Por Tomás Demicheli (Periodista argentino en Barcelona. Escribe en Enganche
No había que sacarle protagonismo al entorno, Leo. Los colegas hace rato que están pendientes de su cuota de atención. Por eso ahora en Barcelona se habla de los millones del City, de cómo es la fachada de una de tus casas en Pedralbes o de cómo agarraba el carry-on tu viejo cuando aterrizó en El Prat. No es que se hartaron del fútbol, porque nunca vieron ni van a ver algo similar a lo que vos les diste. Pero sí se hartaron de no estar en el centro de la escena. “Mira, mil millones y el tío se va en taxi”, murmuraba uno de los tarambanas con los que coincidí en la guardia por la llegada de Jorge Messi a la Ciudad Condal.
Porque esta cobertura frenética, insufrible e injustificada es justo lo que pretendía la prensa deportiva de Cataluña. Querían atención otra vez. Los mismos diarios que adjuntan a sus logos la cantidad de visitantes diarios, como queriendo legitimar su estatus con cifras. Pasó que la gente hacía rato que no les daba cabida. Si cada tres días disfrutaban un recital, ¿qué importa lo que escriban si ya tenían la fecha del próximo show?
Por eso hace rato que lo estaban esperando. Aliados a una dirigencia sombría, capaz de perseguir y espiar a sus propios futbolistas. La misma que logró condenar al club por fraude. Sí, el club se asumió culpable de un delito sin que eso repercuta en sus funcionarios. Ese es el Barcelona que tapó todo este tiempo Messi.