Para una franja de lectores y de lectoras del deporte, Santiago Garat es el escritor rosarino que escribió hermosos y breves textos futboleros a los que supieron ponerle voz Norberto «Ruso» Verea o Sebastián Domínguez.
Sin embargo, el trabajo cotidiano de este periodista y narrador se afinca desde 2008 en la Cooperativa La Masa, una construcción colectiva, irrompible desde entonces, desde la que se producen, entre otras cosas, la página redaccionrosario.com, el periódico El Eslabón y las realizaciones radiales Noticias Piratas y Poné la Pava, todas de fuerte arraigo en Rosario. De esos sueños vueltos certezas, de los caminos de la autogestión y, en especial, de cómo contar al deporte en ese escenario es que conversó con El Equipo:
-¿Cuál es el espacio del deporte en el proyecto de la cooperativa la Masa?
-Un lugar de importancia. La sección Deportes no puede faltar cuando se diagraman cada semana las 16 páginas del periódico El Eslabón y si juegan Newell’s o Central toda la información estará desarrollada sí o sí en el diario digital redaccionrosario.com, lo mismo que si hay un hecho relevante en materia deportiva.
-¿Por qué hay un lugar para el periodismo sobre deportes y espectáculo de deportes en el marco de una construcción como La Masa?
-Vivimos en una ciudad atravesada definitivamente por el fútbol, y el deporte en general, y ningún medio que se precie de tal relegaría la información deportiva. Hasta en el grupo interno de WhatsApp se nos mete el fútbol, a través del folclore entre leprosos y canayas.
-¿Es posible encontrar diferencias en el modo de ejercer el periodismo sobre deportes en un medio autogestivo y en otro que no lo es?
-Sí, absolutamente. Trabajé durante 15 años en distintas radios de la ciudad, ejerciendo los distintos roles del periodista deportivo tradicional (cobertura de entrenamientos y partidos, borde de campo, comentarista, conductor de tiras diarias) y en una ciudad como Rosario, es casi imposible no chocar contra conflictos de intereses, órdenes de arriba del tipo de “a este no se lo puede criticar” o “a partir de ahora somos oficialistas en tal club”, y a la vez enterarse de chanchullos que te manchan de alguna manera el amor que uno siente desde chico por la pelota. Eso en un momento me hizo replantearme seriamente la profesión y empecé a buscar alternativas para contar otras cosas, las lindas, que generalmente están bastante lejos de lo que conocemos como el profesionalismo, aunque por supuesto, y por suerte, sigue habiendo excepciones y uno puede cruzarse con tipos como Kurt Lutman, el Patón Guzmán, el Trinche Carlovich, el Chiri Colusso, o tipos y tipas que desde el anonimato piensan en el otro, en la otra, y son capaces de ir a un potrero en un barrio humilde para jugar un picadito con fines benéficos. En El Eslabón, definitivamente encontré mi lugar en el mundo para contar esas otras cosas que me llenan mucho más que si el domingo el 4 de Central va a ser tal o cual
-¿Cómo son la mecánica y la estructura de funcionamiento con la que trabajan?
-En el semanario El Eslabón, Deportes es una de las secciones estables y todas las semanas hay una nota. Generalmente privilegiamos contar historias, notas de color, con entrevistas (antes presenciales, ahora por teléfono) sin entrar en la coyuntura, aunque cuando lo amerita lo hemos hecho, como las elecciones en alguno de los clubes grandes de la ciudad o hechos deportivos insoslayables. Pero la inmensa mayoría de las notas giran en torno a clubes recuperados, deportistas locales que tienen inquietudes o proyectos sociales, escritores que publiquen un libro que esté vinculado al deporte, artistas a los que se los pueda relacionar con el fútbol. Se podría decir que usamos al deporte como excusa para hablar de un montón de otras cosas que nos atraviesan y que entendemos que a los lectores les puede llegar a interesar y que además sean notas que se puedan leer en cualquier momento, que no pierdan vigencia.
-Ustedes afincan su narrativa periodística en Rosario. Esta es una etapa de la historia en la que se debate mucho sobre la segmentación de los contenidos, en la búsqueda de públicos específicos. ¿Cuánto sitio le dan al deporte ligado con la ciudad y cuánto al resto?
-Tratamos en lo posible de darle preponderancia a lo local. Salvo que se publique un libro relacionado al deporte o cuando nos damos el gusto de entrevistar a periodistas, deportistas, escritores a los que respetamos, la mayoría de las notas tienen que ver con hechos ocurridos en Rosario, deportistas que se formaron acá, futbolistas o técnicos que pasaron por algún club de la ciudad, inauguración de un museo deportivo, etcétera.
-¿Cómo empezó la cooperativa La Masa y cuáles son los ejes de su recorrido hasta ahora?
-Nació en 2008, en asados, marchas, cafés compartidos con compañeros que laburábamos en distintos medios pero que compartíamos miradas, ideologías, inquietudes, y que producto de esas charlas nos dimos cuenta que construir un medio propio, sin patronal, era posible, sobre todo a partir de conocer experiencias similares que existían en otras partes del país, con la diferencia que esas experiencias, en su gran mayoría, eran diarios recuperados por sus trabajadores y trabajadoras y que nosotros nos planteábamos el desafío de arrancar de cero. Así nació la cooperativa, con 12 miembros fundadores (todos varones) y que hoy es una gran familia con más de 30 asociados y asociadas. El primer producto que realizamos fue el diario digital redaccionrosario.com que hasta hoy sigue siendo nuestro caballito de batalla. Enseguida absorbimos la producción del semanario El Eslabón, porque allí trabajábamos varios de los miembros fundadores y el resto había pasado en algún momento como colaborador o bien como lector. También Noticias Piratas, porque es el programa radial del periódico desde siempre, y desde hace 11 años producimos periodísticamente el informativo Poné la Pava que va de lunes a viernes de 7 a 12 por Radio Rebelde Rosario 99.3. También brindamos servicios de prensa a terceros, generalmente empresas recuperadas, cooperativas, con la producción de contenidos web, audiovisuales y de gacetillas de prensa.
-¿Cómo se solventa y cómo funciona en lo económico un proyecto como La Masa?
-A través de los servicios que brindamos y de pautas oficiales y privadas. Lo recaudado se reparte equitativamente, teniendo como parámetro la cantidad de horas trabajadas, y se denomina “retiro efectivo”, lo que sería el sueldo en un emprendimiento tradicional.
-¿Qué se mantuvo y qué se alteró en los modos de hacer periodismo de ustedes a causa de la pandemia?
-En la sección Deportes básicamente lo que más se modificó es el modo de realizar las entrevistas. Antes, salvo alguna excepción que lo justificara, las notas las hacíamos de manera presencial. Íbamos a un club, por ejemplo, los dos cronistas y un reportero gráfico y charlábamos cara a cara con él o los entrevistados. A partir de marzo de 2020, todas las entrevistas las hacemos vía telefónica. También pasamos a darle prioridad a experiencias solidarias que tuvieran al deporte como herramienta: clubes de barrio que funcionaban como comedores, iniciativas de deportistas con un fin benéfico, movidas que surgieron de los propios clubes para paliar el daño que provocaba la pandemia en los barrios.
-Vos, además de las labores periodísticas, escribís ficción y publicaste un libro de cuentos: El sol era la pelota. ¿Cuánto de la crónica deportiva permea tu trabajo de escritor y cuánto al revés?
-Creo que es imposible que la escritura, tanto periodística como literaria, no esté atravesada por lo que uno siente, vive y dice, en el sentido discursivo. Así que la respuesta sería que hay un ida y vuelta ineludible entre ambas formas de la escritura, algo que yo no me permitiría de ninguna manera autocensurarlo.
-¿Qué le sugerirías a periodistas y grupos de periodistas que aspiran a construir un proyecto cooperativo?
-Que es posible y que, de alguna manera, un proyecto cooperativo te transforma la vida y el modo de entender al periodismo. Que no haya un patrón que decida de qué se puede o no hablar, que puedas elegir las historias que querés contar, que sientas que sos parte de una familia y no solamente de un equipo de trabajo, es algo absolutamente impagable.