Por Daniel Arcucci (trabaja, entre otros medios, en ESPN)
“La historia detrás de la historia”, una atractiva sección que se publica en la contratapa impresa de la edición dominical de La Nación y en la que los periodistas cuentan cómo cuentan, la corresponsal del diario en Francia, Luisa Corradini, no ocultó su fastidio a propósito de la historia detrás de la historia en la llegada de Messi al PSG: “No, no y no. La llegada de Lionel Messi no provocó una ‘revolución’ en París. Apenas revolucionó cuatro manzanas de los 105,4 kilómetros cuadrados de una ciudad completamente vacía, desertada por sus habitantes en plenas vacaciones. Pero no hay peor sordo que el que no quiere oír. Y cuando eso sucede, decirlo 20 veces por televisión, por radio y sobre el papel, no cambia nada. Es frustrante. Deja la sensación de que el periodismo no sirve para nada y que, finalmente es verdad: la pasión arrasa con la razón. Revolución mediática mundial, sí. Conmoción en Francia por la llegada del mejor futbolista del planeta, también. Pero revolución en París, no. Apenas unos puñados de hinchas y de fanáticos que, con bombos, pitos y cornetas, se aglutinaron en torno al Parque de los Príncipes, del hotel Royal Monceau y en el aeropuerto de Le Bourget —que no está en París—, a la espera del ídolo absoluto”.
Acostumbrada a cubrir grandes manifestaciones, cumbres gubernamentales y conflictos armados, la experimentada periodista se enojó incluso con sus propios editores, tal vez porque a algún texto enviado se le agregó algo de grandilocuencia, como si hiciera falta.
Me gusta empezar por ahí cuando me preguntan por el comportamiento del periodismo y de la industria de la comunicación frente al paso de Messi de Barcelona al PSG. Me pareció una mirada diferente frente a lo que fue un terremoto de adjetivación, también en la mirada introspectiva de los medios.
Cierto es que se trató de un hecho deportivamente histórico. Tan cierto como que se trató de un hecho mediáticamente histórico. Así, junto con la noticia de que Messi se ponía por primera vez de manera profesional otra camiseta que no fuera la de Barcelona, fue noticia que una parte de la ceremonia de traspaso se transmitiera por primera vez por Twitch. Fue tan noticia, entonces, y tendencia, como corresponde a los tiempos, Messi como Ibai Llanos.
Y no importó tanto lo que Ibai le preguntó o lo que Messi le contestó como la plataforma a partir de la cual se vio.
Unos días antes, cuando lo increíble se hacía cada vez más creíble, y Messi se alejaba de Barcelona para acercarse a Paris, me comuniqué con alguno de los integrantes del equipo de comunicación del PSG, preexistente por mucho tiempo a esas horas de posible llegada de Lionel. Las redes del club parisino qatarí llevan años trabajando en diferentes idiomas y también en español, por supuesto. Me confirmó que esta vez, sí, la posibilidad era absolutamente real, concreta e inminente, al punto de que el equipo de trabajo ya tenía los pasajes listos para viajar, ellos también de Barcelona, donde residen habitualmente, a París. Con un detalle: “Con Ibai”.
La propuesta de que viajara también Ibai fue de un equipo de comunicación que piensa los contenidos para llegar cada vez a mayores audiencias y cada vez de manera más creativa.
Por supuesto, las plataformas no son nada sin las personas puestas a comunicar y las personas puestas a comunicar no son nada sin las plataformas. Por algo tan simple como eso es que en aquella histórica rueda (nunca mejor usado el término) de comunicación (sí, ya debemos dejar de decir prensa) hubo medios tan innovadores como una cuenta de Twitch y medios tan tradicionales como la BBC o ESPN. Y así como Ibai aprovechó su tiempo para que Messi le firmara una camiseta y juntos recordaran la comida compartida, los otros hicieron lo suyo. Christian Martin, que conoce al PSG desde antes de que fuera un club multimillonario y a Messi casi desde niño, por su corresponsalía en Europa y por sus trabajos para la FIFA, que más de una vez lo pusieron en el lado del mostrador de los jugadores, logró sacarle la declaración de lo fácil que fue convencer a la familia para mudarse: “EuroDisney, la torre…”. Y en la forma de decirlo se advertía su felicidad. Guillem Balague, uno de los biógrafos de Messi, demostró cómo se puede hacer una entrevista profunda en apenas 5 minutos y 32 segundos.
Y todos contentos. ¿O no?
Quien quiera ver en esto la “Revolución en los medios” puede provocar(me) el mismo fastidio que sintió Luis Corradini con la “Revolución en Paris”. Porque revolución en los medios hubo, hay y habrá todo el tiempo. Si no, estaría escribiendo esta reflexión en una Olivetti Lettera 22 como la que usé para cubrir el Mundial de México y se publicaría recién dentro de una semana en una revista que la mostraría como novedad. Hace años que venimos cambiando, seguiremos haciéndolo y lo que hoy es nuevo mañana será viejo. Bienvenidos los cambios en la comunicación, bienvenidos los cambios en los comunicadores, siempre que las historias que se cuenten, en cualquier plataforma, sea ciertas y atractivas.