Paula Rodríguez es periodista, escritora, editora, feminista y observadora de todos esos fenómenos entrecruzados. Publicó los libros #NiUnaMenos (Planeta) y, en coescritura con Ingrid Beck, la zaga Guía inútil para madres primerizas (Penguin Random House). Muy cerca de la aparición de su primera novela, tiene una perspectiva singular para pensar cómo medios y periodistas abordan esta y otras etapas del fútbol jugado por mujeres, una mirada que alimenta cotidianamente, entre otras fuentes, gracias a su labor en el colectivo que genera los libros Pelota de papel, en particular en el tercer volumen de la serie, compuesto por cuentos de mujeres futbolistas, que se ocupó de editar. De eso y de más que eso, conversó en esta entrevista con El Equipo.
-¿Qué rasgos predominantes tiene el discurso periodístico, en la Argentina, cuando refiere al fútbol jugado por mujeres?
-Como siempre que se generaliza, corrés el riesgo de no estar contemplando matices o el trabajo específico de algunxs colegas. Hecha esta salvedad, me parece, además, que hubo, ¿hay?, ciertos rasgos predominantes que ahora están cambiando.
-¿Cuáles?
-En primer lugar, hasta la enorme visibilización de los últimos tiempos, el fútbol jugado por mujeres aparecía de forma muy episódica, sin historia y como una rareza. La famosa nota de color sobre este o aquel equipo, aquella u otra jugadora como hecho extraordinario. Sin registro histórico, digamos. Debe haber, no digo que no, pero no recuerdo como algo frecuente ver notas sobre fútbol jugado por mujeres en las que se comprendiera que no se trataba de un fenómeno aislado, en las que una se pudiera asomar o hacerse una idea de que había una historia y no una serie de puntos aislados y sin conexión… ese efecto que se logra cuando vos le dedicás no una nota o dos, sino cobertura, cierta periodicidad a un tema.
-Se lo invisibilizaba.
-Invisibilizar es no sólo que no existiera, sino también ese tratamiento: sin historia, sin espesor, sin la necesidad del medio ni del periodista de mostrar un trabajo informado, especializado, como sí se tiene en otros temas: con una foto simpática y generalidades, con una historia conmovedora o singular, estamos. Dentro de los medios, como periodistas, hay temas en los que se te exige más rigor que en otros; con algunas notas, que no estés informado, que no hayas investigado o que vayas a hacer la entrevista sin saber no tiene consecuencias.
-¿Eso aparecía, además, en la presentación de las notas?
-Hay una forma de titular casi en desuso que ya resultaba graciosa: Fútbol con tacos, Básquet con rouge, esos títulos que además de su falta de creatividad, de tan sexistas ya eran paródicos. Esta cosa de que sólo se pueda asociar “lo femenino” o lo que define a una mujer con “las cosas que nos tiramos encima para atraer a los hombres”. Porque tampoco es que ponían Fútbol con tampones, ¿no? Hoy medio que causa gracia, pero esa era casi la única forma de titular notas sobre deportes practicados por mujeres, incluso mujeres en la élite deportiva. Con excepciones en historias como la de Gabriela Sabatini o Las Leonas, en las que la trayectoria, sus logros deportivos exigían una cobertura.
-¿Por qué crece la cobertura de los medios?
-Los medios le empiezan a dar más bola al fútbol jugado por mujeres, como a tantos otros temas relacionados con nuestro acceso a diferentes terrenos y a distintos derechos, muy recientemente y por empuje de mujeres trabajando en los medios. Ese no dar bola y no querer ver, no sólo el fútbol jugado por mujeres sino muchas otras cosas relacionadas con la igualdad de géneros, es un reflejo de lo social pero también una resistencia: en los medios, en las redacciones, hay mucho más machismo y misoginia que la que hemos querido ver. A los periodistas nos gusta creer que somos un ambiente más desprejuiciado y progresista que otros. Y no, no lo somos. Mi hijo a los 12 años sabía que cada vez había más chicas jugando al fútbol, cualquier pibe que tenía una Play conocía a Alex Morgan –tapa del FIFA 2016 junto con Messi-, qué se yo… los medios fueron atrás del fenómeno.
-¿Es una cuestión con el fútbol jugado por mujeres?
Obviamente, el sesgo, la negación, no sucede solamente con el fútbol jugado por mujeres. Fijate otro tema: la violencia machista, con nuestra tremenda tasa de femicidios como punta del iceberg. En cualquier medio, desde hace años, las mujeres proponiendo notas para visibilizar el tema, darle una cobertura permanente a nuestro enorme problema de esa violencia que solía llamarse doméstica hasta hace –también- cinco minutos, eran ¿escuchadas? con revoleo de ojos y cara de embole hasta que la marcha de Ni Una menos de 2015 les explota en la cara a los editores tanto como a los políticos, funcionarios, dirigentes de lo que sea: esto estaba pasando y no estaba en su agenda, no lo podían ver. Cada tanto, veías una nota “de mujeres golpeadas” –fijate vos, la forma de borrar al ejecutor, de nombrar solamente a la violentada-, también, como episódica, ocasional, etcétera. Digo, hago este paralelo porque lo que une a las dos cosas es esa invisibilidad, esa aparición esporádica, sin contexto, sesgada, convertida en cliché y sin rigor periodístico.
-¿Y ahora?
-Ahora me parece que hay una transición. Hubo muchos hechos que empujaron a que se tuviera que dirigir la mirada: hace años que hay mujeres jugando al fútbol, hay periodistas y deportistas produciendo mucha información y contando la historia, hay pioneras que dejan de ser una nota de color y son fuente de consulta regular, hoy pisás cualquier torneo infantil y ves nenas por todas partes, hubo una pelea por la profesionalización, un Mundial, etcétera. Y empieza a haber una cobertura regular del torneo (semi)profesional. Entonces, si tenés que publicar algo todos los días, o más de una vez por semana, ya tenés la sección o la volanta “fútbol femenino” y se empieza a titular, en todo caso, con los clichés de las coberturas deportivas. Un par de periodistas deportivos me comentaron que se detuvieron a pensar en cómo titulaban, en no meter la pata, con sincera preocupación por no ser sexistas o para que no los “maten” en las redes sociales, me parece bárbaro. Porque no se trata de perder libertad, sino de revisar las prácticas propias. Ahí me parece que hay un cambio, en la cobertura regular, sobre todo. De todos modos, hubo un montón de notas con el ánimo de visibilizar, de contar las historias de lucha y demás. Con el ánimo de contar lo emergente. El sesgo subsiste, está. Esa mirada que todavía las considera “chicas raras”, un fenómeno. Digámoslo con humor: cuando en lugar de hacerles una nota por año a varias de las futbolistas que conozco les empezaron a hacer de a cinco por semana, llega un momento en que ya causa gracia que la única foto o imagen de video que les piden sea que hagan jueguito. Me hizo reír mucho Sofía Rodríguez respondiendo “yo soy defensora, no sé hacer jueguito, sé pegar patadas… si querés me pego unas barridas”.
-Pero hay episodios en lo que resulta errado es, directamente, el procedimiento periodísitico.
Claro. Hay cosas que ya está, que no pueden pasar porque están mal, si sos periodista está mal: el otro día en un canal mostraban la imagen de Daniel Angelici, Carlos Tevez y Florencia Quiñones y el graph decía “Angelici y Tevez blablabla”. Una cosa de locos: hay tres personas en la imagen, flaco, y una es claramente una jugadora, con el equipo de Boca, el escudo y sentada al lado de Angelici presentando no sé qué. En twitter las periodistas deportivas a las que sigo estaban como locas. Si cubro Política, me llega la imagen de una reunión del presidente con cinco gobernadores y no reconozco a uno tengo que averiguar quién es, no hacer de cuenta que no existe. Y en este caso, es lo mismo. Y después me parece que hay un rasgo también común entre los que las feministas llamados “los aliados”, los varones que están con la causa, digamos. “Los feministos”, decimos en joda. Perdonen, pero a veces nos reímos un poco. Ese rasgo común es el paternalismo. Con toda buena intención, el paternalismo. El discurso plagado de frases como “las chicas, las pibas, hay que apoyarlas”. Y claro que hay que apoyarlas, yo también lo creo. Pero uno lo ve en las prácticas cotidianas y luego, en consecuencia, en la forma en que se escribe y se habla, ese paternalismo. A muchos colegas les cuesta vernos a las mujeres como iguales, como compañeras. O sos qué grande, qué capa, qué maestra o sos la protegida. Pero la posición es siempre la de “darte” un espacio, “darte” la palabra. Y así con las jugadoras de fútbol. Se congratulan de apoyar la causa, llevan a las jugadoras a sus programas, pero no las dejan hablar, les “enseñan” de todo al aire y al final… ¡les piden que hagan jueguito! Jajajaja. Todo esto lo digo con amor y con humor, porque me estás preguntando y estoy en la posición de entrevistada. Yo no soy policía de contenidos, no me gusta serlo, no vivo levantándole el dedito a los demás desde ningún púlpito.
–¿En qué se parecen, de nuevo en la Argentina, los discursos periodísticos sobre el fútbol de mujeres a los discursos periodísticos sobre el feminismo?
-En el sesgo. En no reconocer el propio sesgo. Los periodistas visibles, digamos. O los que manejan espacios, definen qué va y qué no, qué espacio ocupan los temas, qué enfoque darles. Sobre temas relacionados con el feminismo creen que basta su propia opinión. Sobre otros temas informarse, formarse, es una necesidad profesional. Pero con temas relacionados con el feminismo o creen que su propia opinión alcanza o le piden prestada la formación y la opinión a las colegas mujeres feministas, en el ¿mejor? de los casos. Porque en lo que más se parecen los discursos periodísticos sobre feminismos, sobre fútbol jugado por mujeres y sobre lo que sea es que los emisores no quieren soltar la manija. Así como antes cuando se armaba una sección de golpe decían “che, tendríamos que tener una mina”, ahora por ahí recurren a “una mina que sepa de género”, casi siempre como insumo gratuito, de onda, por la causa, o como columnista equis un día a la semana, a las que van a interrumpir en sus entrevistas o no dejarlas hablar o se van a morir por dar su opinión porque creen que es más fácil que opinar sobre las Letes o sobre Corea del Norte.
-O sea que reaparece eso de la falta de rigor periodístico.
-Sin querer ser prescriptiva, sin querer sacarle la roja a nadie, pero en este caso, en el tratamiento de los temas del feminismo, llega un punto en que es muy molesto, muy hostil, y enoja. Porque no solo es sesgado sino que carece de un mínimo de rigor profesional. Tenés encuentros masivos de mujeres y lo único que se cubre es una pared pintada. Tenés discusiones como la ley de IVE en el Congreso y editores y conductores claman por “las dos campanas” cuando en temas de derechos humanos eso es una barbaridad. Tenés notas sobre la discusión del aborto legal y no les importa poner la foto de una panza de ocho meses de embarazo, no les importa la confusión que eso genera. Tenés que informar sobre proyectos de ley de paridad y no te parece importante averiguar por qué se hacen, qué antecedentes hay, cómo funcionan: leen el título y ya están en condiciones de afirmar que “entonces van a acceder al cargo sólo por ser mujeres, no por mérito”… va a ser interesante ver cómo informa/discute el periodismo deportivo sobre los proyectos de ley que empiezan a aparecer de conducción paritaria de los clubes. Porque una cosa es “apoyar a las pibas” y otra repartir el poder, ¿no? Y esto recién para empezar, porque está también la no historicidad: se habla del feminismo como algo que nació de un repollo, una “ola” como cualquier otra que ya pasará… pero bueno, eso es muy propio de los discursos periodísticos actuales, porque lo mismo se puede decir de cómo han enfocado la discusión sobre el veganismo, por poner apenas un ejemplo más.
–Y, al revés, ¿en qué ves diferencias en el discurso periodístico sobre el fútbol jugado por mujeres y el que se dedica al feminismo?
-En lo específico: cuando empiezan a hablar de fútbol, cuando resulta natural estar viendo jugadoras de fútbol y deja de estar de por medio la incomodidad, la risita, el sentirse “castigado” profesionalmente porque lo mandan a cubrir el femenino y no “lo importante”, cuando empiezan a hablar y escribir sobre el juego, las particularidades de tal o cual partido, tal o cual jugadora y aparece en el lenguaje que en lugar de marcar “hombre a hombre” marcan “mujer a mujer”… incluso cuando también deja de estar de por medio la sobreactuación, que también la hay, en esto de “venimos a apoyar a las pibas” y, vamos, cubren un partido.
–¿Percibís comportamientos o discursos oportunistas en el periodismo, y en particular en el periodismo deportivo, en torno del fútbol jugado por mujeres?
-Y… sí. El oportunismo siempre está, es inevitable, a veces hasta suma, ¿no? Que tal o cual famoso ahora se saque fotos con “las pibas” a veces también ayuda a “visibilizar”, je. Sería hermoso que si al famoso y a la piba les ofrecen hacer una campaña publicitaria el famoso exija el mismo cachet para los dos. Sería hermoso que los colegas periodistas varones además de abanderarse con la causa no quieran, oportunistamente, ocupar todos los espacios corriendo a los codazos a compañeras que vienen siguiendo el femenino hace tiempo, a quienes ellos ahora les quieren explicar cómo es la cosa. Te lo voy a decir en joda, en el estilo en que titulamos en la revista Barcelona: El oportunismo no es ni bueno ni malo, depende de cómo se lo use. Je. El oportunismo para seguir ocupando todos los espacios… qué se yo.
–En tu introducción a Pelota de papel 3, ubicás al fútbol como un paraíso de la niñez al que muchos varones sueñan regresar y, como contraparte, decís que para las mujeres representa otra cosa, un espacio prohibido o marginatorio. ¿Notás reflexión, análisis o indagación sobre ejes así en los abordajes que el periodismo deportivo y la industria de la comunicación hacen del fútbol jugado por mujeres en esta etapa de visibles transformaciones?
-Sí. Más allá de lo que le llega a las audiencias, como se dice ahora, sí. Veo mucha gente preguntándose muchas cosas. Que todos nos estemos preguntando cosas es buenísimo. Y cuando digo todos, digo todas y nos incluyo. Las que nos definimos como feministas no es que creemos que tenemos todo claro ni tenemos doctorados en deconstrucción. Nos preguntamos todos los días si estamos mirando bien, si lo que hacemos o decimos tienen un sesgo, si estamos siendo así o asá. Creo que eso nos hace también mejores periodistas, comunicadoras o lo que cuernos seamos en esta industria en decadencia. Y veo mucha gente haciéndose preguntas y tratando de ser políticamente correcta, no en términos de que no “te caigan” las feministas sino de querer ser mejores personas, de no herir a nadie, de ver lo que tenían velado, de aprender. Y esto independientemente de cuánto de estas preocupaciones y esfuerzos la industria y la corporación quieran tomar. Nosotros, nosotras, somos más interesantes que la industria que nos emplea. Y nos manifestamos y comunicamos también por fuera de ella, a veces con más alcance e impacto desde nuestras cuentas personales en las redes, por ejemplo, que en los trabajos formales.
-¿Para qué luchas de las mujeres en la Argentina puede ser útil o especialmente útil el fútbol, en particular una institucionalización distinta del fútbol?
-Para todas. El fútbol, los clubes, son la cocina de tantas cosas… son los lugares donde los niños y las niñas van a jugar, a socializar. Yo soy muy nueva en esto, no me atrevo a opinar, voy a citar a Mónica Santino, seguramente la voy a citar mal. Pero yo la veo responder cuando dicen, decimos: “Qué bueno que se sumen al feminismo, que se suban a esta ola”. Y Moni responde algo así como no amiga, qué bueno que el feminismo, los feminismos, nos ven, nosotras siempre estuvimos. El fútbol, el deporte, no le interesa a muchas feministas, no le ha interesado mayoritariamente a los feminismos. Es un espacio tan pero tan de los hombres, tan machista, tan patriarcal… que hasta a nosotras mismas nos quedaba afuera de la órbita. Yo siempre fui feminista y siempre me gustó el fútbol, en todo caso como placer culposo de una mala feminista. Hay mujeres deportistas, investigadoras que han escrito sobre eso, sólo puedo tocar de oído y hablar desde el entusiasmo: me parece que hay que estar en los espacios que nos son hostiles. A mí me interesa eso. Que esas instituciones cambien es como que cambie la escuela: es incómodo, difícil y a largo plazo, pero el alcance de ese cambio es extraordinario.
–Por fuera del relato y del análisis del juego (que, claro, lo que demanda es conocer de fútbol), ¿qué debería incorporar un/una periodista que habitualmente cuenta y contaba el fútbol de varones para contar el fútbol jugado por mujeres?
-Me parece que todos, mujeres y varones, tenemos que incorporar eso que se supone que en el periodismo es una práctica permanente: sospechar de nuestras certezas, nuestros sesgos, nuestros prejuicios, nuestra mirada. Todo el tiempo, implacablemente. Con respecto a lo que sea: mujeres, migrantes, cambio climático, personas transgénero, planes sociales, trap, veganismo o monopatines. Eso sería lo ideal, ¿no?