Por Augusto Papasidero y Luca Palmas
Hace 55 años sucedió la tragedia de Puerta 12. Un acontecimiento que unió a las hinchadas de un fútbol argentino conmocionado por la muerte de -hasta dónde se creía- 71 personas. El Superclásico más doloroso de la historia. Cientos de notas y menciones al respecto, pero jamás un libro que contara el suceso, hasta que Pablo Lisotto, formado en TEA, se encargó de llevarlo a cabo. Más de 150 testimonios, de protagonistas y familiares y una profunda investigación para derribar mitos establecidos en los medios, como la cantidad de fallecidos, el estado de las puertas o el club por el que hinchaban los aficionados.
-¿Cómo surgió la idea de escribir el libro?
-Apareció después de escribir una nota para el diario La Nación por el aniversario de los 50 años de la tragedia de la Puerta 12, que ocurrió el 23 de junio de 1968 en el estadio Monumental. Lamentablemente me habían quedado un montón de cabos sueltos sobre el asunto. Sobre todo me fastidiaba mucho que se repitieran errores tan evidentes como decir que la Puerta 12 hoy es la Puerta L cuando es muy evidente contrastarlo y demostrar que hoy es la puerta M.
-¿Qué pensaste a partir al registrar ese dato?
Pensé que quizás se había entregado información errónea de todo durante estos años. Esa inquietud profesional me llevó a empezar a investigar. Conocí a una persona que estuvo ahí ese día, salió de casualidad y no le pasó nada, pero vio todo. Me empecé a involucrar con las historias de vida de la gente que lamentablemente falleció, y las familias que a partir de ese día tuvieron un plato menos en la mesa.
-¿Por qué elegiste a Ezequiel Fernández Moores para que escribiera el prólogo?
-Fundamentalmente porque para mí es una eminencia del periodismo. Es un grande de esta profesión. También porque es alguien tan cercano, tan humilde, tan sencillo y tan sensible que sabía que iba a poder expresar con sus palabras una suerte de resumen de lo que se lee en el libro mío.
Es un espejo donde reflejarse por lo menos a los que nos gusta hacer periodismo del bueno en este contexto tan complicado.
-¿Con qué enfoque buscaste contar el suceso de Puerta 12?
-Busqué reconstruir un rompecabezas que no estaba armado. Conocer historias de vida de la gente que ese día perdió la vida, por eso el libro se escribe en tiempo presente y por eso arranca 24 horas antes de lo que pasó. Comienza en la mitad del sábado 22 de junio de 1968 con distintas historias. Las historias personales de cada uno. Era de alguna manera humanizar un hecho trágico de la manera más cercana a la verdad posible. Yo no soy el paladín de la verdad, no digo que mi libro es la verdadera historia La Puerta 12. De hecho, tiene una conclusión, pero que anticipa que la conclusión que van a leer es mía y que todos los demás que lo lean pueden sacar otra deducción.
-¿Qué dificultades atravesaste mientras lo escribías?
-La pandemia. Eso retrasó mi visita a las hemerotecas, bibliotecas y a los archivos. De alguna manera me acomodé y alteré el orden de los factores. En vez de revisar primero y hacer entrevistas después, empecé haciendo entrevistas y ya para 2021 fui avanzando sobre lo escrito. En el fondo me salió bien, porque muchas cosas que están escritas de la época, estaban mal. Incluso varios apellidos de los fallecidos.
-¿Qué testimonio era el que tenía que estar sí o sí en el libro?
-Está claro que hay piezas del rompecabezas que son un poco más grandes que otras, porque tenían mucho más para contar o habían visto cosas que nadie más vio. Esos testimonios tenían más valor que aquel que me contó que determinado colectivo era un número y ahora es de otro. Pero cada pieza es fundamental. Yo nombro en el relato a absolutamente todas las personas que hablaron conmigo de este tema. Fue una manera de agradecerles el tiempo invertido y la memoria, después de 55 años que la gente todavía se acuerde, hay que agradecerlo y valorarlo.
-¿Qué fue lo que más te sorprendió de la historia a la hora de investigar?
-Fue un enorme desafío que hubiera una hoja totalmente en blanco. No había ningún otro libro de Puerta 12 en el cual indagar para cotejar alguna información, algún dato o algún hecho. Acá no hay nada novelado, está todo un relato vinculado a la historia escrita por mí, pero sobre el testimonio de más de 150 personas. Tiene un sustento y una magnitud del trabajo que no existía antes, eso es lo que más me sorprendió, que no haya material bibliográfico.
-¿Y los datos erróneos que se consolidaron a través del tiempo como si fueran ciertos?
-Además me fueron sorprendiendo las desmitificaciones. Yo compruebo que no son 71 los muertos, son muchos más. Que no son todos de Boca, seguramente la mayoría sí, pero no son todos. Tengo comprobados en el libro dos de River y un hincha de Racing con nombre y apellido, historia y edad de esas personas. Chequeo con testimonios y con declaración testimonial ante la Justicia que las puertas estaban abiertas, y que los molinetes habían sido retirados en tiempo y forma.
Mentiras y verdades derrumbadas y afirmadas por el buen periodismo. “Una tarde de junio” engloba más de cinco años de estudio y análisis sobre la tragedia más grande del fútbol argentino.