Desde hace 13 años lleva el número 2 en su espalda. Pasó por Rosario Central, Arsenal, Patronato, Temperley y en la actualidad juega en Brown de Adrogué. Realiza un programa junto con Leonardo Di Lorenzo y Javier Berenzstein en FM La Patriada, donde hablan de literatura y deporte. Lector tenaz, escritor, dibujante y pintor, Ignacio Bogino piensa y entiende el universo del fútbol y la comunicación desde otra perspectiva: insiste en pregonar otras maneras de contar y de comunicar este deporte
-¿Los jugadores de fútbol hablan entre sí sobre periodismo deportivo? ¿De qué hablan cuando hablan de periodismo deportivo?
-Generalmente no hay un espacio de debate, pero a veces en el vestuario está prendido el televisor y escuchamos cosas. En general se habla todo muy por encima.
-¿Y con los que tenés más confianza, tampoco lo hablan?
-Con
 Leo Di Lorenzo, en Temperley, charlábamos todo el tiempo, porque 
tenemos una relación personal. Lo que representan en los medios muchas 
veces es absurdo. Están todo el tiempo
 criticando y, a la vez, es difícil salir de esa lógica como jugador 
porque te visibiliza y, si no seguís ese juego, tal vez no vayas a estar
 ahí adentro.
-Las manera en que los medios, los periodistas y la industria de la comunicación cuentan al fútbol, ¿gravitan en cómo los jugadores juegan al fútbol, en sus presiones, en sus miedos, en su actitud, en su idea de qué es lo importante?
-Sí,
 afecta todo el tiempo. Es feísimo. Siempre te llega cuando hablan mal 
de vos y te tratan como una cosa. Principalmente a los jugadores más 
expuestos: A mayor nivel de clubes,
 los medios quieren vender más, como en Boca y River. Es difícil estar 
en esos lugares y salir ileso.
-¿Hay algo que te dé bronca de las prácticas dominantes -o de las no dominantes- en el periodismo deportivo y en los medios?
-Lo
 que más bronca me da es el tema de ganar, de generar locura. El ejemplo
 más claro fue el de la final del Superclásico. Los medios, al menos 
muchos de los más tradicionales,
 venían desde hace un mes metiendo púa y, cuando un hincha tiró una 
piedra, recién ahí le quitaron valor al resultado y al juego. Me parece 
bastante peligroso premiar sólo al que gana, como si fuera un marcador y
 no un proceso con mucho trabajo, donde luego
 tratan al que pierde como si no sirviera de nada. Generan una zanahoria
 imaginaria donde todos se abalanzan y las tribunas son un caos. Los 
jugadores no colaboran, los dirigentes no bancan un proceso porque 
necesitan ganar las elecciones y así sucesivamente.
-¿Qué inspiraciones o qué motivaciones te pusieron a construir un programa de radio junto con Leo Di Lorenzo y con Javier Berensztein?
-Siempre tuve el bichito de aprovechar el lugar de privilegio que te da ser jugador de fútbol, en ese momento de Primera División, para poder modificar algo. El fútbol es transformador y muy importante para la sociedad. Quisimos generar una propia voz, hablar de lo que creemos que es el fútbol. Es muy importante que se haga mientras se está de este lado e incomodarse, porque una vez que te retirás es fácil criticar y creo que los cambios en los medios se hacen desde adentro. Hay un montón de personas que quieren contar otras cosas dentro del fútbol y de la sociedad
-¿Por ejemplo, qué personas encontraste con intenciones de transformar la comunicación?
-Tengo
 mucha ilusión con mi amigo el Monito Vargas porque va a jugar en 
lugares grosos y al pibe le importa el otro. Es más duro estar en su 
lugar, porque hay más gentes que van
 a decir que no, pero hay otras que se incomodan y se cuestionan.
-En una entrevista de hace unas semanas, Vargas reconoció que le llamaba la atención que, habiendo tantos jugadores en un plantel de fútbol masculino, ninguno pueda declararse homosexual. ¿Qué opinás sobre su análisis?
-El
 fútbol es el ambiente más machista que existe y está instalado que 
ganar es de macho. El que gana es el macho y el que pierde es el puto. 
Entonces, mientras esté sólo ganar,
 las personas homosexuales no van a poder decirlo. Están incómodos en un
 lugar donde no pueden decir quiénes son. Que el vestuario tenga un rol 
opresor es totalmente horrible.
-Dice Mónica Santino: «Todo lo que no se nombra, a priori no existe. Y hay un lenguaje aprendido en un montón de años con el espacio que se le dio a la cultura del aguante y al lenguaje de cancha que es machista, xenófobo, racista. Es lo peor. Es despreciable. Me parece que tiene que haber una nueva manera de contar todo esto que está pasando». ¿Qué te sugiere eso?
-Que
 lo más importante son las nuevas maneras de contar. Por eso no entiendo
 cuando voy a ver a mis sobrinos jugar al fútbol: que ponen a los nenes 
entre ellos y no ven que las
 mujeres también tienen ganas de jugar. Los padres no abren el abanico y
 sería más fácil empezar a hacer la deconstrucción desde pequeños y que 
puedan jugar todos juntos. Esa sería una nueva forma de comunicar: que 
entiendan que niños y niñas puedan correr
 a la par. El programa de radio que hacemos es para buscar eso: que la 
literatura sea una nueva forma de contar lo que pasa.
-¿Qué cosas descubriste que eran difíciles con un micrófono o en un estudio de radio que, antes, en el rol de entrevistado, pensaste que no eran difíciles?
-Me
 es difícil todo, es un oficio ajeno a nosotros. Con lo que tengo mucho 
cuidado es con la ética que hay que tener y sostener al aire. A veces, 
durante el discurso se te va o
 te olvidás que están los micrófonos y podés llegar a decir algo con lo 
que no estés de acuerdo pero que ya tenés construido en vos.
-Terminás de jugar, te cambiás, ves o escuchás o leés contenidos periodísticos deportivos. ¿Cómo te gustaría que fueran?
-Le
 bajaría varios cambios al mensaje furioso de ganar siempre, el exitismo
 inmediato, y buscaría ganar en otras cosas. Pero tampoco se le puede 
pedir al periodismo que sea
 diferente a cómo funciona toda la sociedad. ¿Por qué el fútbol sería un
 lugar diferente? Si es uno de los negocios más importantes del país y 
lo que vende es ganar.
-Jorge Valdano dice que un libro no sirve para jugar al fútbol pero que los libros lo ayudaron a entender por qué jugaba al fútbol y otras cosas del fútbol. ¿Te pasó algo así? ¿Qué generó tu condición de lector en tu condición de jugador de fútbol?
-Obvio
 que no es necesario leer para jugar al fútbol. Pero sí te puede dar un 
montón de herramientas que tienen que ver con el juego, con el día a 
día, con tu carrera, con la vida,
 con cómo te parás en la cancha frente a tu rival. Si vos te das cuenta 
de que tenés el poder, estás menos estresado y jugás mejor. El poder del
 lenguaje y de transformarse es el más importante porque te da 
tranquilidad y sabés que todo ese circo que venden
 no es necesario. Yo prefiero un jugador que lea antes que uno que no 
lea, por más que sea malo, porque creo más en la construcción colectiva.
-¿Y qué te dio la lectura?
-La
 lectura me empoderó. Yo llego a mi casa, agarro un libro y siento el 
poder. Nada me hace más feliz que el contacto con un libro y no veo 
muchas cosas más importantes que eso
 en la vida.
-Walter Vargas escribe en su libro «Periodistas Depordivos»: «Encuentro que si de violencia hablamos, las zonas más débiles que acusamos los periodistas futboleros, las que más nos interpelan, las que más deberíamos examinar, son las que nos hacen portadores de toneladas de violencia simbólica. Violencia por defectos de comunicación y efectos de saturación. Violencia por pereza intelectual y liviandad conceptual. Violencia de la que somos víctimas y victimarios: víctimas, en tanto nos conformamos con migajas del espacioso banquete que nos ofrece el oficio que (se supone) elegimos, pero a la vez victimarios de nuestros destinatarios: suponemos que nos exigen poco, poco les damos, nos cierran las cuentas y que siga, siga, siga el baile». ¿Qué te sugiere eso?
-Cuando empezamos a hacer algo creo que ni siquiera sabemos del todo por qué lo hacemos. Quizás porque más o menos nos gusta, nos puede dar un buen pasar económico. Pero ninguno piensa si hacemos esto por otra razón. Somos personas sociales, lo que hacemos afecta a todo el mundo, y los lugares de comunicación son lugares que transforman: hay que hacerse cargo de eso. Si decís algo equivocado, estás generando algo malo para el mundo. En cambio, si decís algo serio y comprometido, generás algo bueno para el mundo. Entonces tenemos que preguntarnos qué queremos. ¿Queremos sólo copiar los modelos de algunos medios de comunicación para tener plata y estar en televisión y que todo dé lo mismo? Desde esos lugares quieren que el periodista aspire a ser eso. Este periodismo deportivo es de esta forma porque no tiene jugadores que los dejen en evidencia. Riquelme los exponía con las preguntas que le hacían, por ejemplo. Esa es buena forma de elevar el nivel periodístico, sino cualquiera es periodista porque nadie le exige que actúe con inteligencia. Si los jugadores de fútbol evidenciáramos a alguien que no está a la altura, el periodista se quedaría en silencio, en vez de subestimar al futbolista.
-¿Qué lugar podría ocupar el jugador en la relación fútbol-medios?
-El
 jugador de fútbol tiene el poder en este juego y no nos damos cuenta. 
Si no hay jugador, no hay fútbol. Cuando sepamos que ocupamos un lugar 
de poder, vamos a poder transformarlo.
 El jugador sólo quiere zafar en una entrevista con el periodista porque
 la lógica funciona así: si no le doy una nota, me quedo afuera del 
negocio.
Si
 no observamos que hay otras maneras de transitar la carrera de 
futbolista, vamos a seguir alimentando ese negocio. La manera que yo 
encontré de recorrerla es a través
 de los libros y de la pintura.
-Luego de tantos años de jugar al fútbol profesionalmente, ¿qué le dirías o le recomendarías a un jugador de fútbol en torno del periodismo, los medios y la industria de la comunicación?
-Nada.
 Aprendí que decirle a alguien lo que hay que hacer, está mal, no tiene 
sentido. Muchísimos de los jugadores de fútbol venimos de lugares 
sacrificados y cuando nacés en una
 villa, la única opción que tenés es jugar al fútbol, ¿Qué le puedo 
pedir a un pibe así? ¿Qué se ponga a leer un libro? Lo único que hace es
 perseguir aquello que le exigen que persiga, sin herramientas para 
manejarse con el periodismo. Como lo hacen con Centurión,
 por ejemplo. Lo tienen que dejar en paz. No se le puede pedir nada ni 
aconsejarlo, porque hace lo que puede.
-Entonces comprendés a los jugadores que viven esas situaciones amargas en el ambiente del fútbol.
–
 Sí, yo a veces llego a mi casa y tengo miedo. Lloro y tengo los mismos 
miedos que cualquier persona. Es importante que cada uno encuentre la 
forma para salir de esos lugares.
 La sensibilidad y la empatía con el otro es lo que cuenta.
-Y a alguien que sueña con ser periodista deportivo, ¿qué le dirías?
-Depende lo que quieras ser en tu vida. A veces llegamos a lugares y no sabemos cómo ni por qué estamos ahí. Lo más importante es pensar para qué somos periodistas deportivos, para qué somos futbolistas, para qué somos lo que somos. Y, a partir de ahí, ver qué ondas emitimos. Hay que aprovechar el espacio que ocupamos para hacer algo bueno.
-Dentro de la industria de la comunicación se utiliza el término “éxito” como propósito final de todo lo que emprendemos. ¿Qué es el éxito?
-El éxito es una mentira. Es tan abstracto y tan insólito que no se puede definir. No es nada. Es una construcción capitalista. No sé si es algo que debemos alcanzar para ser alguien en la sociedad. Al fin y al cabo todos nos morimos y nada se puede sostener, se va todo con la experiencia de la vida.

 
	
	 
                     
                    