Por Matías Cavallero y Federico Pineda
El hartazgo pudo más. Facundo Mirata puso manos a la obra tras sus historias de desencanto con los medios de comunicación hegemónicos y tradicionales para abrir paso, en épocas de blogs y de crecimiento de las nuevas plataformas, a Cultura Redonda. Por aquel sitio web, reversionado el año pasado y adaptado al formato revista, pasaron viajes estrafalarios a resquicios ignotos, clubes que viven en el recuerdo y aproximaciones a mundos por los que rodó la pelota, sin pedir permiso, pero no se acercaron los micrófonos, las libretas y las lapiceras. Cuatro almas llegaron a esos lugares donde el espíritu futbolero aún continúa en el aire, donde el color del césped es el mismo, donde la pasión palpita.
-El slogan del medio es “otro periodismo es posible”. ¿Qué tipo de periodismo pregonan ustedes en Cultura Redonda?
-Nosotros siempre intentamos ir detrás de lo que comúnmente se muestra en las pantallas, sobre todo de televisión. En la gráfica también existe y mucho, lamentablemente. La idea nuestra es salir del eje, no ir al griterío ni al análisis sin sentido, o a la búsqueda de un show. Tratamos de hacer lo que decimos que es un periodismo en serio: tratar de investigar, preguntar, hacer algo que, en base a nuestra forma de ser y nuestras ideas, no encontrás en todos lados. Contar historias no tan conocidas y, cuando es algo conocido, ir un poquito más allá; encontrar la palabra adecuada para que alguien te lo explique, o mismo nosotros verlo desde otra perspectiva. La profesión del periodismo está muy bastardeada, y todos los que formamos parte de Cultura Redonda coincidimos en eso. Hay que analizar las cosas como realmente ocurren.
-En base a eso, ¿qué libertades les otorga Cultura Redonda? ¿Arman algún cronograma en la semana o cómo preparan esas notas que van pensando?
-Al ser un medio autogestionado, la realidad es que es bastante libre. Tenemos la posibilidad de jugar y no hay trabas de ningún contexto. No te pasa como le puede pasar a cualquier periodista, que le digan “de esto no se habla”. Acá se puede hablar de cualquier cosa. Lo que empezamos a hacer hace poco es una revista. Ya contábamos con la página web, que funciona hace diez años, y comenzamos a hacer una tirada mensual que cuenta con siete u ocho notas. Lo que hacemos son reuniones de redacción dos o tres veces por mes, en las que charlamos para dónde ir. Es bastante diverso y las posibilidades de ideas son muchas. Muchas de las veces, por ahí hay chicos que hablan de cosas que yo no entiendo, pero otro sí, entonces nos ayudamos entre todos para llegar a algo que realmente sirva. Esto que ideamos hace poco nos gustó mucho porque nos dio otro aire, y nos otorgó un camino. A veces estábamos medio dispersos por no tener un cronograma específico. Hoy, ponemos una fecha específica para que los plazos estén mejor estipulados y de un tiempo a esta parte lo estamos haciendo así.
-¿Cómo surge la idea de crear el medio?
-Me surge la necesidad junto con un amigo. Yo trabajaba en una página web muy conocida y lo que hacía no me llenaba. Sentía que escribía sobre cosas que, por momentos, ni siquiera comprendía. Me hacían hacer una nota de una previa de algún partido, y yo no había ido a la cancha, a los entrenamientos, no había hablado con nadie de ese club en específico. Hacer periodismo es ir al lugar, preguntar, meterte. Acompañado a eso, me habían ocurrido varias situaciones: no podía publicar textos, por ejemplo, con presidentes de ciertas instituciones. Cuando preguntaba el por qué, era porque el dueño del medio era amigo de ese mandamás. Estaba un poco encabronado con la profesión. Tenía un amigo que también laburaba en un medio muy conocido y le pasaba algo similar, pero en el sector de espectáculos. Decidimos empezar a crear uno entre nosotros porque lo que pensábamos le interesaba a mucha gente. El cómo contábamos las cosas resultaba importante. En un principio, fue un blog.
-¿Tomaron alguna referencia de otro medio autogestivo en ese momento? ¿Qué ejemplos tienen?
-Había un boom muy grande de las publicaciones españolas. La página de Martí Perarnau explotó de manera muy grande, otra que se llamaba Matador Internacional también. Yo era muy fanático de Panenka, que es una referencia por muchas de las cosas que salen ahí. Era de leer mucho El Gráfico, que tenía cosas que nosotros deslizábamos en cuanto a la forma de pensar. Revista Un Caño era una bestialidad. Iban a diferenciarse de lo que mostraban los grandes medios y sin contarlo como te lo querían vender todos los hegemónicos. Sabíamos que lo leíamos y estábamos metidos sin decirlo, no para copiarlo sino para ver qué pasaba desde otro contexto.
-¿Sabían que no iba a ser lo mismo que en un medio masivo? ¿Qué objetivos tenían y esperaban las complejidades que podían aparecer?
-No lo pensamos, quizás por la juventud y porque estábamos cansados de hacer lo mismo todo el tiempo. Ninguno de los que empezó el proyecto tomó conciencia de lo que era autogestionarnos. Pensamos en despuntar el vicio, en disfrutar realmente de lo que nos gustaba. Más allá de si uno saca plata o no, lo hago porque me apasiona, porque estudié algo que, con el tiempo, sentí que estaba muy manchado y que debíamos hacerlo de otra manera. Yo quería vivir eso. El simple hecho de sentarte a escribir una historia ya te llena y te deja contento. Con que alguien te diga “qué buena que quedó la nota”, estás tranquilo. Estábamos demasiado hartos de esas situaciones que nos pasaban.
-¿Cultura Redonda es rentable?
-Para que lo sea, hace falta cierta voluntad de buscar a gente que ponga la plata. Hoy, lo que tenemos son canjes. Ser rentable es posible, nosotros nos propusimos ir a buscarlo hace un tiempo y no lo pudimos lograr. Con la revista se puede llegar a dar. Nos empezó a buscar Quilmes y nos mandaba cervezas para que hagamos sorteos y divulguemos cosas en las redes. Querían generar un cambio de imagen en la empresa y, con nuestro slogan, pensaron que buscábamos lo mismo que ellos. Llegamos a eso, pero no a que sea redituable. Las marcas suelen estar volcadas a la masividad. A veces, estas situaciones chocan entre sí. ¿Si Quilmes nos da cosas, podemos hablar mal de Quilmes? Para nosotros sí, pero ellos se pueden enojar. Es un círculo raro y se puede llegar a dar. Diría que es como pasa con muchas radios cooperativas, hay que salir a buscar el mango.
-Mati Peliccioni, productor de TyC Sports, había dicho que la pirámide de ingreso a los medios importantes había cambiado, y a partir de los autogestivos, se podía dar el salto a los masivos. ¿Opinás lo mismo?
-Coincido totalmente, porque lo que lograron Internet y las redes es que vos te expongas a mostrar lo que hacés. Si tenés pasión y talento, los medios te miran. Morena Beltrán es un ejemplo de lo que pasó: generaba contenido que estaba buenísimo en Twitter y hoy eso lo hace en ESPN. De alguna forma, a alguien le llegó y creo que está buenísimo. Antes, si no tenías un primo, un amigo, o hacías una pasantía y le caías bien a un jefe, no llegabas. Creo que los medios tradicionales están muy cerrados, es importante que los que estudian periodismo y tenga ganas de hacer uno autogestionado le ponga las mismas ganas que si lo hiciera por un empleo. No importa si no tenés tiempo, yo me divierto y la paso bien. A veces lo hago con más pasión que el trabajo que me da de comer y eso me parece que es vital.
-¿Qué cosas se fueron dando cuenta, en el avance que estaban teniendo, que no se imaginaban que podían ocurrir? ¿Con qué personajes interesantes, notas buenas, se fueron encontrando?
-Yo soy muy fanático de un club de fútbol de la B de Alemania, el St. Pauli. Tiene una tendencia de izquierda, manejado prácticamente por los hinchas. Llegué hasta tal punto de que mi novia me sugirió viajar a Hamburgo para ir a la cancha y conocer. Fuimos, hicimos el recorrido, fue una locura y me voló la cabeza. Eso está en una nota de la página. Estábamos tomando mate afuera del estadio y cuando íbamos a hacer el tour, el muchacho alemán que lo coordinaba viene y me dice “eh, mate”. Era rarísimo todo. Y siguió. “Yo fui a Argentina, me encanta”, me contó con un español bastante bueno. Nos hicimos amigos y cada vez que juega el St. Pauli me mensajea. Tengo un amigo que vive en Hamburgo, hincha del club, que me pasó otra historia sobre un fanático del Rot-Weiss Essen, otro equpo germano. Nos pusimos a hablar y me cuenta que salieron campeones en 1953 e hicieron una gira por Sudamérica. Uno de los países que visitaron fue Argentina y le ganaron a San Lorenzo. A las afueras del estadio, hay una foto de la gira en la que está Perón. El tipo entendía quién era Perón pero todos los que transitan por ahí no debían tener ni idea. De repente aparecen cosas que parece que son una locura pero están ahí, que para mí es periodismo puro. Una historia en un lugar que no estaba, que para vos son unas vacaciones.
-¿Cómo hacés para congeniar tu trabajo como productor de televisión y el de Cultura Redonda?
-Es muy difícil. Se vuelve complicado todo, y es algo que te quita tiempo pero a la vez es algo que disfrutás. A mí me pagan por ir a ver fútbol: dichoso de hacerlo. Los que son testigos de lo que yo hago me dicen que no estoy bien. Capaz que corregís una nota y le preguntás sobre un equipo a un pibe en Bosnia.
-¿Cómo sentís vos el periodismo?
-Citando a Walsh, “el periodismo es libre o no es nada”. Aprendés cuando empezás a contar cosas que te pasan o que viviste y que la gente necesita saberlas. La mirada mía no es absolutista, sino que hay miles, pero a la vez vos tenés una forma de contarlo y de verlo. Me parece que es vital mantener ciertas cosas y una es la libertad, que es muy difícil. La otra es sostener la pasión, de seguir siendo a la cancha, de hacer una entrevista mano a mano. Quizás hoy se pierde un poco por todo lo de la pandemia, pero también te permite seguir charlando y pensando a la distancia. Hay que ser romántico, apasionado, estar todo el tiempo detrás de algo que quizás otro no ve. En la pared, por ahí hay algo más que una pared. Está bueno buscarle una rosca más a todo porque ahí está el trasfondo.
-Hay personajes que no son periodistas y que tienen llegada a los principales deportistas o futbolistas. ¿Cualquiera puede hacer periodismo?
-Sí, yo creo que el título no te avala a serlo. Que vos salgas de una universidad o una facultad no lo es todo. Hay varios que nunca estudiaron y nadie te va a negar que son periodistas. Esto que pasó con Ibai Llanos es lógico: el mundo está cambiando, la comunicación también, y hay que adecuarse a eso. Quizás lo que le preguntó a Dybala en su entrevista no es lo que le preguntaría yo, pero termina siendo interesante. Lo que tiene que quedar claro es que tiene que haber respeto y la conciencia de qué se pregunta y por qué se pregunta. Lo que te da ir a la facultad son herramientas, el olfato no se gana ahí. Lo aprendés de las vivencias. Si Ibai tiene llegada y yo como periodista no, hay algo que hice mal.
-¿Qué obstáculos encontraron para armar el medio en estos 10 años?
-Esto de las redes nos afectó mucho porque es la forma en la que hoy más llegada tiene y genera masificación. Un posteo en Facebook, en Twitter, hace que mucha gente te lea. Hay lagunas de los chicos, mías, falta de ganas un montón de veces, propias de cada uno. Falta de comando mío también, enojado con cosas que me han pasado. En un medio autogestionado, las trabas te las ponés vos porque hacés lo que tenés ganas. También pasa que no te sale lo que querés escribir o no te contesta un jugador.
-¿Cómo surge el nombre de Cultura Redonda?
-Yo soy muy Ricotero y viene de ahí. Mi amigo avaló ciertas cosas sin que yo se las diga. Cultura y Redonda pegaba y me cerraba por todos lados. Había un momento en el que yo titulaba todos los textos con canciones, por más que no tuviesen nada que ver. Era un problema mío. Muchos de los chicos que escriben no tienen ni idea, nunca me preguntaron. Quería que tuviera algo, aunque no se entienda, de los Redondos.
-¿Quiénes escriben en Cultura Redonda?
–Acá estamos: Abda Barroso, Adrián Pacheco, Agustín Capsala, Alex Cellillo, Sebastián Baccarelli, Bruno Scavelli, Diego Huerta, Claudio González, Esteban Chiacchio, Federico Leiva, Federico Reichenbach, Facundo Mirata, Guido Antonelli, Horacio Ojeda, Juan Podestá, Juan Esteban Diez, Julián Barral, Leonardo Di Pasqua, Nicolás Di Pasqua, Fernando Marino, Matías Zampini
Nicolás Quiroga, Nicolás Galliari, Pablo Dragun, Ricardo Maringolo y Sebastián Mancuso.
-¿Pensaron en algún momento en entrar en otras plataformas más allá de la revista?
-Durante la parte más dura del confinamiento, empezamos a hacer unos programas por Youtube. A mí no me terminaban de cerrar, no estaba convencido de lo que estábamos haciendo. Eso derivó en algunos proyectos que hoy están para darles el golpe de horno, pulirlos y hacerlos de vuelta. Uno es un canal de Twitch, en el que nos sentamos a hablar de fútbol. Creemos que es un lugar en el que se puede hacer y no sabemos si le termina de cerrar al que lo consume, pero a nosotros sí. La realidad es que a nosotros nos gusta sentarnos una hora a hablar de por qué la pelota entró o no entró. Tenemos la idea de hacer algunas cosas en podcast, pero yo no estoy tan curtido. No estamos cerrados a nada, y eso es difícil porque es complejo hacer todo.
-¿Qué lugar ocupan los autogestivos en el mapa actual de medios?
-Yo creo que ocupan un rol importante, no sé si en el mismo nivel que los hegemónicos. Para el mayor consumidor, está muy arraigado. Hay un montón de gente yendo a buscar otra cosa, que no es tan verdad cómo se cuentan algunas cosas. No sé si es tan importante, pero es vital que existan y que estén ahí. No habría más voces que los que te cuentan lo mismo todos los días. Eso se nota cuando la gente empieza a retwittear algo, o cuando se hacen hilos. Periodistán es un medio en sí, encontró algo que a la gente le encantaba. Eso es periodismo puro. Contar historias. El pibe se sienta, investiga y publica. La gente no preguntaba si un hincha de Huracán se fue a Afganistán a ver qué pasó, y hoy lo miran. Es imposible combatir contra lo que ya está instalado.