César R. Torres*
A mi amigo Ricardo le dieron el alta después de una intervención quirúrgica el día en que su predilecto Boca Juniors se enfrentaba a Independiente Medellín en la Copa Libertadores. Fue hace poco más de una semana. A pesar de la convalecencia, se levantó para mirar el partido. Un familiar, sin manifestárselo abiertamente, pensó que en lugar de la excitación del partido, Ricardo necesitaba sosiego. De todos modos, admitió que el partido podría proporcionarle un bienvenido divertimento que sería también una forma de alivio.
Conociéndolo, Ricardo no se levantó a mirar el partido animado por el afán de diversión o de aliviar su condición, aunque quizá eso sucediese. Su motivo era intrínseco y estaba relacionado con las características del fútbol como práctica social. Ricardo es, como lo era el escritor uruguayo Eduardo Galeano, un mendigo del buen fútbol, quien agradece ese “milagro sin que [le] importe un rábano cuál es el club o el país que [se] lo ofrece”. Su deseo no es sólo que Boca Juniors prevalezca, sino que desea aún más disfrutar de un buen partido de fútbol.
Ricardo, convaleciente, se levantó para mirar el partido con esa ilusión y con esa actitud, porque en los malhadados tiempos de COVID-19 extraña, entre otras cosas, el fútbol de su tierra. Extraña discutir sobre ese fútbol con sus amigos/as. Y esas discusiones, que mancomunan, necesariamente hacen alusión a lo que en la filosofía del deporte se denomina como los bienes internos (aquellos que sólo se materializan por medio de su práctica continua; por ejemplo, un pase entre líneas, una gambeta o una pared) y los estándares de excelencia de una práctica social, así como a las virtudes necesarias para cultivarlos. Lo que Ricardo extraña, fundamentalmente, es la posibilidad de admirar el cultivo y la exhibición de la excelencia futbolística, al igual que su valor como eje para orientar la vida. Sospecho que, en una buena proporción, esta posibilidad, renovada con el retorno de los partidos de la Copa Libertadores, explica sus altísimos índices de audiencia televisiva. Con los mismos, se extraña menos y se extraña junto a un gran número de otros/as amantes del fútbol, un proyecto eminentemente colectivo en el que nos reunimos y nos reconocemos a la espera de la excelencia.
* Doctor en filosofía e historia del deporte. Docente en la Universidad del Estado de Nueva York (Brockport).