Por Guillermo Rojas y Daniela von Simons
Nicolás Nicoloff tiene una historia de vida y de trabajo inempatable. Es un ex jugador de handball que brilló en la Selección Argentina de los setenta y de los ochenta. Profesor de educación física de larga experiencia en la Argentina, hace treinta años migró a París donde completó su formación en ciencias sociales en la universidad de esa ciudad y en recreación. Trabajó mucho tiempo como pedagogo en distintos niveles, en particular, con jóvenes de los barrios periféricos de París.
Con la combinación riquísima de todos esos saberes, dialogó con El Equipo sobre cómo los medios y la sociedad francesa trataron la llegada de Messi al PSG.
-El impacto de la llegada de Messi al PSG, ¿qué nos muestra de la Francia del presente?
-En principio, la Francia del presente no escapa a una situación planetaria muy particular y única en la que la incertidumbre se instaló casi como paradigma de nuestra especie. En este contexto incierto, creo que la llegada de Messi a Francia instaló social y culturalmente la posibilidad de pensar en un futuro. Que no es poca cosa en este contexto.
-¿Cómo es esa idea?
-Creo que esta estética de “certezas” y “posibilidades” es muy bienvenida, sin dudas, porque de manera fundamentalmente explícita, gran parte de la población de este país deseaba algo o alguien que recree, active o despierte ese imaginario popular o colectivo que estaba dormido. Ese fenómeno o recreo colectivo que propone y despertó Messi no sólo movilizó al PSG, sino a todos aquellos que les gusta el fútbol y el deporte. El fenómeno Messi trascendió y trasciende de alguna manera al fútbol porque representa hoy en Francia la esperanza. En este contexto francés, cercano a las elecciones y con tan poca credibilidad política, aparece este maravilloso jugador argentino que invita a “pensar en el éxito” que se traduce, en el caso del fútbol, en la esperanza de obtener la próxima Champions League. Y yo me pregunto si Messi puede soportar el peso de tanto deseo colectivo.
-Usted trabajó durante mucho tiempo con jóvenes que viven y crecen en la Banlieue, la periferia de París. ¿Qué es el fútbol para ellos?
-Yo creo que para los chicos y los jóvenes de los barrios periféricos de París o de cualquier otra ciudad de Francia, el fútbol no es sólo un juego o un deporte. Es un espacio de construcción de esperanzas y de identidades, sobre todo. Los chicos expresan esa idea de poder salir del barrio a través del fútbol. En lo relativo y concreto y absolutamente construido, está la imagen en la cual, para muchos chicos de estos barrios, es sin dudas la posibilidad de ganar mucho dinero, tener una colección de autos de lujo, bellas mujeres, y el “cliché” construido sobre la vida de un jugador de fútbol exitoso. Los medios no son ajenos a estos imaginarios.
-¿Cómo le ejemplificaría?
-Hay una publicidad en la televisión francesa de una página de apuestas de fútbol que propone ganar una cantidad de euros destinada a este tipo de chicos, jóvenes y adultos. Es ese grupo que tiene la posibilidad de jugar al fútbol y tener éxito o bien apostar para ganar dinero a través del fútbol. Ese es el contexto, la imagen que cae sobre los chicos que impregna la cotidianeidad de todos ellos, no solo de los barrios fuera de París, sino en cualquier ciudad de Francia.
-¿Qué es, entonces, el fútbol para esos pibes?
-Para estos jóvenes, el fútbol es la búsqueda de una identidad, de existir de alguna manera porque tienen la certeza, dada la desinversión del Estado, de que si no es por el fútbol, por el juego o algo más, la identidad como personas se diluye.
-¿Qué representa para esos jóvenes el arribo de una súperfigura como Messi?
-Messi genera algo sociocultural que incluye a todos los sectores sociales, es un fenómeno inclusivo. Con más impacto en los barrios populares que son los que explícitamente son muy aficionados al fútbol. Vi en un reportaje del día de la llegada de Lionel, una imagen de Messi saliendo al balcón del aeropuerto donde había una multitud, mayormente chicos jóvenes, con una estética como papal saludando con su mano. En ese momento, un periodista se acercó a un chico, para nada identificado con estos barrios desinvertidos, sino un chico que podía ser de clase media francesa, al que le pregunta cómo se sentía con la llegada de Messi, a lo que el chico respondió: “Yo lo miré, él me miró, me fijó con los ojos y me dí cuenta de que nos estábamos mirando los dos. Es una imagen que no me voy a olvidar nunca en mi vida”. Es muy tierno, pero es lo que puede expresar la llegada de Messi en cualquier joven.Era como una especie de comunión, lleno de jóvenes, entre la gente y Messi desde el balcón. Representa muchísimas cosas para estos chicos que van mucho más allá de ellos. Había que ver las expresiones de todos y de todas.
-¿Qué relato dominante hubo en los medios de comunicación franceses sobre el desembarco de Messi en el PSG?
-No creo que haya habido un relato dominante en la llegada de Messi, en el sentido que yo le doy a la palabra “dominante”. No hubo eso de querer imponer una opinión y obtener un rédito a cambio de eso. En todo caso, no hubo ese relato porque la sorpresa de su llegada, la alegría que esto despertó en el público, no necesitó de construcciones aleatorias, de discursos de los medios que resignifiquen de alguna manera este evento sociocultural. Hubo reflexiones lógicas de adhesión pero sin ambigüedades a la llegada de Messi desde los medios de comunicación, cualquiera fuesen.
-¿Fue una especie de percepción coincidente?
-En la prensa, Messi provocó unanimidad de emociones y en todos los medios fue positiva. A diferencia de lo que pasó con la llegada de, por ejemplo, Zlatan Ibrahimovic o Neymar, porque los reparos y las precauciones hechas y tomadas desde los medios por las características personales e individuales de estas figuras dejaban planear algunas dudas sobre presentes y futuros.
-¿Cómo es presentado el PSG en la prensa francesa en este tiempo?
-Aparece ligado a lo financiero y a la posibilidad que tenía de regalarse a Messi casi como un capricho. Eso era bastante recurrente pero sobre todo muy bienvenido. Según la prensa, todos sacarían provecho y efectivamente es así. Solamente pensar lo que significó financieramente, mediáticamente y a nivel de marketing para el PSG los derechos de la transmisión del primer partido de Messi con su camiseta. Creo que se vendió a más de 220 naciones del mundo, además de la inmortalización del minuto 72 del partido, cuando Messi reemplaza a Neymar. Los resultados de esos minutos de fútbol a nivel financiero fueron enormes.
-Predomina una mirada favorable, entonces.
-Un periodista de L’Équipe expresó algo que salió un poco de lo que se estaba hablando: que Messi es el jugador más barato de la historia, no solo del PSG, sino del fútbol francés. Mencionaba el caso de Pablo Sarabia, que siendo suplente en PSG tenía un sueldo neto de 700 mil euros por mes, y en contrapartida no le generaba ningún ingreso al club, como tampoco lo hacían otros jugadores que generan grandes gastos en lo salarial. El PSG para la prensa es una chequera ilimitada.
-¿Cómo cambiará la Liga francesa, en todos los sentidos, con la llegada de Messi?
-En principio, creo que la liga de fútbol francesa es la de siempre y lo seguirá siendo. Está muy lejos de ser como la inglesa o la española y la alemana. Y eso a pesar de que la selección francesa es campeona del mundo y los jugadores se formaron en los clubes de Francia.
-Pero el PSG parece instalar otra cosa.
La llegada de Messi, como nunca antes, instala al PSG como el único líder y pretendiente a los títulos. Hay que recordar y destacar, también, en dónde cae Messi en cuanto a contexto: Qatar en Francia, a través del PSG, y los Emiratos Árabes Unidos en Inglaterra, por medio del Manchester City. Hay dos culturas, casi las mismas, que se enfrentan en cuanto a prestigios y ambiciones. Messi desembarca en el PSG dirigido por un político que representa a un gran grupo financiero que compró el club hace diez años y da comienzo a lo que la prensa francesa denomina como la “era qatarí”, en la que el objetivo mayor fue incorporar a las grandes estrellas del fútbol gracias a esa chequera ilimitada que le permitiría obtener a Qatar y al PSG la tan ansiada Champions League.
-Hasta ahora, en lo deportivo,salió a medias.
-Pasaron nueve años, millonarios contratos con futbolistas de todo tipo que terminaron en rotundos fracasos de imagen y financieros, aunque este último no es un problema. Con la llegada de Messi se valoriza en imagen y marketing sin dudas el club de la capital, pero no va a cambiar en nada la liga si los demás equipos no se ponen a la altura en estos términos de inversión. Esta posibilidad, por el momento, está muy lejana. La principal posibilidad que tiene de ofrecer un cambio, si hubiera, para la liga francesa la llegada de Messi, es en cuanto a lo que puede pasar con su presentación en cada partido y lo que en términos de espectáculo puedan ofrecer juntos Messi, Neymar y Mbappé.
-¿Se esperaba que la llegada del jugador al PSG tuviera tanta trascendencia en las redes sociales? ¿Qué opina sobre esta nueva forma de comunicar?
-No hace falta mencionar la importancia de las redes sociales hoy o los cambios que han producido nuestros hábitos en todos los sentidos. Por supuesto que se esperaba que las redes sociales sean el vínculo privilegiado de transmisión en estos momentos. Desde el día en que este jugador, entre lágrimas, anunció por conferencia de prensa que no seguía en el Barcelona, gran cantidad de personas, comunicadas por redes sociales, comenzaron a instalarse en las inmediaciones del aeropuerto de Francia para recibirlo. Dos días de espera hubo para estas personas. De todas maneras, a fines de 2020, por las redes sociales se empezaron a enviar señales de un posible fichaje de Messi en el PSG, mucho antes que los medios tradicionales empezaran a hablar de ello. Fue, en parte, el vehículo que trajo a Messi al club.
-¿Hay resistencias sociales o algún tipo de rechazo social a lo que expresa hoy el PSG como club rico? ¿Hay grupos de hinchas franceses que expresen algo en ese sentido?
-Si tomamos literalmente la “resistencia social” como expresión o imagen, no hay. Lo que sí hay es una lógica relación entre el club que representa un sector rico, burgués y adinerado, y los otros que representan los sectores populares. Eso se da no sólo en París, sino en todas las grandes ciudades. Esto existe, pero no lo podría llamar un rechazo social, sino que se instala como un enfrentamiento, el folclore del fútbol de acá en Francia. Es un desafío para el club pobre ir a desafiar al club rico que ahora, además, tiene a Messi.
-Resistencia social no hay, entonces. ¿Rechazos?
-Hay argumentos en contra que son expresados por una chica fanática del PSG que representa a un grupo de hinchas. Ella es antropóloga y está trabajando en su tesis final sobre la relación del poder político y los ultras del fútbol. Sostiene, entre otras cosas, que los qataríes están matando al fútbol. Pone como ejemplo que no es posible tener que presenciar, como hincha del PSG, que un jugador como Sergio Ramos, ex capitán del Real Madrid, y Messi, ex capitán del Barcelona, estén jugando en el mismo equipo y peleando por las mismas cosas. Es como una especie de traición al fútbol. Yo creo que la llegada de los qataríes al fútbol ha convertido al hincha en un espectador.
-Usted, por su historia y por su formación tuvo trato con grandes figuras del deporte argentino en Francia como Juan Pablo Sorin, Agustín Pichot o Rodrigo Roncero. ¿Cómo es la mirada predominante en los medios de comunicación de Francia sobre las figuras que vienen de fuera?
-Respecto a las figuras argentinas del deporte, yo creo que no solamente en el deporte, sino en todos los ámbitos o medios en la que los argentinos se instalan en Francia son muy bien reconocidos. En el deporte, en lo intelectual, en lo artístico, profesional en cualquiera de las ramas que un argentino esté y pueda aportar algo a este país son muy bienvenidos. Gozamos con un capital simpatía importante y los deportistas tuvieron mucho que ver con ello, sobre todo los jugadores de rugby, aunque los de fútbol también últimamente. Han tenido una muy buena recepción en al ámbito que sea. Es una comunidad que por historia, por cultura, por tradición de inmigración y de mixtura en todo sentido, tiene un nivel de adaptación a otras culturas que es notable.