Giselle Muñoz: “El deporte adaptado se conoce más como si fuera un ámbito de rehabilitación que de alto rendimiento”

Por Leandro Manganelli y Joaquín Arias

Giselle Muñoz defendió a la selección argentina de tenis de mesa adaptado en cinco Juegos Paralímpicos: desde Sydney 2000 hasta Río 2016. Fue medalla de bronce en los mundiales de 2014 y 2022, y se quedó a las puertas de París 2024 tras perder la final del Preolímpico Mundial de Tailandia. Hoy, además de jugar, trabaja en el área de Deportes de la Municipalidad de La Matanza y es entrenadora en Spin TDM. Desde una de las sedes de ese club, en Villa Crespo, con el sonido incansable de simultáneos partidos de tenis de mesa como cortina musical, habla de la pobre difusión del deporte adaptado en los medios y de la invisibilización del deportista con discapacidad de alto rendimiento.

-Jugaste cinco Juegos Paralímpicos. ¿Cómo viste la cobertura del deporte adaptado en los medios?
-Tuvimos un poquito más de cobertura sobre todo cuando empezó DeporTV. Estos dos últimos Juegos, por ejemplo, tuvieron muchísima más repercusión. La difusión no es tan buena como se espera porque, lamentablemente, el deporte adaptado, si no es paralímpico, no se conoce. Creo que hay una cuestión de desconocimiento sobre lo que se podría informar: van más por lo conocido que por lo que hay que conocer. ¿Vas a hacer una nota a un equipo de goalball o vas a ir con el equipo de fútbol de Ferro? “Vamos con el fútbol que sabemos que, por lo menos, los hinchas que van a la cancha todos los domingos van a ver la nota: el goalball no le interesa a nadie”.

-¿Qué medio le dio una buena difusión al deporte adaptado y cuál no?
-Paradeportes abarca todo, es el único que hoy puede bancar económicamente la difusión. En el último Panamericano, el de Santiago, el permiso de televisación se vendió completo, o sea, panamericano y parapanamericano. TyC Sports, que compró los derechos para poder promocionar los dos juegos, solamente lo hizo con el Panamericano. No tenían ni la excusa de decir: “bueno, no lo transmitimos porque tenemos que pagarlo”. Lo tenían pago y no fueron capaces de promocionarlo. La verdad que no le encuentro sentido al “no”, porque creo que atrae mucho. Hay gente que desconoce; quizá tienen un familiar o una persona cercana con una discapacidad y no saben que puede hacer algún deporte.

-Se abren un montón de puertas, ¿no?
-Sí, el deporte te da muchas posibilidades, te saca limitaciones de decir no puedo: le da independencia a la persona con discapacidad. Yo nací con hemiplejia: cuando mi mamá estaba embarazada le agarró un pico de presión y eso me afectó. Y cuando nací, era la nena que estaba en la burbuja de cristal, no me tocaba nadie. “No va a la plaza porque se va a lastimar. No se sube al tobogán porque se va a lastimar. No puede hacer esto porque se va a lastimar”. Iba de mi casa a rehabilitación, y de ahí a mi casa. Empecé haciendo gimnasia de recreación con aros y pelotas. Un día faltó la profesora y todos se fueron a jugar al tenis de mesa. Y ahí, chau, llegué por casualidad. Mirá lo que es el extremo de lo que era mi vida: antes del deporte, yo no salía ni a la plaza, y al año de conocer el deporte ya estaba viajando a Estados Unidos, sola, a jugar un torneo de tenis de mesa adaptado.

-¿Te molestaba no registrar a tu deporte en los medios?
-Lo que me pasaba era que en la tapa principal, por ejemplo, aparecía (Marcos) Milinkovic, gigante, y abajo un jugador de tenis de mesa que fue a un Mundial y sacó una medalla de oro. Y vos decís: “Loco, estás poniendo una tapa y media de una nota de un partido de voley con Ferrocarril Oeste y ponés chiquitito a un medallista”. Pero bueno, era la importancia que también le daba la gente, ¿no?.

-¿Te acordás de la primera vez que saliste en un diario o que tuviste difusión mediática?
-Sí, hace poquito la encontramos; mi mamá la había plastificado. Era del diario Olé, de los Juegos de Sydney, porque yo fui la más chica de la delegación. Tenía 14 años y habían hecho un cuadrito de las promesas.

-El tenis de mesa adaptado y el convencional son prácticamente iguales, pero deportes como el quad rugby, muy diferentes al convencional, no se visibilizan.
-El polideportivo pasó a ser algo desconocido. También en la escuela, ahí tampoco se difunde mucho. Hay un montón de huecos a cubrir que estaría bueno poder promocionar; es lamentable que muchos canales deportivos no lo hagan. Teniendo los medios y los recursos: ¿Qué te cuesta poner media hora de deporte adaptado?

-¿Cómo ves su cobertura en cinco o diez años?
-Actualmente se conoce más al deporte adaptado como si fuera un ámbito de rehabilitación que de alto rendimiento. Hay que pasar del pibe que jugaba tenis de mesa porque quería hacer una actividad física al que va a un Juego Paralímpico y se rompe 24/7 entrenando. Ese es uno de los objetivos: que no se vea tanto el “ay, el chico que hace deporte para no atrofiarse peor”, el “pobrecito”, sino el deportista que se levanta todos los días temprano para hacer su rutina de entrenamiento y se come viajes, se pierde cumpleaños y reuniones por bancarse el alto rendimiento, que no es fácil.

-¿El periodismo puede ser una fuente de crecimiento?
-Por más que un porcentaje alto de periodistas se quieran abocar a todo lo que es el deporte paralímpico, va a haber muchos más que no lo van a tomar como algo “normal”; lo van a evitar por el mero hecho de decir: “¿para qué me voy a romper la cabeza haciendo tenis de mesa, que son 500 mil categorías y discapacidades diferentes? Me voy al fútbol, tengo cinco categorías, femenino y masculino y chau”. Es complejo el deporte paralímpico, pero no deja de ser interesante.