Ariel Garcé: “Siempre estuve en contra de esa amistad por beneficios entre periodistas y jugadores”

Por Valentín Gogorza.

“Nadie sabe quién es, todas son suposiciones”, afirma Ariel Garcé refiriéndose al artista callejero Banksy y sin querer definiéndose a sí mismo ante la prensa. Garcé es una más, otra de las tantas víctimas de la manufacturación del consenso. Cuenta en esta entrevista su manera de ver y relacionarse con los medios de comunicación a lo largo de su carrera como futbolista y cómo estos influyeron en su vida.

“Luego de lo que sucedió con la virgen en Colón y todo el revuelo mediático en Santa Fe, me hice una remera de una obra de Banksy en la que un niño está vomitando diarios. Me sentí identificado, sentí que podía aplicar para la situación que estaba viviendo”, transparenta.

-¿Sos reacio a la exposición? ¿Identificás desde cuándo o por qué?

-Fui reacio a la exposición, el porqué lo entendí de grande. Leía mis notas recién publicadas -que fueron pocas- y me daba dolor de panza, me sentía mal. Así durante dos días hasta que la repercusión de lo que había dicho pasaba. Siempre estuve en contra de esa amistad por beneficios entre los periodistas y los jugadores y directores técnicos.

-¿Creés que eso repercutió en cómo la prensa después se manejó con vos?

-Sí, creo que sí. Es la parte que me toca entender. Yo hacía lo que sentía. No los atendía, tampoco iba a los programas y los tipos se enojaban, me “mataban”. ¿Me desfavoreció? Sí, porque creé una imagen basada en supuestos, idealizaciones o creencias que se desprendían de mí. No sabían debido a que no me podían encontrar. Hay un juego fuerte entre la prensa y los protagonistas del deporte que no me gustó nunca. Entiendo a quienes lo jugaron. Tengo amigos que lo hicieron y les fue bien, pero ellos se sentían cómodos haciéndolo, yo no. Me sentía mal cuando me llamaba un tipo que consideraba un interesado y tenía que decirle todo que sí. No estaba cómodo.

-¿Tuvo incidencia la prensa en tu decisión de irte de River?

-Sí, varios periodistas me criticaban intentando hacerle creer a la gente que no estaba a la altura. ¿Por qué? Porque no tenía relación con ellos o porque no sabían de mí. Y la verdad es que yo también estaba renegado, me estaba creando esa realidad. Fuimos criticados varios jugadores del plantel porque salíamos, lo cual era verdad, pero nada fuera de lo que puede hacer un deportista. Una vez salimos en una revista bajo el título de “fútbol, droga y rock and roll”, ¿entendés? Empezaron a crear una imagen de salidores, de nocheros, ¡que estábamos metidos con drogas! Una locura. Que nos escapábamos de la concentración, cuando era imposible y además no teníamos intención de hacerlo. Teníamos un grupo homogéneo, en su mayoría jóvenes, y estábamos bien. Pero se creó un todo del cual me cansé. El cansancio producido por la crítica desmedida de una prensa poco informada tuvo incidencia. Estaba agotado.

-Antes del doping en Olimpo ya existía una máscara y un disfraz proveniente del taller de costura de los medios: ¿Cómo se comportaron luego? ¿Se ensañaron en la manufacturación de un nuevo personaje o siguieron golpeando al que ya habían creado?

-Siguieron golpeando a ese que no podían descubrir. Lo cierto es que yo tenía una imagen creada porque me mostraba rebelde ante un montón de cosas, entre ellas la prensa, y en ese momento se sumó mi look, tenía rastas. Entonces cuando me da el doping, que fue rarísimo para mí, se agarraron a ese mismo personaje del que no tenían mucha información y siguieron destruyéndolo. Por ejemplo, poniendo las peores fotos que podían encontrar. Como no hablaba, porque estaba sorprendido, dejé pasar el tiempo sin querer y se fueron creando más y más supuestos. Cuando volví a jugar, en las canchas se cantaba lo que a las hinchadas los medios de comunicación les habían vendido.

-¿Algún periodista se acercó a vos luego del doping para conocer tu verdad?

-No, pero tampoco lo permití. Quizá algunos de los tantos que me llamaron quería ayudarme, pero yo no lo vi nunca así. Estaba enojado, sin poder entender qué había pasado.

-¿Qué pasó luego de que se diera a conocer la lista de 30 convocados para el Mundial de Sudáfrica 2010?

-Cuando salió la lista de 30 recuerdo que hablé solo con un periodista por un compromiso que tenía con mi representante. Pasado un par de días, la prensa empezó a sacarme de la lista de 23. Primero haciendo uso de la crítica, luego abusando de ella. Y la gente compró eso. El ejemplo más claro es la atención mediática que se le dio a la bandera de “Garcé traé alfajores”. Los pibes que hicieron esa bandera consumieron el producto que la prensa les vendió y después la prensa consumió la bandera de los pibes. Se retroalimentaron. Una vez creado todo ese mundo de descalificaciones, Diego salió a defenderme. Comenzó a valorarme quizás más de lo que me valoraba antes, a reconocer muchas facetas de mí. Yo había jugado, seis meses atrás con Colón, todos los partidos en un gran nivel. Y Maradona empezó a decir eso: “El que critica a Garcé es porque no lo vio jugar”. Y como es Diego, con sus maneras, formas y su modo de ver la vida, me bancó y se puso a mi favor. Viéndolo desde este lado, todo ese mal de la prensa terminó ayudándome.

-Todo el empeño puesto para descalificarte te ayudó, quizás, a que Maradona te dedicara más atención de la que te hubiera dedicado si los medios no hubieran actuado como actuaron.

-Creo que colaboraron, sí. Igualmente, fue un momento raro. No imaginaba que se pudieran enojar tanto porque iba a ir a un Mundial, al punto de descalificarme como lo hicieron.

-¿Por qué tanta dedicación en descalificarte cuando se trataba, simplemente, de la elección de un jugador que junto a otros 22 semejantes iban a ir a jugar un juego?

-Tal cual. Una de las pocas selecciones que, no en mi caso, se retira enfrentada con la prensa y consecuentemente con el público después de llegar a tres finales seguidas. Los jugadores decidieron no hablar con los periodistas y se fueron cuestionados.