Por Matías Policastro y Federico Zbogar
Damián Andreoli vive en Arroyo Seco, Santa Fe, y allí construyó un volumen de once cuentos que conmueven e invitan a pensar. Una reivindicación del fútbol como juego para escribir.
El potrero es una figura significativa en la historia del fútbol en la Argentina. Aquellos baldíos donde tan sólo basta con dos arcos, una pelota y personas que quieran jugar con ella. Un fútbol anárquico, plasmado de jolgorio, donde la diversión prima sobre cualquier otro sentimiento. El escenario es el ideal para la formación de historias y anécdotas, atravesadas por la pasión. Damián Andreoli, escritor oriundo de Arroyo Seco, Santa Fe, presentó en octubre del 2024 “Gol Gana: Historias de fútbol (de campito)”, un libro de once cuentos donde los relatos se desarrollan a través de una pluma cargada de nostalgia y de amor.
– ¿Cómo surgió la idea de realizar un libro de cuentos de campito?
– Es casi inevitable para un escritor que nació en la geografía, principalmente del país donde nací yo en los 80 y en los 90, cerca del río, en el sur de Santa Fe, con mucho viverío, mucho baldío y mucha niñez de calle, donde jugar al fútbol era estar todo el tiempo experimentando por horas, no solamente técnicas del deporte, sino la convivencia en el barrio. Y cuando se despierta la idea de escribir hace unos 20 años, esas historias se fueron acumulando y fuimos descubriendo de a poco que ahí había un libro, una temática en la cual era muy cómodo escribir desde el lado del fútbol, desde los antihéroes. Hoy hay una literatura futbolera infantil muy sobre las estrellas del fútbol mundial, que no está mal, pero sí hay que contarle a los niños que hay una realidad que es otra, de antihéroes que no llegan a lo mejor a jugar en primera, pero sí fueron muy felices pateando una pelota en las calles, tanto sea de tierra o de asfalto Y de cualquier pueblo del país.
– ¿Cómo viviste el proceso de escritura y del descubrimiento de las historias?
– Yo soy un gran observador. Un gran escritor tiene que tener la lmecánica de escribir diariamente durante el mayor tiempo posible, haya o no haya musa. Sí esperar que cuando caiga ese encuentro entre Romeo y Julieta, en este caso si Julieta fuera la musa, que nos agarre en el lugar correcto que sería delante de de un lápiz y de un papel. Después leer. Hay una literatura, que influyo que es la de Soriano, Galeano, Sacheri, Fontanarrosa y Jorge Isaías, principalmente. Y la observación. Yo creo que un buen escritor tiene que observar mucho y retener muchos detalles en el interior para el momento que sean aplicables a la escritura. Por ejemplo, uno de los cuentos habla de quién era mi ídolo cuando yo era niño. Está escrito en primera persona y yo recuerdo muchas cosas de ese personaje, que era mi ídolo del fútbol barrial, capitán del equipo de mi club de barrio. Y era palpable todo eso.
– ¿Quedaron historias en el tintero?
-Si al tintero lo llamamos el imaginario para seguir escribiendo, sí. Si al tintero lo llamamos mesa de descarte, también. Han quedado cuentos que no ingresaron a este libro porque la temática era meter once cuentos de fútbol, como once son los jugadores que ingresan en principio a una cancha a defender los colores de un equipo. Igualmente, se sigue trabajando mucho para un segundo libro con una visión ya más ficcionada. En este tiempo hemos aprendido a trabajar esa parte de ficcionar mucho más algunos tonos reales. Lo que va a ser un gran desafío para el lector será despegarse del primer «Gol Gana» y adquirir el segundo sin buscar la segunda parte, sino encontrarse con una nueva escritura.
– Hoy, las canchas de tierra se están transformando en cemento y jugar se produce cada vez más en materiales sintéticos. ¿En veinte años, se podrá escribir «Gol Gana» sin ese fútbol de potrero?
-Lo sintético en relación al material en una cancha pierde potrero. Un día de lluvia en lo sintético no se jugaría, por ejemplo, y no hay nada más lindo que ir a jugar al potrero un día de lluvia. Yo en mi pueblo voy en auto y voy en bicicleta con mis hijos y les digo “en esta canchita venía a jugar papi cuando tenía la edad de ustedes” y hay casas con doble garage. Este «Gol Gana» no podría no podría haberse escrito dentro de veinte años. Estaríamos hablando de otro fútbol, seguramente. Que ya se ve hoy incluso, hoy son pocos los equipos que juegan con un 10 típico de potrero con un zurdito de enganche. Hoy se juega a romper líneas, no se marca uno a uno. A un 10 antes tenías una opción que era el “marca a fulano y que no se te escape” y no existe ni siquiera eso. Y eso nace desde el potrero. No se escribirían porque en el libro incluso habla de las niñas que acompañaban a chicos de esa época que incluso estaba mal visto porque eran las “marimacho”, los padres no querían que las niñas jueguen con los pibes la pelota. Y hoy está recontra naturalizado. Cuando leemos estos cuentos en escuelas de toda la provincia, tanto en primarias como en secundarias, cuando llegamos a algún vocablo como por ejemplo “marimacho” o “machona”, las chicas preguntan, «¿profe, qué significado tiene la palabra marimacho?». Y eso es haber ganado socialmente, que las niñas de hoy puedan pisar el piso de cualquier cancha.
– Tus vivencias como persona jugando en los campitos, ¿alimentaron el sueño de escribir cuentos sobre tus sentimientos con el fútbol de por medio?
-Claro, primero por ser un gran ejemplar de “matungo” jugando al fútbol, si no estaría jugando al fútbol en las grandes ligas o viviendo en Europa o siendo director técnico. Siendo tan malo, no me quedó otra que observar todo lo que había a mi alrededor y volcarlo a la gran pasión que tenía desde niño, que era la literatura. Yo me arrimaba al referí para preguntarle cuánto faltaba. Íbamos perdiendo 1 a 0 y yo quería que terminara, no me importaba ganar o perder. Me importaba ir a mi casa a ponerme a leer o a escribir. Incluso iba para cumplir un sueño a mi padre, un obrero de fábrica que quería que su hijo jugara al fútbol y eso demostraba también por esos años virilidad, que tenía un hijo hombre que jugaba al fútbol. Sufrí un poco la práctica del deporte porque me daba poco placer, me dio muchísimos amigos, con los cuales sigo juntando el día de hoy, sigo yendo a ver al equipo de barrio todos los domingos y todas las historias tienen que ver con todo eso que fue marcando. Voy recorriendo pueblos con esta temática y dando charlas, en cada pueblo hay una o dos historias que, si uno presta atención, también sirven para seguir escribiendo.
-¿Cómo definirías un “periodismo deportivo sano”?
-Un periodismo deportivo sano es aquel que está compuesto por periodistas que pueden tener un libre pensamiento y una libre opinión sin ser tentados a no decir algo o decir exageradamente lo opuesto porque la empresa que lo contrata tenga intereses. Un periodismo sano sería dejar de hablar de la luna en el momento del partido y hablar más de táctica, estrategia y hacer análisis. El periodismo deportivo más sano que conozco es el gráfico. Es a mi entender el que da algún tiempo de editorial más relajado y más romántico.
-En una entrevista con el diario La Capital, aseguraste que “la patria es el lugar de la infancia donde fuimos felices”, ¿que sentís en estos años donde la patria se pone en peligro?
-El niño que tiene una niñez muy feliz en su barrio de origen, si se tiene que ir a vivir a otro pueblo o a otra ciudad, cada vez que le pregunten por algo en su infancia va a caer directamente en el barrio, en la escuela, en la en la canchita de fútbol o en el club, si es que fue feliz. Es muy difícil que empiece a hablar del cumpleaños de uno, sino que habla de dónde ocurrió ese acontecimiento. La patria está en estos momentos totalmente en riesgo. Incluso más que nada en estos días donde vemos que el día previo a un nuevo aniversario del pedido de justicia por los desaparecidos, el Gobierno Nacional manda a eliminar, a esfumar, a arrancar de raíz el monumento de un ícono como lo es Osvaldo Bayer. Yo creo que mis niños tienen una infancia feliz dentro de mi casa. Pero no sé si puedo decir que la tienen fuera. Y cuando digo esto digo también en escuelas y club. Los clubes también van tomando una salud empresarial poco relacionada con la vitalidad de la salud que tenían los clubes en los 80´. Hoy muchos clubes de barrio son fábricas de jugadores de fútbol. Y cuando preguntás cuál fue el jugador de fútbol que salió de esa cantera en los últimos 30 años, no hay respuesta. Entonces, algo está pasando en la fábrica, algo está saliendo mal. Entonces, relacionando eso con el país, claro que está en peligro. Un montón de cosas. No solamente la felicidad en la patria, sino los valores.