Chau, maestro

Pleno Mundial de México, en 1986. Carlos Ferraro conversa con Oscar Ruggeri.

Por Oscar Barnade (*)

El periodista y docente Carlos Ferraro falleció el viernes 30 de abril pasado, a los 79 años, víctima de un paro cardíaco en su casa de Florida. Padre de Ricardo y María Laura, abuelo de Santiago, había nacido el 10 de enero de 1942. De extensa trayectoria en los medios, comenzó como productor en televisión, fue una gran pluma de los medios gráficos y también comentarista de fútbol y boxeo en radio. Se inició como productor del programa Polémica en el Fútbol en 1962 y también hizo campo de juego en las transmisiones de los partidos de Reserva que se transmitían por Canal 13.

En la década del 70 comenzó a hacer colaboraciones en las revistas Gente y El Gráfico, en 1979 se incorporó como redactor de La Hoja del Lunes y en 1981 ingresó como redactor al diario La Nación, del que se desvinculó en 1996. También fue redactor del diccionario ABC de Primera del diario deportivo Olé.

En radio participó en El fútbol vive por Excelsior, Sangre Celeste, Por siempre Racing, Fútbol Imperial y veladas de boxeo por Excelsior. Fue presidente del Círculo de Periodistas Deportivos (1997-2007) y ejerció la docencia por más de dos décadas en la escuela de periodismo de TeayDeportea.

“El inventor del fútbol” era el apodo cariñoso que le decíamos un grupo de periodistas que compartimos almuerzos una vez por mes desde tiempos inmemoriales hasta que la pandemia frenó todo. De aquellos encuentros quedaron miles de anécdotas. Por pertenecer, aunque fui la última incorporación, me pidieron escribir algo. Propuse compartir sensaciones y anécdotas.

“En 1966 vino al Círculo a proponerme mi primer trabajo en el programa de transmisión de las terceras que televisaba el 13 con Apo Padre. Yo era bancario. Nunca hubiera sido periodista sin su empujón. Carlitos sabía que fue mi mentor. Y que Dios le reconozca su grandeza d tipo derecho sin plata pero lleno de sentimientos verdaderos. Descansa en paz, Maestro”. (Horacio Pagani)

“Carlitos en presente, porque seguirá acompañándonos hasta el fin de nuestros propios tiempos. Con su disfraz de tano cabrón, más bueno que no sé qué. Habla pestes de quienes pretenden otorgarle al fútbol la condición de ciencia inabordable. Desecha por considerar absurdas expresiones tales como «visión periférica» y «no supo cerrar el partido». Y pregunta: «¿Cómo se cierra un partido?, ¿con llave?, ¿con qué llave?» Chicanea y se arrepiente al toque, y viene al encuentro para darnos un abrazo. Al fin, quienes sentimos culpa somos nosotros. Pasamos por esa infinidad de veces; al cabo, vecinos con colores diferentes pero suscriptores de una misma ideología: disfrutar del fútbol sin dramas ni odios. Tano querido”. (Roberto Fernández)

“Con Carlitos tuve la suerte de compartir casi un año en la Hoja del Lunes. Cada día aprendía algo y una frase me quedó para siempre: ‘Pibe, trata de no integrar el club de los sin manos, esos que nunca le pegan a una tecla. Y menos integrar la comisión directiva’” (Héctor Hugo Cardozo)

“Se debería destacar su gusto por el purismo entre los estilos futbolísticos. Y lo gracioso en anécdotas como cuando cargó a Martín Palermo ante un dirigente del fútbol español. No me acuerdo bien cómo era pero algo así como que quiso tirar una pared y atropelló una de verdad”. (Carlos Rodríguez Duval)

“El hit de aquellos almuerzos en La Raya eran las discusiones futboleras en las que Carlitos trataba de “burro” al goleador del momento contra la opinión de varios que se rendían ante el encargado de terminar todas las jugadas que armaba Riquelme adentro de la cancha e imaginaba Bianchi desde afuera. Martín Palermo no quedaba afuera de ninguna charla, a los gritos, lógico, en esa mesa llena de periodismo y de fútbol. Un día nos escuchó Roberto Llaneza, secretario técnico del Villarreal español que estaba almorzando en una mesa cercana y se acercó, con entusiasmo, a decirnos que ‘ese que vosotros nombrais ahora juega en mi club’. Carlitos lo miró fijo y le dijo: ‘compraron a un burro. La única vez que tiró una pared se le vino encima’. (Néstor López). Vale recordar que en 2001, el Titán fue a festejar un de sus goles con la hinchada y por la presión de la gente se derrumbó un pequeño muro sobre él y se rompió el tobillo de la pierna izquierda.

“Cada vez que Bauza y Sampaoli hacían la convocatoria para las eliminatorias al mundial, cuando se le consultaba su opinión, la respuesta del Tano, casi siempre era más o menos la misma: llaman a dos o tres jugadores, los demás son todos burros y corredores. Un fundamentalista del fútbol”. (Jorge Fernández Gentile)

“Carlitos cubrió la carrera en la que se mató el automovilista Roberto Mouras. Había estado hablando unas palabras con el Toro bien temprano. Cuando después contó esa situación, el remisero que lo llevó a la carrera le preguntó, ‘¿Te dijo algo?’, `Qué me va a decir, que se iba a morir?’ le contestó Carlitos”. (Pablo Vignone)

Con Alfredo Bernardi, Juan José Panno, Néstor Straimel y Daniel Guiñazú compartimos penas por su partida. Recuerdo que cada vez que nos cruzábamos en la sala de profesores de Deportea, escuela en la que ambos compartíamos la materia Fútbol I, me decía “maestro, vos que sabés…”. “No, vos sos el maestro”, le retrucaba con timidez. ¡Pavada de elogio, justo él que había sido El inventor del Fútbol!!!

De todas las reacciones en las redes sociales y en los medios, me gustaría destacar tres testimonios.

El de Claudio Mauri en La Nación.

Fue periodista gráfico en la era que no había Internet, cuando en la redacción se formaba una nube de humo de los cigarrillos y se acumulaban los pocillos de café. Tiempos que muchos definen como la bohemia del periodismo. De la transición de la máquina de escribir Olivetti a la primera PC, todo un armatoste. Carlitos hizo ese tránsito llevando en alto sus fuertes filiaciones: racinguista de alma, fana de Chevrolet como fierrero del TC y radical de comité.

Personaje de una sola pieza, firme ante los poderosos y solidario con los más débiles, como cuando socorrió a un joven cronista que cometió un error en una nota tras haber estado suspendido. “Digan que la cagada me la mandé yo porque si no lo echan”, fue el manto protector que extendió Ferraro”.

La de Roberto Berasategui en Twitter:

Qué tristeza! Carlitos Ferraro fue un gran periodista, pero una gran persona que me acompañó con grandes aprendizajes en mis primeros tiempos en la vieja y querida redacción del diario @LANACION. Fanático de Racing, de boxeo y del automovilismo.

Sólo un ejemplo de lo que fue Carlitos, más allá de desempeñarse como el gran DT de nuestros equipos de fútbol en los campeonatos internos del diario y del CEPA, en las canchas de la calle Pepirí

Previo al Mundial de EE.UU. 1994, se produjo una interna entre Deportes y la Sectetaría. Producto de ello, por un error (escribí en la formación de Boca el apellido de un jugador que estaba con la Selección) me suspendieron durante 40 días (hasta el final del Mundial)

Al ver semejante sanción (exagerada pese a que existió el error y motivada por el conflicto) Carlos Ferraro se ofreció a decir que el autor de ese texto sería él, para evitar mi sanción pero con el riesgo de no viajar a EE.UU.

Un gesto que jamás olvidé y que el día que me fui del diario, en septiembre de 2015, emocionadamente lo recordé y lo destaqué junto con él. ¡QEPD querido Carlitos!”

Y la de Juan Pablo Méndez en sus redes.

La puta madre”, me salió de adentro cuando por Twitter me encontré con la triste noticia del fallecimiento del querido Carlos Ferraro. Personaje particular, inolvidable por su solidaridad con los más débiles. Apenas arrancaba yo en La Nación y fue el primero que se me acercó: “Si te tocó Defensa y Justicia tomate El Halcón, si te piden llamar para pasar la crónica acordate de este interno. Cualquier cosa llámalo a Quique, pero fíjate en la guía Sólo Fútbol si tenés alguna duda”. Después, varias veces nos tocó cubrir partidos juntos. Recuerdo el histórico Gimnasia 0-Independiente 1 del 95, el del gol de la Chancha Mazzoni, que postergó el sueño del Lobo. Volvimos a la corresponsalía y ahí la lucha por la pc era de hervir. Y encima el fax fallaba…

Carlitos tenía una veneración enorme por el Coco Basile y Rubén Paz. Su pasión por Racing era de un amor intenso. Muy crítico de lo que no le gustaba, a los trepadores los marcaba enseguida. Inolvidable: una tarde el Negro Marchetta me dice ‘venite al hotel con Ferraro que le quiero decir las cosas en la cara’. Ahí fuimos al día siguiente de su despido como técnico de Racing. ¿Cómo terminaron? A los abrazos.

Más adelante, fue uno de los gestores de mi ingreso a Olé, empresa en las que estoy por cumplir 25 años y en la cual Carlos aportó para un histórico diccionario de fútbol que se lanzó en 1997.

Su pasión lo llevó a dirigir el Círculo de Periodistas Deportivos, entidad de la que se alejó porque todo tiene un límite y no se dejaba seducir por el poder. “Es todo por amor al arte, no veo un mango”, me explicó. Otros, y la política argentina es un ejemplo, se aferran al poder.

Hace algunos años vino un par de veces para mi barrio para almorzar en las parrillas cercanas. Pero la comida siguiente se postergó demasiado. Luego, por la pandemia, nos quedó pendiente el último abrazo .

Le preguntaron al periodista polaco Ryszard Kapuscinski en una entrevista para El Mundo TV en mayo de 2006.

Para ser buen periodista, ¿hay que ser buena persona?

– Sí, yo estoy muy seguro de esto. Nuestro trabajo depende mucho de otra gente. Es una obra colectiva.

Carlitos cumplía con todos los requisitos.

Chau, maestro.

(*) Periodista y docente en Deportea. Trabaja en Clarín.