Daniel Lagares: El hombre que cuenta historias

Por Thomas Márquez Crispino y Jerónimo Spangenberg

Confesiones de la Pelota es el nuevo libro que presentó Daniel Lagares, docente y periodista con una larga trayectoria en diferentes medios de comunicación. Esta obra cortita, rápida y frenética, tal como él la describe, es un conjunto de experiencias entretenidas que ameritaban ser volcadas al papel. El prólogo de Ariel Scher y la contratapa de Ezequiel Fernández Moores ayudan al lector a entender y conocer a Daniel tanto en su forma de escribir como en su manera de vivir. Un hombre del fútbol, y que le gusta el fútbol, sacó a la luz algunas historias que tenía en su tintero, junto con ediciones Al Arco y una fantástica ilustración de la tapa hecha por Miguel Rep, quien percibió con nitidez -y con su talento extraordinario y generoso- el sentido de la obra.

-El libro está divido por relatos. ¿Cómo los seleccionaste? ¿Tienen ese orden por algo en particular?
-Había una idea general en la cabeza, una especie de memorias sin que fuera autobiográfico pero me remito a Borges, disculpándome de la insolencia. Una vez le preguntaron si había algo de autobiográfico en lo que escribía y respondió: «Todo es autobiográfico, pero solo yo lo sé». Más o menos es la idea. Salvo el primer capítulo, el resto tiene un orden antojadizo, a medida que iba escribiendo los dejé así ordenados-desordenados en el tiempo cronológico.

-En general, te describen como un contador de historias y se hace hincapié en tu atención a los detalles. ¿Te considerás de esa manera?
-Sí. Creo que los detalles son decisivos porque apuntan al hueso, al corazón de lo que querés decir. Tratar de ver lo que ven pocos para realzar la historia. Lo más importante no es escribir, sino ver. Después, viene el texto. Si viste bien y más o menos manejás sujeto y predicado, el texto viene solo.

-⁠¿Qué condimentos crees que tiene que tener un buen contador de historias?
-Primero, pensar que la historia no es para vos aunque la escribas porque querés que otros las conozcan. El objetivo siempre es el otro, el lector. Que se informen, si es noticia, que se divierta si es una historia. Y lo ideal es mezclar ambas cosas, incluso cuando hablamos de noticia dura, la cabeza informativa, la pirámide invertida y todos esos tópicos.

-En el proceso creativo, ¿los relatos los escribiste para el libro o ya tenías algunos y los compilaste?
-Estaban en mi cabeza. Son experiencias que me tocó vivir, a veces como simple testigo, a veces como coprotagonista involuntario. Todas las historias estaban destinadas a este libro. Y descarte varias más para no hacer un libro largo. La idea fue que lo leyeran los más jóvenes sabiendo que están acostumbrados a lecturas breves y rápidas. Por eso, también, descarté muchos mas detalles que pude haber incluido en cada cuentito. No está dedicado o pensado para gente mayor sino a los mas chicos. Doy como ejemplo los encuentros posteriores con Maradona, Messi o Menotti, por mencionar los apellidos más rutilantes.

-En el libro decís claramente que rechazas la frase “Todo tiempo pasado fue mejor” Sin embargo, en muchos de los relatos se siente una nostalgia al fútbol del pasado. ¿Qué cambió para mejor y para peor en esta época del fútbol moderno?
-Es una pregunta interesante. Descarto esa frase porque creo que todos evolucionamos y entonces hoy somos mejor que ayer. Pero rescato el pasado porque forma parte de mi vida. No es una foto, es una película. Ejemplo, me gustaba mas ir a la cancha como hincha-espectador que como cronista. Si hablamos de fútbol, creo que hoy mejoró porque hay más, tengo más velocidad, más precisión y más compromiso de cada jugador con el juego. Pero, para peor, que a veces se elogia eso, correr, meter, huevos, y la idea de juego pasa inadvertida. Y lo que mas me molesta es que hay infinidad de futbolistas de gran técnica pero que no saben jugar al fútbol porque no tienen concepto de juego. Cumplen órdenes y en el orden no se desordenan, entonces los creativos quedan como mutilados en sus condiciones.

-Hay relatos en donde le pedís disculpas a cierta gente, tal vez hoy en los tiempos que vivimos es hasta contracultural. ¿Te funcionó como desahogo, para saldar alguna cuenta pendiente?
-Sí, ofrecí disculpas públicamente porque era una manera mínima de transmitir los errores que uno puede cometer cuando es muy joven. Y porque los personajes no se merecían ciertos maltratos. La cuenta pendiente no era solo con los personajes, también era conmigo.