Por Matías Iglesias e Ignacio Maida Failde
Santiago Marino es uno de los mayores expertos en análisis de medios y de la industria de la comunicación en la Argentina. Sus exploraciones permiten entender lógicas de poder y disputas complejas como las que ahora signan el regreso del fútbol en la Argentina. Autor de diversos trabajos sobre el negocio del fútbol y la televisión paga. es profesor de la Universidad de Quilmes, de la Universidad de Buenos Aires, de la Universidad de San Andrés y de la Universidad del Salvador. Y, por si fuera poco, un apasionado del deporte. Esta es su charla con El Equipo:
-¿Qué fue lo que más te asombró en estas semanas de idas y vueltas sobre la televisación del regresado fútbol de la Argentina?
-Lo que más me asombró es que no estén puesto sobre la mesa dos puntos claves: que no estén los actores involucrados en la negociación y quiénes cuentan lo que pasa. No es una novedad que las empresas que comentan los hechos sucedidos -por ejemplo, ESPN con sus diferentes programas- no toman en cuenta la cuestión debido a que Disney es dueño de esta cadena.
-Así ocurre con otros temas no deportivos.
-Sí, es algo a lo que estamos acostumbrados porque los medios de comunicación construyen sus representaciones en base a sus intereses, necesidades y demandas. Nunca se habló con claridad en los medios grandes de que la compra que hizo Disney de Fox a nivel global todavía no está aprobada en Argentina y de que, efectivamente, al controlar los derechos de transmisión del fútbol agregarían una posición dominante y monopólica. De esta manera, controlará el 70% del rating. Me llama la atención más aquello que se calla y no lo que se presenta.
-¿En qué se parece y en qué se diferencia esta situación de la televisación del fútbol con la del 2009, cuando la AFA rompió con Clarín y se asoció al Estado?
-Se parece en el sentido de que la AFA está buscando un acuerdo que le implique mayores ingresos. Siempre que la Asociación del Fútbol Argentino rompe sus contratos lo hace ante la promesa de recibir más dinero por el producto. Todavía no se anunció. La segunda cuestión es la presencia del Estado. Durante el 2009 estuvo presente y resuelto a intervenir en el negocio, quedándose con los derechos y tratando de diseñar un modelo de distribución de contenido no oneroso. Hoy el Estado está ahí al costado esperando si puede conseguir que uno, dos o tres partidos se incluyan en la Televisión Pública.
-¿Cómo se le explica, en un café, a alguien que no se dedica a estudiar los negocios de la industria de la comunicación lo que implica que Disney haya comprado Fox y cómo incide eso en su vida?
-Que Disney haya comprado Fox a nivel mundial implica que ahora los canales deportivos, que son los más vistos en nuestro país, están en mano de la misma empresa. Las señales de cable en Argentina tienen una grilla de nueve programaciones deportivas: el 70 por ciento depende del mismo dueño. Eso puede generar que, en ocasiones, se queden sin pantalla para exhibir cuando se juegue a la misma vez el fútbol inglés, alemán, argentino, español, italiano y/o algún gran torneo de tenis. Esto implica que la oferta es mucho menos diversa y, además, se han integrado las productoras, esto es en término de derecho y “bolsillo”.
-¿Y los contenidos?
-El otro elemento es la precarización de los contenidos: estamos viendo un “Intratables futbolístico” cuando antes ESPN era un lugar donde se analizaba el juego de casi todos los deportes. Vemos más «polémicas» que análisis.
-En este negocio, ¿hay en otras partes casos parecidos al de la pretendida ruptura de la AFA con Fox Sports?
-En general los negocios de derechos de transmisión, conforman un ámbito multimillonario donde hay muchas idas y vueltas. Es difícil encontrar una ruptura de contratos vigentes, aunque, hay que ver cómo reacciona frente a esta situación cada mercado a partir de la novedad. Esta compra de Disney a Fox hace que uno no encuentre decisiones unilaterales del que vende los derechos, sino que lo que uno ve son autoridades con defensa de la competencia.
-¿Sorprende o no que desde la pantalla de ESPN (Disney) haya habido voces de periodistas editorializando contra la ruptura de AFA con Fox? ¿Se parecen esas conductas a las de otras voces que, desde roles periodísticos o presuntamente periodísticos, editorializan sobre temas atinentes a los intereses de su patronal, pero no deportivos?
-No, no sorprende. Tiene que ver con que hay un sector del periodismo deportivo que defiende los intereses de la patronal. Históricamente, es el sector al que mejor le ha ido en término de sus carreras periodísticas. Lo que me parece es que las audiencias ya conocen estas situaciones y a la salida del proceso político de la ley audiovisual creo que el mismo auditorio ya no es inocente.
-¿Por qué creés que a megacorporaciones como Turner (TNT) o Disney les interesa hacer base en el fútbol de la Argentina?
-Yo no creo que esas megacorporaciones tomen decisiones estratégicas a partir del fútbol argentino, sino que hay una combinación. Argentina tiene una capacidad instalada productiva muy importante con cuadros formados, muy relevantes, me refiero a cuadros técnicos y también periodistas. Es un mercado atractivo para este deporte obviamente, es la tierra de Maradona, la de Messi, la de dos campeonatos mundiales, la de tres subcampeonatos mundiales, es la tierra de campeones de Copa Libertadores muchas veces. Además, es un sector muy barato en dólares para estas corporaciones.
-¿Qué lugar ocupan ahora las transmisiones de fútbol en el mundo de los negocios de la industria de la comunicación?
-Las transmisiones de todos los deportes ocupan un lugar central en la industria de la comunicación. Son el último bastión del consumo sincrónico, es decir, de lo que atrae grandes masas de audiencia en un momento determinado: Los partidos de fútbol hay que verlos cuando suceden, así como los de la NBA o las finales de los Grand Slam. Es un contenido global, pensá que incluso en países como el nuestro cada vez se torna más complicado por un costo monetario ir a la cancha y se ven esos partidos a través de la televisión.
-¿Qué papel le queda en esta disputa al Grupo Clarín, de alta centralidad en el mundo de la comunicación en la Argentina y de histórica relación con las transmisiones de fútbol?
-Está en un costado, porque no está pujando por los derechos de transmisión. Clarín es una empresa de telecomunicaciones y sus activos principales pasan por proveer los servicios y porque se queda con una parte de lo que el fútbol genera. Esto se debe a que el contrato que une a la AFA, Turner y Fox con los cableros establece que se tiene que comprar un paquete, de mínimo, 30 por ciento total de sus abonados, hacer la tarea de ventas, de cobro y se quedan con un 10 por ciento de lo recaudado. Por otro lado, puede usarlo políticamente para pegarle a la AFA dado que, en este momento histórico, la Asociación del Fútbol Argentino es un socio político del gobierno de Alberto Fernández.
-¿Qué papel le queda al Estado Nacional, que en los años de la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner tuvo el Fútbol para Todos, luego se quedó sin fútbol por aire y ahora aparece como un actor posible en este escenario, con partidos que regresarían a la Televisión Pública?
-El Estado Nacional está mirando expectante en qué modo termina la cuestión. No interviene en esta discusión. Es claro que quiere participar, pero al ser algo entre “privados” se mantiene un poco al margen. No es ni por asomo nada parecido a la situación de Fútbol Para Todos en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Queda en evidencia que no está haciendo mucho porque podría exigir el cumplimiento del artículo 77 de la Ley Audiovisual, que establece que el contenido de interés relevante debe ir por televisión abierta, más allá de que tenga o no los derechos de transmisión.
-¿Cómo ves venir el futuro de las transmisiones de fútbol, asumiendo el lugar creciente de las OTT (las transmisiones por streaming) o, inclusive, de los proveedores de internet (ISPS)?
-Yo soy muy escéptico sobre las transmisiones de fútbol a futuro a través de streaming por la precariedad que tiene el internet en nuestro país. La experiencia de Fox transmitiendo los partidos fue muy mala y tuvo que acordar de nuevo, en el medio de la competencia, con la CONMEBOL. En Argentina el problema es de servicios. Ese mercado se va a expandir una vez que la infraestructura de la red sea más potente y veloz.
-¿Qué paralelismo le encontrás al manejo de los medios de comunicación nacionales con los del exterior?
-Me resulta complejo encontrar relación entre la gestión de los medios de comunicación con los del exterior. Estamos hablando de empresas globales que necesariamente tienen que vincularse con el desarrollo nacional.
-¿Creés que las transmisiones vía streaming se fortalecieron y se ganaron un lugar frente a los medios de comunicación establecidos?
-El consumo es marginal porque no hay modelo de negocios que lo sustente.
-¿Qué tan dañinas son las “Fake News” y cómo se combaten?
-Son muy dañinas para la democracia, para la sociedad y para el debate público. Es difícil combatirlo. Creo que la pieza clave es la educación y la capacidad de audiencias críticas que puedan identificar y preguntarse de dónde vino esta información. Es un gran negocio para que los medios hablen más de ellos.
-¿El periodismo se vio desafiado durante la pandemia?
-Yo creo que sí, como nos vimos desafiados todos nosotros durante este periodo mediante la pésima infraestructura de los servicios utilitarios para realizar diversas actividades. Estamos en un contexto en el que la audiencia se está mudando. Contaron con más tiempo y al principio se fueron rápidos para consumir la noticia del virus, pero después se estabilizó. Al saber que hay un peligro ahí afuera y hay que cuidarse, utilizamos más tiempo con contenido de entretenimiento y no tan informativo. Me parece que quedaron muy bien parados los y las periodistas que están bien capacitadxs y muy “desnudos” quienes no lo están.
-¿Cuáles son los próximos retos que enfrenta el periodismo?
-Deberán mejorar las condiciones laborales. Me parece que estamos en un contexto histórico muy negativo en torno a las situaciones de trabajo. Así como los medios buscan fuentes de financiamiento, el problema central es encontrar un monto monetario sustentable para los y las periodistas. Pasa por ahí el desafío central.