Bernardo Guerrero es sociólogo, es chileno, es experto en pensar los latidos de su patria y más experto todavía en estudiar y en reflexionar sobre el lugar del deporte en esos latidos. Lo hace a partir de su condición de investigador sobre las identidades culturales y de una pasión política, académica y deportiva que se expresa en sus textos en El Jota Errante o en su tarea como dirigente en el club de básquetbol Deportivo La Cruz, que palpita desde 1923 en Iquique, la geografía del norte de Chile en la que Guerrero residente y, entre otras cuestiones, es docente universitario. Aquí, su entrevista con El Equipo:
-¿Qué papel comunicacional tiene en Chile que diversos deportistas, en particular futbolistas de alto reconocimiento por sus desempeños, se expresen a través de sus redes sociales para cuestionar las acciones y las políticas gubernamentales y para reivindicar las protestas populares?
-No hay en Chile una tradición de futbolistas que asuman un rol activo en estos temas. En momentos de crisis, como por ejemplo, el golpe de estado de 1973, Mario Moreno, presidente de los futbolistas jugó un rol activo en defensa de sus asociados. Luego Carlos Caszely ocupó un rol destacado en la campaña por el No, a fines de los 80. Llamó a votar por esta opción. No fue el caso de Elías Figueroa que apoyó a Pinochet. El caso más claro es el de Jean Beausejour, seleccionado chileno que por sus orígenes, hijo de haitiano y de madre mapuche, siempre ha alzado la voz en contra del poder establecido. Cuando el estado mata al comunero mapuche Camilo Catrillanca, y en un partido de Chile, en Temuco, ocupa en su camiseta el apellido de su madre Coliqueo. La mayoría guarda silencio, fiel a esa máxima perversa: el deporte no tiene nada que ver con la política. Claudio Bravo, de repente vía twitter, expresa algunas opiniones. Con la crisis de hoy, la cosa ha cambiado. No hay espacio para el silencio. De allí que varios hayan manifestado, a su modo, sus opiniones. Desde el mundo de las mujeres, la mundialista Karen Araya, escribe «Por que no se van, Fuera Piñera». Esteban Paredes, el capitán de Colo Colo, pone en entredicho la declaraciones de las tres sociedades anónimas: Universidad de Chile, Universidad Católica y Colo Colo, que apoyan las movilizaciones, pero él exige ser más contudentes. Anuncia además que el plantel albo, el único club chileno campeón de Copa Libertadores, se pronuncie de un modo categórico en apoyo a las movilizaciones. El sindicato de futbolista hasta ahora no se ha pronunciado. Figuras como Aránguiz o Vidal de vez en cuando se suman al coro del descontento. Un ex jugador como Marcelo Barticiotto, es más elocuente y se ha declarado, sin ambages, a favor del movimiento. Marcelo Bielsa, el argentino más querido en Chile, se ha mostrado explícitamente a favor del pueblo. No hay que olvidar que se negó a darle la mano a Piñera, en el primer período de este.
-Y hay casos opuestos…
-El caso extremo es el del ingeniero Manuel Pellegrini, director técnico del West Ham, en Inglaterra, que al ser consultado, prefiere guardar silencio, agregando que no es el momento para comentar esos hechos. No hay que olvidar que grabó un comercial apoyando a una administradora de fondos de pensiones -AFP- una de las bases del modelo neoliberal, y que ha sido muy cuestionado por la inmensa mayoría. El origen de clases de Pellegrini, estudió en la Universidad Católica, una de las universidades más exclusiva y conservadora de Chile, puede ayudar a entender su posición. Es casi la misma situación de Marcelo Ríos, el tenista, que por lo general, en su posición de derecha, termina apoyando a la derecha. La paradoja con la que se van a tener que ver los futbolistas de elite, es que tarde o temprano, podrán ser acusado por ser parte de los abusos por sus altos sueldos y más aún por sus sofisticados consumo. Estos provienen, en su mayoría, de clases populares.
-Pero la actitud de una figura pública del deporte puede tener costos…
Jorge Valdivia, el
Mago, tuvo que cerrar su cuenta de twitter. No se planteó de un modo
categórico frente a la actual situación. Charles
Aránguiz
fue mucho más enfático en la condena a Piñera, lo que le provocó que
el candidato de la ultraderecha José Antonio Kast le respondiera de un
modo poco elegante, aludiendo a su orígenes populares y su relación con
el narcotráfico. Las redes sociales respondieron
con un «No te metas con nuestros futbolistas». El
cambio de gabinete de tuvo un efecto no esperado en el mundo del
deporte. La ex ministra y vocera del gobierno, Cecilia Pérez,
asumió la cartera de Deportes. Una especie de premio de consuelo, pero
que generó molestia en los deportistas. Futbolistas, sobre todo mujeres,
atletas, y otros hicieron notar su rechazo. «Si nunca jugó ni a las
bolitas o a las canicas» fue lo más suave que
se ha escuchado,
-Desde tu condición de sociólogo y, en especial, desde tus estudios sobre el deporte y sobre la cultura, ¿percibís que las expresiones de estos futbolistas -Bravo, Mena, Díaz, Vidal, Aranguiz, Beausejour, bastantes más- marcan un cambio de paradigma en la figura del deportista o del futbolista?
-Me gustaría que así fuera, pero un mínimo de prudencia aconseja andarse con cuidado. Espero que con lo ocurrido se instaure una tradición de comentar en torno a los problemas país. No hay que olvidar que Chile, desde el 1973 ha vivido una contrarevolución neoliberal. Entre otras cosas se manifiesta en la lamentable consolidación de un sentido común neoliberal, en la que se naturalizan las desigualdades, se condena la política, se fomenta el consumismo, el individualismo, todo ello en el marco de ciudades segregadas con los colapsos del espacio público. Una educación que reproduce las desigualdades. La mayoría de los futbolistas es producto de esta realidad. Se vive ahora un «veranito de san Juan», que ojalá sea más que eso. No hay que olvidar que de los años 90 cuando asume la Concertación, operó una cambio no menor. El reclame de Patricio Aylwin, era «Gana la gente». No es gana el pueblo. La gente es la que se moviliza hoy. Lo anterior no es pura retórica, es otra forma de nombrar las cosas. Se hace hincapié en que la gente va sin banderas, y eso es preocupante. Faltan banderas, por que estas orientan y conduzcan. Sin banderas el movimiento se desideologiza. El movimiento debe ser político y debe tener una solución política.
-O sea que ese escenario es trasladable a las expresiones de los jugadores.
-Los futbolistas de base no sabemos qué piensan. Ignoramos por ejemplo, el peso que tiene las iglesias evangélicas en el mundo de los futbolistas, un tema poco estudiado en nuestro país. Y ya sabemos que los evangélicos o los cristianos, como se llaman, tienen una opción política cargada hacia la derecha, con una agenda valórica conservadora. Los dos grandes referentes del fútbol chileno Zamorano y Salas han optado en invertir parte de lo ganado en sus empresas ligadas al deporte. Pero, ninguno ha creado una fundación -pienso en la de Javier Zanetti en Argentina- que brinda servicios integrales a los más carenciados. Recientemente Zamorano se declaró en apoyo al movimiento con la frase. «Sin violencia, sin retorno».
-¿Qué lógicas de poder explican que las expresiones críticas de los futbolistas hacia el gobierno tengan nada o mínimo espacio en la prensa tradicional chilena?
-La prensa chilena, en general, está en deuda con el modo de informar acerca de lo que sucede en el país. Durante las manifestaciones, obligados por la masividad de las protestas pacíficas, debieron cambiar el foco del relato. Pasaron de los desmanes y los saqueos a la marcha misma, a sus demandas. Hay que ver si eso va a significar en el mundo del periodismo una discusión más de fondo. Fue la Concertación, en sus primeros años que no apoyó a los medios de comunicación que en la dictadura jugaron un papel fundamental. Dejaron desaparecer a medios como Apsi, Cauce, Fortín Mapocho y otros. Dejaron un vacío que hoy es hegemonizado por los dos grandes medios: El Mercurio y La Tercera.
-¿Cómo se expresa eso en el deporte?
-Los medios deportivos, tanto en televisión, en radio, en papel o digital, producen una gran franja de programas deportivos, en la que se habla exclusivamente de fútbol. Y en muchos de los casos, se convierte a los futbolistas en especie de «vidas ejemplares» que hay que imitar. Se utilizan los mismos clichés de siempre: pobreza y gracias al esfuerzo personal pudieron llegar a donde están. No se habla de la desigualdad y que los casos de ellos son excepciones. Pero ese modelo se amplía. La película sobre Alexis Sánchez que el mismo produjo sigue esa lógica. La maldición de las familias pobres es que sus hijos sean malos para la pelota. El niño es visto como una potencial inversión y ganancia. De allí que las escuelas de fútbol, que no son gratuitas, hayan proliferado. Las peleas entre los padres y los entrenadores porque no ponen a sus hijos en los partidos son sintomáticas. No pasa en otros deportes como en el básquetbol. No está en el imaginario arribista de los padres que uno de los nuestros vaya a la NBA.
-¿Y qué hacen los futbolistas a partir de ese escenario?
-Muchos de los jugadores no tienen la capacidad narrativa para hacerse escuchar. La diferencia, como ya anoté, es Beausejour, una especie de intelectual orgánico, en este caso del fútbol. Carecen nuestros futbolistas de capitales simbólicos, por su endeble educación para desarrollar una narrativa que articule más allá de lo evidente su malestar. Sin hacer comparaciones, tanto en Uruguay como en Argentina, debe ser producto de la calidad de la educación pública que sus futbolistas tienen mayor capacidad de narración. Bielsa, que es un caso distinto, por su origen, convirtió la entrevista en un género literario. Fue famoso el caso de Gary Medel, que inventó la palabra chispeza, para referirse a lo que se conoce como la picardía.
-Más allá de esas determinaciones de los medios tradicionales, en una entrevista que te hicieron hace dos años a partir de tus indagaciones sobre el deporte, planteaste cierta mirada refractaria del periodismo deportivo a considerar el pensamiento científico social. ¿Esa distancia persiste frente al papel de los jugadores en la situación actual de Chile? ¿El periodismo sobre deportes apela a las ciencias sociales o a los estudios culturales para reflexionar sobre el comportamiento político y comunicacional de los jugadores?
-Sigue existiendo un abismo entre la academia y el mundo de los deportes y sobre todo del fútbol. Pero la culpa recae más bien en cierto elitismo por parte de los cientistas sociales. Y en una falta de empatía comunicacional con los medios. En otras palabras, hay que mantener la perspectiva, pero hablar en un lenguaje sencillo y eficaz. Citar a cada rato a Pierre Bourdieu, suena a un «citismo» sin pies ni cabeza. Muchos pensarán que este intelectual es un doble 5 de la selección campeona del mundo en Rusia. Poco a poco, nos invitan a programas deportivos, para preguntarnos sobre tema de violencia, de identidad, y para explicar lo que se supone, nosotros podemos explicar. En mi caso particular, soy presidente de un club de barrio de básquetbol (www.crucianos.cl) y soy panelista de un programa de fútbol, en la que se me encarga la tarea de hablar de historia e identidad del deporte en Iquique, en Chile y en algunos casos en América latina. En los diseños curriculares de las carreras de periodismo no existe periodismo deportivo y menos sociología del deporte. Los sociólogos deben romper con el lenguaje de la secta sociológica cuando nos toca comunicarnos con los otros.
-La cuestión de las identidades aparece como un foco muy valioso en tu producción académica. Considerando ese campo de trabajo tuyo, ¿qué te hace pensar la aparición de banderas de clubes y de núcleos de hinchas agrupados por su fervor por un club en las manifestaciones populares del final de octubre?
-La transversalidad de las manifestaciones y el arriar las banderas de los partidos políticos hizo que aparecieran otros emblemas identitarios, en este caso las banderas de los clubes deportivos, movilizadas por las barras. Es una forma de decir, estamos todos juntos, los de aquí y los de allá. Juntos barristas que en la cancha no se pueden ver. Nos hace entender que el fútbol cede su jerarquía simbólica en favor de una causa mayor. Un clásico entre Colo Colo y la Universidad de Chile, deja de ser importante. Pero, el cambio de banderas que se ve en estas manifestaciones se inscribe más bien en una lógica más de carnaval que de protesta política. Sin banderas de clara connotación política impide la acción política. Las banderas de los clubes deportivos le dan colorido, pero carecen de densidad política.
-Tus trabajos ayudan a comprender la significación del deporte para la construcción de pertenencias sociales, en particular en el norte de tu país. Al revés de ese ciclo gestacional, en los últimos años algunos de los clubes más notorios de Chile pasaron a manos privadas o privatizadas. ¿Considerás posible que los escenarios abiertos por las protestas populares de estas semanas generen alguna discusión sobre qué es y cómo se cuenta el deporte en Chile?
-Obviamente que sí. Ya se discute la necesidad de tener una política pública deportiva que se oriente a la inclusión y a la cohesión social. Se plantea que debe haber una vuelta a los deportes amateur y a sus clubes deportivos de larga tradición y que remite a barrios, a oficios. Hoy, el Estado sólo se hace presente a través de fondos concursables, y nada más. Desconoce la importante labor que estas instituciones deportivas cumplen en la creación de capitales sociales. Además en un país con problemas de obesidad en la infanto-juventud una política deportiva masiva e inclusiva tiene mucho que decir. Una politica pública que sepa hacer la diferencia entre deporte y juegos, etcétera. Recuperar y crear nuevos espacios deportivos es vital. La historia de nuestras ciudades es la pérdida de los espacios deportivos y la creación de espacios de consumos: shopping, etcétera. Hace falta formar nuevos dirigentes y consolidar las frágiles estructuras institucionales de estos clubes.