Por Alejandro Duchini (*)
Hay una nota que me marcó para siempre. Es sobre una noche de Avellaneda en la que con dos goles del Bocha el Rojo fue campeón del Nacional. El Gráfico hizo una producción increíble. Cuando hace unos años releí aquella nota, descubrí que su autor es un periodista que admiro: Juan José Panno.
La nota que me marcó se publicó en 1979 y, curiosamente, recién hace unos diez años, más o menos, descubrí -en una relectura- que el autor era Panno. Entonces, él era un periodista de El Gráfico y yo era un pibe de 8 años que leía todo lo que salía de Independiente y de Bochini. También, en esa época el Rojo ganaba todo. Ustedes tal vez no lo sepan, pero hubo una época en la que Independiente estaba a la altura de River y Boca. Es más, aquella nota de la que hablo tiene que ver con River y con la grandeza de aquel Independiente pero, sobre todo, con la grandeza del Bocha.
El torneo Nacional de 1978 se definió el 10 de enero del 79 en una final ida y vuelta entre el River de Fillol y Alonso contra el Independiente de Bochini y Trossero. Gran duelo: Ángel Amadeo Labruna, director técnico de River, y José Omar Pastoriza, del Rojo. Fue 0 a 0 en Núñez y 2 a 0 en Avellaneda. Salimos campeones con dos goles del Bocha y esa noche estuve en Avellaneda. Recuerdo todo. La felicidad pura. Celebramos con mi papá y unos amigos y nos fuimos a cenar todos a una parrilla después del partido. Tenía un gorrito tipo boina con el escudo del CAI y una bandera hermosa que me había hecho mi mamá. Y teníamos un Torino azul, cuatro puertas, con un techo corredizo que mi papá abría para que yo sacara la bandera y todo todo todo el mundo supiese que éramos del Rojo.
Esa nota me llamó la atención porque el título era algo así como “El genio de la lámpara”. La foto era un Bochini difuminado que salía de una supuesta lámpara de Aladino. Todo Rojo, el Bocha. Me sorprendió esa magia de una imagen tan trabajada. Porque el Bocha era un genio y la foto, una genialidad.
El tema es que hace unos años, en una de mis tantas mudanzas, cuando llegó el momento de revisar los 500 ejemplares de El Gráfico que me dejó en herencia mi papá, encontré ese ejemplar. Carlos Reutemann estaba en la tapa y el campeonato de Independiente era apenas una mención. Pero, adentro, la cobertura era fabulosa. Regresé a aquella nota y cuando llegué al final me sorprendí al ver la firma de Panno, a quien admiraba cuando empecé a estudiar periodismo.
Con los años, el Rojo dejó de ganar y ese ejemplar de El Gráfico sigue guardado.
A Panno me lo crucé varias veces pero nunca -tal vez por timidez- le pude decir cuánto lo admiraba. Que si yo no podía jugar al fútbol como el Bocha, al menos quería ser periodista también por él.
Ahora compartimos laburo. Su carrera es intachable. Porque es un defensor de la dignidad y de los derechos humanos. Y porque le gusta el buen fútbol. Cuando le conté de aquella nota se rio y me dio detalles sobre el laburo tecnológico que implicó. Cigarrillos encendidos para hacerle fotos al humo, recortes a mano. No había computadoras.
También por eso la trayectoria periodística de Panno es las que es. Porque una vez, de la nada, hizo la mejor nota y la mejor foto sobre Bochini. Esa nota y esa foto me calaron tan profundo que aún hoy las tengo y me unen, por siempre, con mi viejo y con aquel Independiente que tan feliz me hizo.
(*) Periodista y docente. Trabaja en Página/12, Viva y La gaceta de Tucumán, entre otros medios. Su último libro es «Mi Diego».