Por Lucas Donia y Alexandro Roldán
El 28 de agosto de 2004, la Selección Argentina de básquet consiguió la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas tras derrotar a Italia. Un día antes, venció al Dream Team de Estados Unidos, campeón en ocho de las últimas nueve ediciones del mayor evento deportivo internacional y multidisciplinario. Gabriel Rosenbaum es un periodista y escritor que redactó la historia de quien hizo historia: Rubén Magnano, el entrenador de aquel conjunto albiceleste. Y así se llama ese libro nuevo: «Rubén Magnano».
-¿De dónde surge la idea de escribir sobre Magnano?
-Yo lo conocí a Rubén en 1994. Recién entraba a estudiar periodismo, comunicación social, y tenía un programa de radio. Lo conocía y siempre tuve buena onda, pero digo una “buena onda” como es Rubén, distante con la prensa, muy respetuoso. Una buena onda que no implica andar a los besos y abrazos, pero se fue generando a través de los años mucho respeto.
-¿Y cómo siguió el vínculo?
-Trabajé 19 años en La Voz del Interior, un diario muy grande acá en Córdoba. Creo que para los estándares de Rubén siempre fui muy justo. Él maneja para sus equipos y para toda su vida como un concepto de justicia, nobleza y equidad. No necesita que lo estés alabando, ni que le estés palmeando el lomo. Tampoco le gusta ni la farándula ni el chisme. O sea, tenés que ser “muy ubicado” para Rubén.
-¿Por qué Rubén?
-Fue un momento muy particular en mi vida. Yo siempre había querido escribir libros. Acá en Córdoba, tenés dos personajes que “son dioses”, más grandes que la Generación Dorada. Uno es Marcelo Milanesio y el otro Héctor Campana. A los dos los dirigió Rubén y a él lo tenemos acá tomando café en la Avenida Monseñor Pablo Cabrera, que curiosamente está cerca de mi casa y de la suya. Entonces me pregunté cómo puede ser que la persona que “rompió la matrix” dos veces, en el Mundial del 2002 y en los Juegos Olímpicos del 2004, no tenga un documental ni un libro. En el diario le habré hecho 40 o 50 entrevistas. Escaneé algunas y le mandé un mail diciéndole que no podía ser que no tuviera un libro. A partir de ahí nos juntamos, me comentó que nunca lo habían seducido realmente, incluso la idea original era una autobiografía, pero salió algo aún mejor: capítulos autobiográficos con otros puramente narrativos.
-¿Cómo lo construiste?
-Fue un proceso de cinco años. Empecé a entrevistar a su familia, a jugadores, a hasta a compañeros del secundario. Después fue una construcción colectiva entre esos capítulos periodísticos y su propia biografía, donde él se pone a reflexionar sobre distintas etapas de su vida en diferentes momentos, partidos, hechos y cuestiones emotivas.
-¿Qué lugar le das al libro en tu vida?
-Súper importante. Jamás pensé que me iba a llevar cinco años, que los disfruté muchísimo. Me agarra en un momento de mi vida muy particular porque, así como Rubén dice que está en un momento de plenitud bastante grande, yo siento lo mismo. Estar a la altura de semejante personaje, que es el único entrenador que le ganó dos veces a Estados Unidos y está en el Salón de la Fama, para contar su historia y sentir que esa persona está orgullosa del libro que yo escribí, ocupa un lugar muy especial. Es un libro que puede estar en la biblioteca de cualquiera.
-¿Qué dice Magnano del libro?
-Rubén, con los ojos llenos de lágrimas, contó que le gustaría que su papá y su mamá, ya fallecidos, leyeran el libro. Siente que estarían orgullosos de él. Pensar en esto me emociona muchísimo.