Los derechos enfrentados

Por Ramiro Leguizamón, Manuel Losada y Leandro Scalambrino

El sábado 3 de junio, River y Defensa y Justicia se enfrentaron en el estadio Monumental por el partido correspondiente a la fecha 19 de la Liga Profesional 2023.

A los pocos minutos de comenzado, el encuentro fue detenido en primera instancia por el árbitro Fernando Rapallini por un supuesto incidente en las tribunas. Minutos más tarde el árbitro frenó el partido definitivamente por la confirmación de la gravedad del asunto.

En el transcurso de la tarde se confirmaba el fallecimiento de Pablo Serrano, de 58 años. El hincha de River había concurrido al estadio con un grupo de amigos de su barrio y con su hija de 16 años, pero se habían separado dentro de la tribuna. El accidente fatal, según la comunicación oficial, se dio cuando Serrano quiso colgarse de la baranda de la tribuna Sívori alta, perdió el equilibrio y cayó 16 metros al vacío produciendo así la muerte instantánea.
Luego del accidente, distintos medios de comunicación, amparados en la libertad de prensa, se acercaron a las inmediaciones del estadio para cubrir el caso pero se iban a generar situaciones muy particulares y polémicas dentro de lo que en el ámbito de la prensa se conoce como deontología periodística.

La familia y los amigos que habían asistido al partido con Pablo Serrano al separarse dentro de la tribuna no supieron más de él y lógicamente no imaginaban que él pudiera ser el fallecido, por eso lo estaban esperando en el colectivo que los llevaría a su barrio. Como él nunca llegó, decidieron ir a buscarlo a la puerta del estadio. Cuando lo hicieron, nadie de la policía quería informar el nombre del fallecido hasta que se presentara el grupo de psicólogos y pudiera dar la noticia de la mejor manera brindando la contención que sólo puede dar un profesional de la salud.
En ese contexto, un periodista de TyC Sports, al amparo de su libertad de expresión, de una manera completamente fría y sin ningún tipo de consideración, le confirmó a la adolescente, al aire. el nombre y la edad del fallecido. En este caso, este periodista no solo tuvo una conducta profesional de esa naturaleza sino que tampoco mostró una actitud humana. Los códigos de ética son explícitos respecto del caso de víctimas de tragedias o incidentes graves y sus familiares y allegados.

Pero minutos más tarde se iba a generar otra situación más polémica cuando los móviles de C5N y TN le hicieron un primer plano a la hija de Serrano llorando y desplomándose tras recibir la noticia de la muerte de su padre. En ese momento las cámaras de los programas violaron el derecho a la privacidad y el derecho a la imagen. Ante la angustia y al ver esta situación, los cercanos al fallecido agredieron los móviles y a una periodista que, enojada, les respondió a los agresores que “estaban laburando”.

Más allá de cualquier consideración sobre la violencia física, este tipo de situaciones debería posibilitar que los periodistas pudieran preguntarse si lo único importante es la primicia, informar primero informando a cualquier precio. Al amparo de la libertad de expresión, se pretende informar; pero también están los derechos de las personas sobre las que se pretende informar: su derecho a la intimidad, a la privacidad y a la imagen.
La frase de la periodista “estamos laburando” resulta interesante porque pareciera que informar está por sobre todo y esto no es así ya que la ciudadanía entiende que la información debe contribuir siempre al bien social, al bien de todos.

La problemática y la falta de profesionalidad continuaron en distintos medios los días posteriores al suceso ya que se empezó a salir aire una catarata de información sin chequear.

Se llegó a decir que Serrano era un barrabrava, que estaba drogado, que estaba alcoholizado y lo más grave de todo fue que hasta se llegó a afirmar que se había suicidado. Todo con una liviandad total y sin ningún tipo de prueba o sustento.

En principio es un error periodístico garrafal enunciar como confirmadas cosas sin pruebas certeras ni fuentes que corroboren lo que se dice, pero, además, es un tema muy sensible como para especular y soltar palabras por el hecho de llenar horas de vivo o tener una primicia.

Con el allanamiento del lugar y las pericias, se corroboró que lo sucedido fue un accidente y se conoció que la víctima padecía hace algunos meses de una enfermedad que le quitaba fuerza en sus extremidades.
La familia de Serrano, en medio de un duelo, debió ampararse en su derecho a réplica y tuvo que salir a aclarar que su amigo/familiar no era ningún drogadicto ni se había querido quitar la vida y tranquilamente podría haber iniciado acciones legales ante los medios que cometieron injurias y calumnias ante su ser querido.

En conclusión, se puede decir que los medios y/o periodistas deben tener una responsabilidad profesional y ética ante cualquier tema que les toque desarrollar, pero mucho más aún cuando la noticia y el suceso involucran un fallecido con mucha gente detrás sufriendo.

FUENTES:

Apuntes de ética y deontología periodística, Héctor O. Becerra

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