El miedo como herramienta mediática: una crítica ética a la construcción informativa de la inseguridad en Chile

Por Iona Bitler

La comunicación implica siempre una relación entre un emisor y un receptor que interpretan un mensaje según sus propios marcos culturales, cognitivos y emocionales. Sin embargo, esa interpretación no siempre resulta alineada con la realidad. El artículo La percepción del miedo y el rol de los medios de comunicación, publicado en La Izquierda Diario, analiza cómo en Chile se consolidó una “paradoja de la inseguridad”: la percepción social de peligro crece incluso cuando los datos oficiales muestran que la criminalidad no aumenta en la misma proporción.

Sostenemos que los grandes medios de comunicación, respaldados por intereses económicos y políticos, aportan a la construcción de un clima de miedo social mediante coberturas descontextualizadas y sensacionalistas. Esto genera riesgos éticos graves, ya que distorsiona la verdad, afecta el derecho a la información y condiciona políticas públicas basadas en el pánico y no en evidencia.

Según la teoría moderna de la comunicación, el receptor no es pasivo, sino que interpreta el mensaje desde su pensamiento crítico. No obstante, cuando los medios repiten una narrativa de inseguridad de manera reiterativa, esa apreciación se ve condicionada. El artículo criticado señala justamente que los grandes medios chilenos amplifican casos aislados de violencia hasta convertirlos en una sensación permanente de amenaza. Esto coincide con teorías comunicacionales que muestran cómo la exposición reiterada a ciertas noticias policiales, genera percepciones distorsionadas de la realidad.

A nivel moral, este fenómeno puede analizarse desde la microética y la macroética. La microética se refiere a la responsabilidad individual del periodista: chequear datos, enmarcar, evitar el amarillismo. La macroética implica el compromiso moral de emitir mensajes hacia públicos masivos. En el caso analizado, la falta de contextualización, por ejemplo, en omitir que las tasas de criminalidad no crecen al mismo ritmo que la percepción social del miedo, representa una falla macroética, ya que la difusión multitudinaria, de información parcial o exagerada, influye en la opinión pública y legitima políticas represivas.

La libertad de expresión protege la labor periodística, pero también exige un deber en el uso de esa libertad. A la vez, la libertad de prensa protege a la empresa mediática, que suele priorizar intereses económicos. El texto elegido, sugiere que la prensa hegemónica responde a los réditos de los sectores dominantes y que la narrativa del miedo es funcional a ellos. Esto abre un debate fundamental: ¿qué pasa cuando la libertad de prensa se utiliza para instalar una agenda que favorece a los grupos de poder en agravio al derecho del ciudadano a una información?

Acá entra en juego el derecho a la información, que pertenece a la ciudadanía.
Si los medios ofrecen una versión distorsionada de la realidad, están afectando ese derecho. No es censura estatal, pero sí puede considerarse una forma de censura parcial, ya que se suprime información relevante (contexto, estadísticas, causas estructurales), mientras se privilegia el dramatismo.

A nivel profesional, también aparece la autocensura. Es posible que algunos periodistas eviten cuestionar estas narrativas por miedo a perder espacio en sus medios o a contrariar la línea editorial. Esto se transforma en algo politicamente problemático porque limita la posibilidad de variedad informativa.

La ética periodística exige que la verdad sea verificable y contrastada. Sin embargo, cuando los medios construyen una crónica basada en casos extremos y reiterados, la realidad se convierte en una verdad impuesta, creada por quienes tienen el poder de comunicar. El artículo, muestra que la percepción de miedo no coincide con los datos reales de criminalidad; es decir, la verdad social se articula más por la repetición mediática que por las pruebas.

La teoría relativista de la verdad, explica cómo la percepción depende del punto de vista, pero en el periodismo profesional eso no debe confundirse con la manipulación. El problema no es que existan interpretaciones distintas, sino que se presente como un heche objetivo, algo que solo es una parte aislada y espectacularizada.

En el contexto de la inseguridad, muchos medios tienden a depender exclusivamente de fuentes oficiales, policía, ministerios, fiscalías, sin contrastar con principios independientes o expertos. Esto limita la diversidad y favorece la narrativa del poder. La ética profesional exige proteger la identidad de fuentes criticas o vulnerables que podrían aportar perspectivas alternativas, algo que pasa a tener una relevancia especial cuando se cuestiona la actuación del Estado en materia de seguridad.

La cobertura criminal sensacionalista puede analizarse también desde la doctrina de la deal malicia. Si un medio presenta información distorsionada sobre un delito, sabiendo que los datos oficiales no avalan esa narrativa, podría considerarse que actúa con intención de influir de manera negativa en la percepción pública. No se trata solo de errores periodísticos, sino de decisiones editoriales que moldean el discurso social.

Por otro lado, la manipulación del miedo puede funcionar como una forma de censura indirecta, debido a que al instalar la idea de un «enemigo interno» (migrantes, jóvenes pobres, barrios determinados), se reduce la posibilidad de discutir las causas estructurales de la violencia, como la desigualdad o la precarización laboral.

La construcción mediática del miedo forma parte de una lógica empresarial y política que toma a la inseguridad para captar audiencia, disciplinar a la sociedad y justificar políticas de control. Esto vulnera a la microética individual del periodista y a la macroética del sistema de medios, distorsiona la verdad verificable, afecta el derecho a la información y limita la pluralidad de voces.

Un comunicador comprometido con su función social debe evitar el sensacionalismo, contextualizar los hechos, contrastar fuentes y promover una ciudadanía informada, no asustada. Frente a la manipulación del miedo, la deontología es una herramienta imprescindible para defender a la democracia y la integridad de la práctica periodística.

Fuentes

· Héctor O. Becerra: Apuntes de ética y deontología profesional.
· “Elecciones. La percepción del miedo y el rol de los medios de comunicación.” La Izquierda Diario.
· “Consumo de noticias y temor al delito en Chile.” ESMP – Revista de Estudios Sociales de la Comunicación (Universidad Diego Portales).
· “La implementación de la justicia penal juvenil según la prensa chilena.” En Revista Latinoamericana de Seguridad Ciudadana, FLACSO.
· “¿Víctimas de quién? Medios de comunicación, sectores vulnerables y usos de las agendas de miedo.” UBA – Voces en el Fénix.
· “La construcción de la inseguridad en los medios gráficos Clarín, La Nación y Página 12 en período de elecciones.” Tesina, Facultad de Ciencias Sociales – UBA.