Cada uno con su estilo

Por Daniel Guiñazú (*)

Si cientos de pibes de todo el país, hoy sueñan con ser relatores deportivos y colgar de sus gargantas las emociones que surgen de las canchas, las pistas y los rings, es porque antes hubo grandes voces que dejaron un surco en la historia. Lo trazaron intuitivamente, sin más recursos que su talento, su golpe de vista, su poder de descripción, su imaginación y su riqueza para convertir sus palabras en imágenes del teatro de la mente.

En la mesa del fútbol, resaltan cuatro nombres centrales que marcaron su tiempo, cada uno con su estilo: el primero fue Lalo Pelliciari, que vino de Uruguay en 1935 y relató en Radio Rivadavia, Stentor y Mitre (de la que llegó a ser su dueño). No hay grabaciones que puedan dar cuenta de su estilo. Fioravanti (https://www.youtube.com/watch?v=TqjQiWKSKH0), quien fue su comentarista hasta 1941, destacaba su teatralidad. “Inventaba los partidos, los adornaba”, decía sobre él. Era desprejuiciado, informal, espontáneo, claro y veloz en la descripción de las jugadas. Conectaba con los hinchas en una época en la que los grandes partidos se jugaban en las canchas y sobre todo en las radios.

Más que un relator, soy un narrador”, acostumbraba a definirse a sí mismo Fioravanti (nacido Joaquín Carballo Serantes en 1905). Y era tal cual: posaba su voz sobre el partido, acompañando las acciones y subrayaba los momentos de mayor emoción, con un lenguaje tan elegante que enriquecía el vocabulario de quienes lo escuchaban. Los lunes, en las escuelas, los chicos les preguntaban a sus maestros el significado de tal o cual palabra porque el domingo la habían escuchado de su boca. Fioravanti fue el inventor de la transmisión de fútbol tal cual la conocemos y el relator más popular en los ’40 por Radio Splendid y en los ’50 y los 60’ por El Mundo.

En los 60, sin perder su buen decir, debió hacerse más enfático por la aparición y consolidación en Radio Rivadavia de José María Muñoz (https://www.youtube.com/watch?v=Hw7jJ8M4tJI). “Tenía el domingo a las cuatro de la tarde en la garganta” dijo alguna vez de él Víctor Hugo Morales sintetizando lo que su voz representó en el paisaje futbolero de los años 60 y 70. Nunca fue un relator extraordinario ni se destacó por la pulcritud de su lenguaje. Elevaba la voz, gritaba, dejaba que la emoción lo desbordase y se derramase sobre sus oyentes.

Pero llegó a lo que llegó sobre todo porque fue un obsesivo de la producción que trabajaba de lunes a lunes, llegaba antes que ninguno a la radio de Arenales y Pueyrredón, y se iba después que todos. Aprovechó la explosión de las comunicaciones de los ’60 y unió al país y al mundo con sus conexiones. Sus transmisiones fueron un show del deporte. También una muestra de periodismo acrítico, meloso y obsecuente con los poderosos.

Respaldó sin reservas el Mundial ’78, mandó a la gente que celebraba el título juvenil del ’79 a manifestar en contra de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y movilizó en 1982 a favor de la aventura en Malvinas, porque entendía que era lo mejor para el país. Dante Zavatarelli, uno de sus colaboradores más cercanos y reconocidos, lo definió así: “Estuvo siempre a favor de todo, hasta de lo que tenía que estar en contra”.

En ese contexto, la llegada desde Uruguay de Víctor Hugo Morales (https://www.youtube.com/watch?v=O8G9ytZg-bM) en 1981 significó un hecho revolucionario. Porque puso a la narración deportiva en otra frecuencia. Todos los atributos de un gran relator (voz, golpe de vista, emoción, claridad al decir, poder de descripción, riqueza expresiva, inventiva, sentido periodístico y cultura) Victor Hugo los llevó a la cúspide a lo largo de una trayectoria impar que lleva ya más de medio siglo de vigencia. Decir que es el más grande relator de todos los tiempos de habla hispana no es una exageración: es una realidad. En YouTube están sus relatos para comprobarlo.

Si hubiera un lugar más en esa mesa histórica, sin dudas sería para Bernardino Veiga (https://www.youtube.com/watch?v=gCe3cpj7Sus), el símbolo de los relatores partidarios. Siguió a Boca desde fines de la década del 50 hasta su muerte en 1979 e hizo vivir emociones inenarrables a millones de hinchas de todo el país con su vibrante grito de gol que estiraba la letra o al límite de la excitación y tenía de fondo el alarido de la hinchada xeneize. Contaba los partidos, sin adjetivar demasiado, pero su narración levantaba cuando la pelota merodeaba el arco rival. Muy pocos trasmitieron como él, la verdadera emoción del fútbol.

Veiga fue un relator muy completo. Al igual que Fioravanti, también descolló innumerables noches narrando boxeo al borde del ring del Luna Park. Para muchos, fue el mejor de todos en esa tarea en la que también brillaron dos voces extraordinarias: las de Osvaldo Cafarelli (https://www.youtube.com/watch?v=f02XGZGScyU) y Ricardo Arias. Los dos también se dedicaron al fútbol. Pero fue en el boxeo donde encontraron su lugar de consagración.

Cafarelli seguía las peleas golpe a golpe, usaba el idioma con pulcritud y justeza y sus metáforas en medio del ardor de las acciones precisaban en la mente de los oyentes lo que estaba pasando sobre el cuadrilátero. Arias, con su tono y su elegancia, por su notable capacidad para emocionar sin perder las formas y ni adjetivar en exceso fue otro crack que también marcó una época en la televisión. Uno y otro protagonizaron transmisiones inolvidables que bueno sería recuperar para escucharlas y vibrar con ellas otra vez.

El automovilismo es otra cosa. Sobre todo en épocas en que las carreras duraban largas horas o días como los Grandes Premios, el relator debía contar lo que veía y suponer o inventar lo que no veía. En eso de mantener la audiencia atrapada con todos los recursos que tenía a mano, Luis Elías Sojit(https://www.automundo.com.ar/radio-luis-elias-sojit/) fue un genio. Empezó relatando fútbol en 1932 y en 1934 cubrió el Mundial de Italia para Radio Rivadavia. Pero fue al borde de las rutas y las pistas donde llegó a la historia.

Fue quien le contó al país la epopeya de Fangio en Europa. Quien hizo seguir las carreras desde el aire con los aviones. También, quien popularizó frases inolvidables (“Coche a la vista” cuando a la lejanía divisaba la llegada de un auto. “Hoy es un día peronista”, “Perón Cumple, Evita Dignifica”). Su cerrada adhesión al peronismo la pagó con el exilio. Cuando lo dejaron volver, siguió siendo un creador, un protagonista de la radio.

Eduardo González Rouco (https://www.youtube.com/watch?v=UK_nDdIjMmk) lleva el relato en la sangre. Hijo y sobrino de narradores de automovilismo, desde la década del ‘60 convirtió su voz en un sonido tan propio del Turismo Carretera como el de los motores. Les faltaba algo a las mañanas de los domingos si él no relataba las carreras con su estilo vibrante. Con Carburando por Radio Rivadavia llenó el aire de autos y emociones

Y no estaría completa esta reseña si sobre el cierre no se mencionara a Edgardo Román Gilabert, un formidable relator de básquet de los 80 y los 90 que contó los comienzos de la Liga Nacional y las giras de los seleccionados argentinos mucho antes de que la Generación Dorada marcara un nuevo punto de partida para la actividad.

La radio ya lleva un siglo reflejando al deporte. Y acaso el lazo que anudaba las voces de los grandes relatores con los grandes acontecimientos en el país y el mundo, en los últimos tiempos se haya aflojado. Es la televisión el gran teatro de los sueños. Pero ninguno de sus relatores hubiera llegado adonde está si antes no hubieran estado en el aire Fioravanti, Muñoz, Víctor Hugo, Cafarelli, González Rouco y tantos otros pintándonos con la garganta, un gol, un nocaut, una llegada o un doble. Las limpias emociones de una pasión nacional.

(*) Profesor de Deportea y periodista. Trabaja en Página/12 y en La Voz del Interior de Córdoba.