Por Oscar Barnade (*)
El lunes 25 de noviembre falleció el periodista Néstor Espósito. Tenía 58 años, había nacido en abril de 1966 y era uno de los mejores especialistas en judiciales. La mayoría de las despedidas de los colegas resaltó su capacidad periodística, su honestidad y, en especial, su don de gentes. Lo despidieron con dolor sus compañeros del diario Tiempo Argentino, donde trabajaba desde 2010. También los de la TV Pública, Noticias Argentinas, AM 530, ANSA y la señal televisiva A24.
Como muchos de nuestra generación, los que estamos llegando a los 60 años, Néstor empezó a trabajar desde muy joven en los medios deportivos, primero en la zona de Avellaneda hasta que se incorporó a Sólo Fútbol, una revista que marcó época. ¿Cuándo? Supongo que entre finales de 1986 y principios de 1987. Por esos años casi no había firmas en las notas. Los colaboradores estábamos en conflicto con la empresa, obligada a efectivizarnos después de superar las 24 colaboraciones anuales y no lo quería hacer.
Para evitar dejar constancia, decidió quitar las firmas. Pero ese grupo de jóvenes redactores, ayudado por el gremio de entonces, ganó la pulseada. El 29 de febrero de 1988, en el número 139 de la revista aparecida el 15 de julio de 1985, se publicó el primer staff. Allí figuramos como redactores Walter Raiño, Pablo Vignola, Alejandro Martínez, Mariano Bourgarel, Daniel Arangio, Carlos Correa y yo, que por entonces firmaba Ángel del Puerto. Los colaboradores eran Roberto Bruno, Daniel Quiroga y Néstor. Los dos últimos enseguida pasaron a ser redactores. El departamento de estadísticas estaba a cargo de Mario Lico, quien firmaba con pseudónimo porque trabajaba en otro medio (también manejó el archivo de fotografía) y el departamento del interior lo llevaban Marcelo Baffa y Daniel Mastroianni, quien luego fue jefe de redacción (los dos también fallecieron en los últimos años).
Cuento este comienzo para entender cómo se hacía periodismo en aquellos años. Todos hacíamos de todo. Era el núcleo duro de la redacción, que empezamos a compartir, además del trabajo, partidos de fútbol, partidas de póker nocturnas, cumpleaños, casamientos. Como sucede en muchos grupos, algunos con más afinidad que otros. En un álbum de fotos viejo, conservo dos momentos de aquellos años, una foto en la redacción y otra del equipo de fútbol. En ambas está Néstor.
Relato una anécdota que es una pintura de una forma artesanal de trabajo ya perdida. Ni mejor ni peor, distinta. Y la recordamos la última vez que me lo crucé en los pasillos de la TV Pública, en abril de 2023, cuando como delegados de los trabajadores de Clarín fui invitado a contar lo que estaba pasando. Una de las tareas que tenía asignada en la revista era la cobertura del fútbol internacional, creo que lo hice desde julio de 1986 hasta finales de 1991. Eran dos páginas de noticias que se cerraban en la semana y una el fin de semana con todos los resultados. En la redacción no teníamos servicios de agencia de noticias. Había que usar la imaginación para completar la información, como escuchar por onda corta radio Nacional de España o cualquiera brasileña, para conseguir los resultados y los goleadores de los torneos de Primera División. Y moverse mucho, llamar a ANSA para que te pasen los resultados de la serie B (que gentilmente lo hacía Oreste Bomben) o ir temprano el domingo a la redacción del Buenos Aires Herald para sacar todo de la fecha del sábado de la liga inglesa.
Por esos años, Néstor empezó a trabajar como acreditado en la Casa de Gobierno, creo por la agencia Diarios y Noticias (DyN) y/o la italiana ANSA. Entonces, me ofreció guardar diariamente todo los cables de deportes (y en especial de fútbol) para tener material para la semana, total, allí no interesaba la parte deportiva. Y durante años, todos los miércoles, dejaba un sobre cerrado a mi nombre que yo retiraba por Balcarce 50. Nunca se olvidó de dejarlo. No tenía obligación de hacerlo. Fue un acto solidario que sigo valorando en mis recuerdos.
Me contó Walter Raiño que en el casamiento de Pablo Vignola, el año pasado, Néstor llevó las camisetas rojas de nuestro equipo de fútbol. Todavía las conservaba. Una muestra más de que no había perdido su esencia.
Vignola, quien desde que cerró Sólo Fútbol en 1999 trabaja en Diario Popular, escribió unas palabras desde el dolor que seguro reflejan mucho más el sentir de su pérdida de lo que puedo estar contando en este texto.
“Cuando se muere un tipo de esos que sirven, que les hace bien a los que interactúan con él, es una pena grande. Si ese tipo, además es una buena persona, capaz, leal, con honor, códigos y principios, el dolor es más profundo. Pero si encima es un amigo incondicional, que creció con vos y formó parte de esas anécdotas inolvidables de aquellos días de nuestra juventud, la noticia te parte el alma a la mitad. Y es con la mitad del alma que se mantiene en pie que pretendo despedir a mi querido amigo Néstor Espósito, que se fue sin decir adiós demasiado temprano. Se llevó un pedazo de todos nosotros, los que lo conocimos como el Hosco en la revista Sólo Fútbol, para luego compartir la vida. Tengo el consuelo de haberlo despedido -sin saber que era lo último que le iba a decir- con un chiste. Ya estará estrechándose en un abrazo con el gran Daniel Quiroga (nuestro arquero) pateándole alguno de sus infalibles tiros libres (no fallaba nunca: ninguno iba al arco) y reencontrándose con la inolvidable Olguita que seguramente lo estaba esperando con una sus fantásticas comidas, esta vez sin restricciones de ingredientes. Me desconsuela, en cambio, pensar en su querido hijo Mateo (del que estaba tan orgulloso) y en su compañera de viaje Mariana, porque no encuentro la manera de transmitirles la fuerza que yo no tengo para superar esta trompada. Lo más grande que tenía, su corazón, nos lo arrebató. Lo vamos a extrañar, lo vamos a recordar, lo vamos a querer. Siempre”.
(*) Periodista en Clarín y docente en Deportea.