Por Pedro Basla y Juan Segundo Giles
Por las dificultades que existen a la hora de publicar un libro, Francisco Clavenzani creó Fútbol Contado, una editorial autogestiva en la que proyecta libros con temáticas inéditas, a contramano de las grandes editoriales y con el fútbol como protagonista. El viernes 17 de diciembre, la editorial presentó su quinto volumen titulado Todos Los Rojos, del periodista Matías Moscoso, y para 2022, planea, al menos, dos más en tiempos próximos. En esta entrevista, charló con El Equipo de lo que fue, lo que es y lo que vendrá.
-¿Cómo surgió la idea de hacer una editorial propia y autogestiva?
-En el 2014 publiqué un libro de manera autogestiva, es decir, fui a una editorial y pagué los costos. De alguna manera, hice el camino inverso a lo que ahora hago, escribí el libro y después vi de qué manera publicarlo. A partir de ahí, me dieron ganas de generar algo. Como comunicador social, me crucé con un montón de amigos que querían escribir o tenían un libro listo y se les hacía dificultosa la posibilidad de publicar, porque hay dos editoriales grandes y el resto es un circuito bastante cerrado en el que siempre publican las mismas personas y es difícil que se abra el juego. Indagué mucho, averigüé bastante sobre el tema y en 2020 comencé con todas las cuestiones legales. Me dio una mano muy grande una editorial de La Plata que se llama Mil Botellas y su director, Ramón Tarruella, para asesorarme con temas de imprenta y detalles que cuando uno ve un libro los desconoce, pero que hacen a la calidad de cada uno. La pandemia me terminó de dar el empujón: había dos amigos que tenían proyectos casi terminados, uno es una crónica del partido Estudiantes-Barcelona y el otro una novela. Me parecía que como proyecto orientado al fútbol, tenía que haber literatura futbolera y con esos dos títulos fue el lanzamiento, con mucha expectativa y viendo qué sucedía. La idea nació en el 2014, se terminó de gestar en el 2020 y ya con un año y unos meses del proyecto se acaba de publicar el quinto libro. Tengo una alegría enorme.
-Si en el 2014 ya lo empezaste a pensar como una posible idea, ¿qué pasó hasta el 2020 para llevar a cabo el proyecto?
-La realidad es que en 2014 dije «qué lindo sería» y la idea quedó dando vueltas. Una vez que planifiqué el proyecto, organicé la parte legal de saber cómo conseguir un ISBN, que es el código de barra que aparece atrás del libro, las cuestiones con los diseñadores, con la imprenta, con la distribución. Todo eso lo sigo aprendiendo día a día, no son trabas sino conocer el rubro, ir investigando y charlando con mucha gente. Uno se encuentra con personas generosas en el ambiente que te ayudan a avanzar.
-¿Cómo es el día a día de la editorial?
-A uno le entregan un word y tiene que devolver un libro. Detrás de todo eso está el día a día, la corrección, el estilo y el ida y vuelta con los autores, con los que siempre he tenido buena relación. Se empieza por el diseño, pero también es importante saber cuántos libros imprimimos y la comercialización no es fácil. El rubro está más orientado hacia las grandes empresas y cuando uno lo hace de manera autogestiva, los porcentajes y las ganancias no son tan redituables. Entonces, lo más tedioso es concretar el tema de la imprenta. Cuando se termina, llegan cajas con el libro nuevo y uno piensa «ahora hay que vender estos libros».
La cuestión de promoción, de difusión y de presentación hace funcionar al proyecto. Al ser algo independiente, la mayor parte de las ventas se generan a partir del boca en boca o mediante internet, de mucha gente que dice «leí este libro, te lo recomiendo» u otra que dice «voy a regalar este libro para Navidad» y todo eso hace que la editorial tome conocimiento. Además, un amigo me hizo una página web y eso institucionaliza la editorial con lo que respecta a las ventas online. Se hacen muchos envíos por correo, hay gente del interior que compra los libros. Toda esa logística de enviar los libros por Correo Argentino genera que haya un antes del libro y un después, que también es importante, porque la manera de que el proyecto subsista es vendiendo.
-Dentro de todo ese proceso, ¿cuántas personas trabajan en la editorial?
-Hay un diseñador, los encargados de la imprenta, de la web y toda la cuestión digital. En cada uno de los libros, más allá de que soy el editor, siempre comparto o elijo dos o tres personas que puedan leerlo y puedan ayudarme. Por cada título, somos siete u ocho personas y el autor, que es el verdadero protagonista.
-¿Cómo son los pasos para llevar a cabo un libro? ¿Qué es lo que la editorial busca para que cuaje con el perfil? ¿Cómo definirías al perfil de la editorial?
-Sucede una cuestión que me habían avisado y evidentemente pasa, que es que muchas veces tengo que decir que no. Llegan muchos proyectos avanzados y por una cuestión, sobre todo, económica, no puedo abarcar todos. En cuanto a la línea editorial, principalmente busco que tenga fútbol, que incluya a la literatura, que sea federal y que no se generen contenidos solo con lo que respecta a Buenos Aires, sino también que comprenda diferentes provincias. La realidad es que cuando uno elige un proyecto, lo principal es ir a contramano de las grandes editoriales porque nunca me podría poner a competir, ya que sacan muchísimos libros y sería meterme a perder. Hay que agudizar el ingenio en cuál es la temática que se elige e intento que lo que publico sea inédito y pueda durar en el tiempo, que no sea de un momento puntual, porque si no en dos o tres años queda viejo. No hay una receta, no hay un secreto, no es que digo «saco este libro y la rompo». El público es variado, los gustos también. Se ha formado una comunidad que pregunta qué libros sacamos, pero no hay una receta y por eso vemos tantas librerías de saldo. Hay libros que tienen mucha expectativa y no funcionan y hay otros que andan muy bien quizá
sin tanta expectativa. Ese es el criterio editorial que intento manejar.
-Más allá de las dificultades, ¿qué es lo positivo que tiene un medio autogestivo?
-Algo positivo, por ejemplo, es que tengamos cinco títulos y en todos los casos, los autores hayan escrito su primer libro, haber abierto puertas me da una alegría enorme. También, hay mucha satisfacción con el diseño, o con lectores que compraron el libro y deciden regalar uno o dos. Después es como en todos los rubros, hay aspectos que me gustan más y otros que me gustan menos. Además, te da la posibilidad de leer los libros de primera mano.
-¿Qué diferencias encontrás con las demás tareas que hiciste en el periodismo?
-Siempre me aboqué a hacer periodismo y abarca lo diario más que otra cosa. Un libro lleva un gran proceso en el tiempo, porque si sale hoy, hace más de un año que se está trabajando, con la idea, los avances y la investigación periodística. Una vez que el autor me entrega ese word definitivo hay que comenzar con el diseño y la imprenta, que son las cuestiones que hacen que en un proyecto los tiempos se dilaten un montón. En el periodismo las urgencias son mayores y las notas periodísticas se gestan en un corto/mediano plazo. Igualmente, en esto hay mucho de periodismo porque la edición o los títulos se deciden de la misma manera. Hacer una linda tapa, por ejemplo, hace al producto terminado. Todo esto tiene similitudes con el periodismo.
-El hecho de ser tu propio jefe, ¿es el trabajo que todos imaginan?
-No, en mi caso no. Hace un año y un mes que se gestó la editorial y todavía no puedo vivir de esto, no estoy ni cerca. Tengo otro trabajo en el que cumplo horario. Además, más allá de alguna licencia, si no trabajás y no vendés libros, no cobrás. Hay muchas necesidades, a veces te hacen pedidos de un día para el otro para regalar o en los envíos tenés que cumplir con un protocolo y con las fechas porque si no, la gente opina negativo. También tiene situaciones que no son gratas, como andar cargando cajas de un lado para el otro o haciendo facturas y remitos, que son los temas burocráticos, pero necesarios para cualquier emprendimiento, por una cuestión legal. Por todo eso, terminás estando atado a un sistema. En este caso, lo positivo es que puedo decidir cuál libro editar y cuál no, y hasta ahora, todos los que edité me encantaron y los disfruté. Quizás, en una editorial grande, uno no puede elegir que editar y que no, te llega un libro y punto, no tomás decisiones.
Por otro lado, uno es esclavo de las redes sociales. Nací en 1987 y soy de la generación del teléfono fijo que pasó al celular. Reniego de las redes, si uno no publica un día una foto en Instagram, al otro día tiene dos me gusta, en cambio, si uno sube todos los días dos publicaciones, siempre va a tener más alcance. Hay un sistema que te obliga a tener una presencia activa todo el tiempo.
-Decías que todo el tiempo se ven librerías de saldo y hay quienes dicen que hoy quizás se lee menos porque hay otros pasatiempos, ¿por qué decidieron llevar a cabo una editorial?
-No estaría tan de acuerdo con que se lee menos. Ahora se publica mucho más que antes. Así como nació esta editorial, hay cientos de este tipo. Hace poco fue la feria de editores en Capital Federal y también la Feria Edita en La Plata y hay más de 150 editoriales que participan, todas por fuera del circuito convencional. Hay más publicaciones y los libros que están de saldo, generalmente, son de grandes editoriales, que imprimieron más con cierta expectativa y evidentemente no fueron las ventas como esperaban, pero me parece que se lee mucho. De hecho, en la pandemia, el libro fue algo que tuvo buen nivel de ventas. Para mí, es clave que ahora cada uno busca algo puntual y que le interese, antes se leía mucho sobre lo que había. Ahora hay temas puntuales, hay libros específicos de todo. Hay micromundos que consumen esos libros de nicho. Antes había tiradas más grandes y actualmente, con la impresión digital, podés imprimir en virtud de lo que estimás que podés llegar a vender.
-Igual, no hay como el papel…
-Volcar en el papel me parece que es algo que perdura en el tiempo, subrayar, marcar en la hoja y hacer escrituras es único. Bibliotecas, por ejemplo, hay en todas las escuelas, un libro está en todos los lugares, que sea físico es lindo. Pero bueno, si uno está haciendo una tesis de investigación, necesita un libro puntual y la forma de leerlo es digital, bienvenido sea. Mientras se lea, todo es positivo.
-¿Están pensando en alguna otra entrega? ¿Hay algún tema definido para los próximos libros?
-Para publicar hay dos o tres proyectos en puerta, con los autores que están avanzando para eso. Si tocamos un tema, tenemos que ser originales. Walter Vargas está escribiendo un libro y la verdad es que es un orgullo que un periodista de su talla, a quien uno admira, nos haya elegido. Él, además de ser muy bueno en lo suyo, es muy generoso con quienes están empezando en este camino. La mayoría de sus obras va en la tónica de relatos cortos, en diferentes momentos del tiempo, y está haciendo un racconto de textos que ha juntado en estos tiempos de pandemia. El otro lo está escribiendo Sebastián Chittadini, un periodista uruguayo que escribió dos libros sobre la Selección Uruguaya, y ahora está escribiendo sobre un tema que él quiere mantener en secreto, del que se ha hablado mucho, desde un lado muy original. Va a ser un libro lindo, le tenemos mucha expectativa.
-Vos escribiste Orgullo Tatengue. ¿Estás avanzando en algún otro libro personal?
-Me sucede que así como yo tengo que autorizar a otros, a mí me cuesta muchísimo autorizarme. Tengo muchos escritos, pero por ahora esperan, algún día saldrán a la luz…
-¿Cuál es la importancia que le das a la lectura en tu vida?
– Ahora que tengo este proyecto, es el momento de mi vida que menos estoy leyendo. Ojalá que pronto pueda retomar y tener tiempo para leer. Me parece que es fundamental la lectura en la formación de cualquier periodista. En nuestro caso tenemos una editorial de fútbol, pero hay que leer sobre muchos temas. Leer abre la cabeza, genera ideas nuevas y entretiene. Hay un montón de datos que solo circulan en libros y cuando uno se pone a leer dice «mirá este dato, no lo tenía».
Hay muchas cosas que un libro aporta que generan un vínculo muy sano para la construcción de cualquier periodista. De hecho, en el último libro que sacamos (Todos Los Rojos), la excusa es el fútbol y el origen de las camisetas rojas, pero habla de los inmigrantes, del ferrocarril, del origen de la carne, del socialismo, del radicalismo y de todas las vertientes de la gente de por qué el color rojo. Es un libro de una investigación periodística que va mucho más allá del fútbol. Entonces, el fútbol es la excusa y abre otras puertas para hablar de otros temas. Recomiendo que cada uno lea lo que le gusta. Está eso de que “hay que leer todo” y uno puede agarrar un libro de Jorge Luis Borges y que no le guste, y está bárbaro. Hoy está esa posibilidad de que para todos los temas hay un libro y con las redes sociales y los ebooks está esa facilidad de encontrar el material de todo el mundo y traducirlo. Son las ventajas de vivir en esta época.