Por Daniel Guiñazú (*)
A la edad en la que se sueñan todos los sueños de la vida, Jorge Da Silveira, fallecido el 4 de julio en su inseparable Montevideo, ya había cumplido el suyo propio: a los 22 años llegó a ser el comentarista principal de Carlos Solé, acaso el máximo relator de la historia de la radiofonía uruguaya. Y un año más tarde, comentó para Radio Sarandí y al lado del mismísimo Solé el Mundial de Inglaterra. Fue el primero de los dieciseis que cubrió. Sólo Enrique Macaya Márquez, que inició su cuenta en Suecia 1958, lo supera en el mundo. FIFA se lo reconoció entregándole una réplica de la Copa del Mundo en la última Copa del Mundo de Qatar.
Pero además de su claridad, su buen decir y su autoridad para opinar y orientar sobre la infinidad de partidos y temas que abordó a lo largo de una carrera que se extendió casi hasta el último instante de su existencia, a “Toto” Da Silveira se le recuerda porque fue él quien en 1970 le reabrió las puertas de la radio a un muchacho grandulón que venía desde Cardona y que quería relatar fútbol en alguna emisora montevideana.
A sus 23 años y luego de haber iniciado su carrera en 1966 en Radio Colonia bajo el impulso que le había dado su dueño, Héctor Ricardo García, Víctor Hugo Morales dudaba sobre si futuro estaría detrás de un micrófono. Se había ido de Colonia en 1968 por una pelea de viáticos con García y en 1969, sólo había hecho algunas colaboraciones aisladas por muy poco dinero en una transmisión que el relator Oscar Marino, el comentarista Néstor Ibarra y el productor Juan Pedro Puebla, tenían en Radio Porteña (la actual Continental).
En la misma época, Da Silveira se había independizado de Solé y había formado con su colega Amadeo Otatti (periodista y abogado como él), un modesto equipo que salía por Cx32 Radio Sur. Necesitaban un relator porque se les habían ido los dos que tenían y el “Toto” recordó la buena impresión que le había causado Víctor Hugo cuando lo había escuchado en 1968 durante un Sudamericano Juvenil en Lima (Perú) para Colonia.
Lo llamo para probarlo en un amistoso entre Uruguay y Chile en el estadio Centenario. Fue el 10 de agosto de 1969. Y ese día empezó la leyenda. Víctor Hugo no soltó nunca más el micrófono. Y Da Silveira se enorgulleció para siempre de haber rescatado y consolidado en su oficio a quien, más de medio siglo después, sigue siendo el más grande relator deportivo de habla hispana de todos los tiempos.
El ”Toto” trabajó en casi todas las radios y canales de televisión del Uruguay. Y también lo hizo en la Argentina: en 1980, fue contratado por Radio Dos de Rosario junto con el relator Pablo Zaro para seguir las campañas de Central y Newell´s. La transmisión fue un suceso comercial y periodístico. Y le ofrecieron renovar para el año siguiente pero con la condición de que se quedase a vivir en la ciudad para participar de una tira diaria y un programa de televisión. Da Silveira, que iba y venía cada semana de y hacia Montevideo, sintió que era demasiado lo que le pedían. Y presentó la renuncia, Aunque viajó por toda América y gran parte del mundo detrás de la pelota, sentía que le faltaba el aire si estaba mucho tiempo lejos de su familia, sus amigos y el sabor de los mates que sólo se toman en la capital uruguaya.
El doctor Jorge Da Silveira fue una institución del periodismo y de todo el fútbol uruguayo. Una opinión escuchada, respetada, valorada, discutida, nunca ignorada. Sabía hacerse escuchar y nunca pasaba inadvertido. Durante 62 años su voz formó parte de la banda sonora de los fines de semana futboleros. En el acuerdo o en el desacuerdo, siempre fue una referencia. “Vamos a escuchar lo que dice el Toto” decían los hinchas luego de un partido importante. Consagró su vida, casi sin pausas, a seguir y a contar el fútbol uruguayo y mundial de cada día. Y el 29 de marzo de 1987 a punto estuvo de perderla luego de un grave accidente automovilístico cuando viajaba para transmitir un partido desde el interior uruguayo.
Quedó al borde mismo de la muerte. Pero regresó y siguió siendo fiel a su estilo directo, claro y filoso pero siempre elegante. No se permitía los desbordes y los excesos de las nuevas generaciones y no comulgaba con algunas de sus costumbres. Pero nunca dejó de ser respetuoso con sus más jóvenes colegas que siempre le demostraban afecto y le demandaban una opinión, un concepto, su palabra autorizada.
En paralelo con su inagotable vida periodística, a principios de la década del 70, Da Silveira presidió el Consejo Nacional de Subsistencias y fue director nacional de Vivienda del Uruguay. Pero tras el golpe de estado de 1973 renunció a la función pública y sólo ejerció como abogado en el Banco Central de ese país. Pero su verdadera pasión siempre fue el periodismo.
Por su manera de decir las cosas y por el peso de su opinión, fue tal vez, el comentarista uruguayo más importante de todos los tiempos. Testigo en primera fila de grandes acontecimientos futbolísticos que, atravesados por su mirada y su voz, tuvieron otro color y una resonancia diferente para varias generaciones de orientales que con el tiempo convirtieron al doctor da Silveira, simplemente en el “Toto”.
(*) Profesor de Deportea, periodista en Página/12 y en La Voz del Interior