Nuestra gran biblioteca

Por Agustín Cassano (*)

No hay nada más apasionante que investigar qué, cuándo, dónde, por qué y para qué. Eso hacemos la mayoría de los periodistas, quienes intentamos encontrar respuestas siempre, pero solo hallamos más preguntas.

Santoro, además de artista, fue periodista y cuando pensó su Literatura de la Pelota (para nosotros los futboleros el equivalente –por no decir el padre– del Fútbol a sol y sombra, de Galeano) se encontró con tantos textos como idiomas en el mundo y no se los guardó. Los juntó en la primera antología futbolera que dio el país y contrapuso los escritos de Sebreli con los de Horacio Quiroga por igual. Para quien escribe y para quienes lo leímos, podemos decir que Literatura de la pelota nos da más preguntas que respuestas porque nos invita a no quedarnos allí, sino a indagar por más textos que aún quedan por descubrir.

Indagar. Eso es lo que hacemos cuando recurrimos al Archivo Roberto Santoro de TEA y Deportea. Para quienes investigamos, la búsqueda inicial es allí. Primero (y mayormente en estos tiempos) desde la web y luego nos damos una vuelta por Lavalle al 2000. Para quienes pasamos por las aulas de TEA o Deportea, el Archivo Roberto Santoro es sinónimo de Biblioteca Nacional o de Biblioteca del Congreso.

Para escribir esta nota investigué qué podía decir que no haya dicho de Roberto Santoro y encontré una nota de Osvaldo Soriano sobre él que nunca había visto. El escritor cuervo más conocido del mundo avisa que Literatura de la Pelota “no era imprescindible, pero de alguna manera se torna necesario”. Y agrega que debe reconocérsele otro mérito: “lejos de cegarse por su pasión, no ha censurado cuanto se escribió contra el fútbol. Por el contrario, reúne esos brulotes y los contrapone a los elogios, logrando que se fagociten entre sí”.

Creo que esas dos lecturas que realiza Soriano son las que debemos hacernos cuando tenemos un trabajo por delante: puede no ser imprescindible, pero es necesario hacerlo. Como también es necesario (en tiempos de manipulaciones) contraponer voces. Para lograr ambas cosas, el material de archivo (además del de campo) se torna indispensable.

En un nuevo 1 de junio podemos homenajear a Santoro (o a cualquiera de los más de 200 compañeros periodistas desaparecidos) haciendo nuestra tarea como periodistas. Preguntar, investigar, volver a preguntar y volver a investigar. Y quién dice que no estemos construyendo otro Literatura de la pelota, pero de otros temas, que aún no fueron explorados y que no son imprescindibles, pero es necesario sacar a la luz.

(*) Periodista. Egresado de Deportea y de la Universidad Nacional de Quilmes. Trabaja en el diario Hoy, de La Plata.