Por Carlos Ferreira (*)
Para evitar reglas, fórmulas, métodos o sistemas, mejor arrimar algunos apuntes a modo de consejos para escribir el comentario de un partido de fútbol.
Hay que leer de todo. La condición para una buena escritura es la lectura. Sin ella no se puede contar.
Un partido de fútbol es una historia y hay que querer contarla lo mejor posible.
Nada distinto a lo que debe hacer un periodista (deportivo es un término descriptivo y aleatorio). Ser claro y conciso pensando siempre en el lector que no vio el partido.
Leer y corregir hasta que llegue el momento de enviar lo escrito.
Cada época pasó por el uso de distintas jergas técnicas, giros, vocablos, neologismos, modos de describir una acción, una jugada, una situación cualquiera. Son modas del lenguaje futbolístico que van pasando para dar lugar a otras. Pero todas describen lo mismo: el juego, que es el centro de la cuestión y que no cambia. Se mueve el lenguaje pero no la esencia de lo que con él contamos.
Hay que jugar al fútbol. No importa si en condición de tronco de cuarta o de jugador de primera. Es necesario que la memoria corporal registre qué significa el contacto, el diálogo con una pelota.
Ver fútbol, conocer el reglamento, estudiarlo, hablar con aquellos que saben más y que a mi juicio son algunos jugadores y algunos técnicos.
Tomar nota siempre. Que no se nos escape ninguna idea porque siempre hay tiempo para descartar las malas. Cada reflexión, cada detalle sirve. Es preferible tener mucho para poder desechar. Eso significa que hay mucho para contar.
Concentración para seguir todo lo que ocurre. Cuando se juega, juega el periodista. Una distracción (imaginen los más jóvenes que no hay repetición de lo ocurrido) puede hacernos perder detalles que cambien la historia del partido.
Ser conocedor de datos estadísticos sirve, pero sin el manejo de conceptos no hay análisis posible.
Sirve, como juego personal, imaginarse el comentario antes del partido. Algo parecido a lo que le ocurre al técnico de un equipo. Y también, empezar a escribirlo mentalmente apenas termina el espectáculo, porque ahí se empiezan a ordenar las primeras ideas de lo que se va a escribir.
Con la práctica y con el tiempo llegará algo que acaso se parezca a un estilo personal.
(*) Fundador de TEA y Deportea. Escribió, entre otros medios, en Crónica, El Gráfico y Clarín. Es poeta y autor del libro A mi juego.