Leandro Gómez: entre los guantes y las redes

Por Emilse Torres y Rocco Miño

No comenzó con una vocación clara por el boxeo. De hecho, ni siquiera sabía cómo lanzar un golpe cuando entró por primera vez a un gimnasio. “Quería hacer algún deporte, había dejado el tenis y me metí porque quería aprender a tirar una piña”, recuerda entre risas. Sin embargo, lo que empezó como una actividad recreativa se transformó en una pasión que hoy combina con otra vocación: la comunicación.

—¿Cómo fue ese clic que te hizo tomar el boxeo en serio?
—Después de mi primera exhibición, donde me cagaron a palos, sentí que tenía que mejorar. Nunca había visto una pelea antes. Ahí empecé a estudiar más el deporte, ver combates, conocer boxeadores.

Ese cambio lo llevó a entrenar con más constancia, cambiar de gimnasio y, tras dos años de preparación, obtener la licencia para competir. Pero, a diferencia de otros atletas, Leandro nunca puso al boxeo por delante de todo. Mientras entrenaba, también cursaba el profesorado en Educación Física. “Mi prioridad era recibirme y después conseguir trabajo. El boxeo siempre estuvo, pero no fue lo principal”, afirma. Esa elección lo llevó a pelear esporádicamente, con una o dos peleas al año, y a veces lidiar con el estrés de mantener una categoría de peso o la frustración de no poder dedicarle el tiempo que quisiera.
Sin embargo, Leandro encontró otro espacio en el ring digital. YouTube, Instagram, TikTok, incluso Twitch: las redes se convirtieron en su segunda esquina. “Cuando empecé a hacer videos, sentí algo que nunca me había pasado. Me llenaba, me gustaba. Me estimulaba creativamente”, explica. Lo que arrancó como un hobby se transformó en una forma poderosa de comunicar el boxeo de un modo diferente.

—¿Sentís que le das visibilidad al boxeo desde otro lugar?
—Trato de comunicar desde lo que me apasiona, con humor o mostrando lo que realmente me gusta del deporte. Cuando hacés las cosas con cariño, eso se nota.

Con una comunidad “muy sana”, como él mismo la describe, Leandro ha logrado que muchos lo reconozcan en veladas o le escriban agradeciéndole por enseñarles, por ejemplo, a vendarse las manos con sus tutoriales.
Su estilo dista de los medios tradicionales. No se limita a dar noticias: analiza, opina, comparte. Y si bien dejó por un tiempo los streams, sigue activo generando contenido que busca atraer a un público joven, desde un enfoque auténtico y cercano.

—¿Hace falta más gente como vos, que comunique el boxeo de esta forma?
—Sí, sería ideal. Que los mismos boxeadores se muestren, que puedan vender sus peleas, generar ganas de verlos. Es algo que suma muchísimo,

Admira a colegas como Brian Castaño o Alberto Palmetta, quienes también entienden el valor de construirse una identidad pública más allá del cuadrilátero.
Leandro Gómez es más que un boxeador. Es un comunicador que encontró en las redes una forma de compartir su pasión y conectar con una audiencia que quizás nunca hubiera llegado al deporte por otros medios. Su historia demuestra que en el deporte, como en la vida, comunicar también es pelear por lo que uno ama.