro. Y antes que nada hay que respetarlo, y respetarlo el doble. Por varios motivos. Primero, porque cómo no van a respetar a un tipo sin cuyas conquistas todos estos mamarrachos que hablan no hubieran conocido Uruguay. Pero viajaron por todo el mundo gracias a Diego. ¿Dónde hubiera llegado Grondona sin Maradona? Grondona fue vicepresidente primero de FIFA y presidente de la Comisión de Finanzas gracias a los triunfos de Diego. Sin eso, no lo hubiera conocido ni el gato. Y a Diego después lo manipularon y lo instrumentalizaron de Estados Unidos, y lo hicieron pedazos porque el limón ya no daba más jugo y era irrespetuoso con el poder. Era irreverente y rebelde porque tenía toda la razón del mundo para hacerlo. Porque él no nació en Avenida Libertador y Tagle, el nació en Villa Fiorito. No tenía ni para morfar. ¿Después qué querés? ¿Que sea políticamente correcto? ¿Y por qué no lo educaste? No lo educan por eso. Porque cuanto más estúpidos son, más fácil los manejan. Después termina siendo que estos chicos, que realmente son parte de la sociedad oprimida, sacan la cabeza arriba y juegan para el opresor, porque se ponen de acuerdo con ellos.
-La rebeldía, la irreverencia ante el poder. ¿Ese es el mensaje que transmite Diego?
–Siempre se rebeló. Siempre. Es una de sus grandes cualidades. Defender su condición de clase. ¿Cómo no la va a defender? ¿Quién lo ayudó?, ¿qué presidente lo fue a ver a Fiorito para resolver el problema a Doña Tota y a Chingolo, su mamá y su papá? ¿Y qué Papa lo fue a invitar al vaticano cuando vivía en Fiorito? Ahora, después terminó en la Casa de Gobierno, cuando vino con la copa. Todo es perverso. Diego transmite eso. Rebelarse ante los opresores y la perversidad. Cualquier otro ser normal estaría muerto hace muchos años. Pero él, para fastidio de muchos, sigue vivo, y ojalá que los entierre a todos estos.
-¿Haber vuelto a Argentina es perjudicial para él?
-Realmente no sé. Diego no puede estar en ningún lado mejor que en una cancha de fútbol. Pero no sé si en estas condiciones. Te digo hoy lo que dijo este tipo [en referencia al comentario del periodista tras Talleres-Gimnasia)]. ¿Cuántas así se tiene que aguantar? ¿Por qué? Porque si mañana, el hijo o el nieto de ese periodista cae en la droga, yo lo voy a ir a ayudar, yo no lo tomaría a la ligera. ¿Cómo va a decir una cosa así? Y justo a Diego. ¿Sabés lo que hubiera sido ese periodismo si no hubiese existido Diego? ¿Dónde hubiera ido? Entonces yo exijo respeto, antes que nada. Porque si vos no me respetas, yo te mando al carajo y no te respeto tampoco. ¿Por qué yo tengo que ser bueno con estos hijos de puta? No. Ahora hay chicos que hacen muy buen periodismo periodismo, yo conozco una cantidad. Pero ellos no tiene el lugar de ese periodista. ¿Por qué? Porque no venden. Porque vos te tenés que vender haciendo boludeces, diciendo estupideces, agrediendo por todos lados.
-¿Hay que ser funcional a los opresores para tener un buen lugar en los medios?
-Y alcahuete, como son todos estos. Y en el periodismo político también se multiplican los operadores alcahuetes, unos de un lado y otros en otro. Muchos alcahuetes. Es muy difícil encontrar un tipo que realmente pueda salir ileso de un archivo. No resisten ningún archivo. En el fútbol es así. Esta porquería que implantó en su momento [Fernando] Niembro, todos estos mamarrachos. Es un asco. Y sin embargo, están ahí, de traje y corbata. ¿Traje y corbata para ver un partido de fútbol? Ponete traje y corbata para ir el Colón, tarado. Porque quieren aparentar lo que no son. Y nunca lo van a ser tampoco.
-¿Alguna vez le recomendó a Diego que se instruya en el trato con los medios?
-Cuántas veces… Si la idea filosófica de cuando él, en el Mundial del 86, dijo que así no se podía jugar -en referencia a las abusivas condiciones climáticas que había en México- fue mía. Le llenaba la cabeza con eso: «Sin ustedes, no hay espectáculo. Ustedes son los principales actores. Si se bajan del escenario, ¿quién va a jugar? ¿Havelange va a jugar? ¿Grondona? Entonces, cuando Jorge Valdano y él dijeron que no se podía jugar en esas condiciones de calor, Havelange, el presidente de la FIFA, salió a decir que los jugadores se callaran y jugaran. Ahí se equivocaron. No se tendrían que haber callado y tendrían que haber parado el Mundial en el medio.
-Una vez dijo que con Diego iría hasta el fin del mundo, pero con Maradona no tomaría ni un café.
-Es la verdad. Maradona es el personaje que él se tuvo que inventar para hacerle frente a todo lo que se le vino encima. Es lógico. De Maradona hacete cargo vos. ¿Yo qué tengo que ver con todos esos ambientes de mamarrachos donde tenés que ir? Si te sentás a tomar un cafe con él, vienen cuatro personas. Le meten una mano por acá, otra por allá, uno te tira el café porque quiere el autógrafo. Dejate de joder. De Maradona hacete cargo vos. Ahora, con Diego, sí. Hasta el fin del mundo.
-¿Ese personaje lo generó, en parte, el periodismo?
-Sí, claro. Sobre todo por esa parte del periodismo o del sistema que te explota, que te instrumentaliza. Y que vende con la vida, y con la muerte también. Porque ya deben estar fantaseando todos con la plata que van a ganar, los diarios que van a vender, las horas que van a ocupar, los sponsors que van a estar anunciando el día que se muere Diego. Esto es así.
-¿No hay jugadores del estilo de Diego que puedan trasmitir esa rebeldía ante los medios?
-Cada vez menos. Hoy, si a un pibe de 17 años, como era Diego cuando empezaba a hacer ruido, le pasa lo que le pasó a Centurión, dicen: «Ah, vos te querés hacer el vivo. Listo, andá a México. Morite allá’. Ya están alertados. El poder ya sabe que no les conviene, como no les convenía Diego campeón del mundo en el 94. Justo en Estados Unidos, con el Che, con Fidel Castro, hablando mal del estilo de vida americano. Lo voltearon. Esto es así. Si no hay unión, no hay fuerza. Y es muy difícil que se unan los jugadores
-¿Será, entonces, que la revolución que generó Diego con su vuelta no sólo se debe al mito cultural que encarna, sino también a que es una voz nueva de sinceridad brutal, sin importar que piensen los demás?
-Obvio. Es lo que yo más destaco de él: su sinceridad. El tipo que no se deja pisar la cabeza. Aun arriesgando su vida, sale a decir lo que tiene que decir. Porque, además, en lo que dice casi siempre tiene razón. Él dice lo que muchos quisieran decir y no dicen porque tienen miedo, porque se acomodaron al lugar. Yo, en ese sentido, desde mi lugar, pego un grito y me escuchan acá adentro. Él pega un grito y se escucha en Finlandia. Pero yo el grito lo pegué igual. Si todos pegaran gritos, sumaríamos. Pero no. Yo no puedo esperar nada de mis colegas porque todos están ahí, con miedo.
-¿Hay medios que utilizan la vuelta de Diego para correr el foco de la crisis en la que está la Argentina?
-¿Ustedes saben que el mundo está yendo a una probable última guerra? ¿Y lo importante es Diego? ¿En qué están los periodistas deportivos que se gritan, se insultan? ¿Esa es la manera de construir una sociedad mejor? ¿Hablando estupideces? Porque ellos también tienen que ver. Tienen que saber que, así como hay gente que no entiende nada y que los escucha porque no tienen otra cosa para ver y se sigue estupidizando (porque vos necesitás estúpidos para que digan estupideces, y ellos lo son), también hay gente del fútbol de verdad. ¿Y dónde está el respeto por la historia grande del futbol argentino? Por tipo como Sívori, Di Stéfano, Pedernera, Moreno. Gracias a ellos, nosotros estamos acá. ¿Y cuál es el respeto? Acá se pisotea todo. Así no va. La suerte es que, afortunadamente, la vida tiene un límite y un día termina. Había uno que tenía un anillo que decía “todo pasa”. Un día dije: «Él también va a pasar». Y pasó. Y vamos a pasar todos. Van a pasar los buenos, pero estos también van a pasar. Y algún día, ¿quién te dice que el mundo no va a ser lo que tendría que ser?
-¿Qué le transmitió Diego personalmente?
Me transmitió el invalorable valor de no darse por vencido ni agacharse ante aquellos que te quieren doblegar a través de las amenazas, del miedo. En eso hay que seguir los lineamientos también. Como dice Jorge Luis Borges, “siempre el coraje es mejor, la esperanza nunca es vana”. Maradona era un tipo así. Y Menotti, también. Un tipo que no se doblegó. Por eso ahora, recién a los ochenta años, lo llaman porque ya, total, con el paso del tiempo, uno se va amansando. Pero si sos contestatario, los únicos que te lo van a reconocer es la gente «como la gente», que tampoco es tanta en este tipo de sociedades.
-¿Diego nunca le dijo si aprendió algo del periodismo, si tomó algo positivo de él?
-El periodismo no le enseñó nada. Al contrario, yo creo que lo que hicieron los medios con Diego fue que cada vez tuviera la guardia más arriba y fuera más contundente en cada declaración. Con poco estudio, pero con una cultura que es ancestral, que a lo mejor le viene de los abuelos o de Don Diego, quien hablaba poco, pero cada vez que decía algo, uno lo recordaba. Diego era muy despiadado con el poder, que era despiadado con él. Hasta que lo hicieron pedazos. Él sabía todo y no se rindió. Ese es el verdadero valor. ¿Pensás que el Ché Guevara cuando fue a Bolivia no sabía que la mayor probabilidad que había era que lo mataran? Fue igual. Lo mataron, pero, ¿quién lo va a olvidar en la historia? Y hay otros tipos que no los recuerda nadie. Hay vidas cortas que quedan en la memoria de todos: Federico García Lorca. Enorme poeta: a los 39 años lo masacraron y no tiene olvidos. Hay tipos, al revés, que viven 105 años, se mueren y se los olvidan en el camino de la casa velatorio al cementerio.