Por Tomás Ganem y Gianni Taina
Profesor de largo recorrido y motor del Colectivo Meta, Fabián D’Aloisio anda en estas semanas con una sonrisa grande. Es que acaba de llegar a las manos de muchas personas -y ya a unas cuantas librerías- un trabajo bárbaro. Se trata de Semilleros, el volumen colectivo que le pone una hermosa luz al origen de la historia futbolera de los argentinos campeones del mundo en Qatar, y que coeditó con el periodista Juan Stanisci. El pasado deportivo más remoto de los 26 jugadores y de los entrenadores Lionel Scaloni y Pablo Aimar queda exploradísimo a partir de indagar en cómo ingresaron y se fascinaron en sus primeros clubes. En verdad, más allá del detalle de cada itinerario individual, el libro es un tributo gigante a los clubes de barrio que florecen en el país. Se consigue por redes en @revista.meta o ya está en las cadenas de Yenny y Cúspide de todo el país y en distintas librerías de barrio. De toda esa experiencia charla D’Aloisio.
-¿Cómo surgió la idea de escribir el libro?
-A principios de este año, en una charla con Juan (Stanisci, coeditor del libro) y veníamos pensando en distintos proyectos, vinculados al deporte. Pensamos, como primera idea, un documental y después nos dimos cuenta de que lo que queríamos hacer era enlazar la actualidad de los campeones del mundo con aquellos lugares que habían transitado en sus primeros años. Generalmente, las historias de los jugadores profesionales se empiezan a contar a partir de las Inferiores de algún club. Nosotros sabíamos que había una prehistoria: los clubes de barrio. En Semilleros, teníamos claro que lo que había que retratar era una historia real: qué había pasado, concretamente, con estos pibes entre los 4 y los 12 años de sus vidas.
-¿Cómo fue la experiencia de armar el proyecto de un libro que no tenga sustento por una editorial tradicional?
-Fue una decisión. Uno, a veces, puede tomar estas decisiones. Nosotros evaluamos de qué manera podíamos definir los tiempos, que es lo que, por lo general, te limita una editorial y esto nos permitió autogestionarnos. Obviamente, una editorial tradicional hubiera podido sumar mayor cantidad de ejemplares y al hacerlo de manera autogestiva tenemos una pequeña cantidad de ejemplares, pero suficiente para que el libro se mueva por los ámbitos que a nosotros nos interesa. También, la decisión editorial tiene que ver con una política de expandir el producto Meta-sentidos en juego (revista digital), para de a poco irse conformando como una pequeña editorial autogestiva.
-¿Considerás que tuvo la suficiente viralidad?
-Si entendemos el término viralidad por difusión, considero que sí. Nosotros teníamos dos planos grandes, desde donde pivotea el proyecto. Por un lado, hablar de los clubes de barrio, en Argentina, tiene su gancho porque es un espacio socialmente conocido y esa base tenía otro complemento que era hablar sobre los campeones del mundo, algo mucho más conocido todavía, con una gran dimensión emocional-deportiva. Además, al otro día que salió el libro, empezamos el circuito de difusión de Semilleros por las radios tradicionales (AM y FM) y lo acompañamos con una difusión en las redes de los 29 escritores y escritoras del proyecto.
-¿Qué importancia creés que tienen el potrero y los clubes de barrio en los futbolistas?
-Mucha importancia en su trayectoria. Los clubes de barrio y los potreros tienen una composición que excede lo deportivo, es el lugar donde juegan, los hermana una camiseta, una frase colectiva, una ilusión y compartir sueños. También son las primeras alegrías, así como las primeras tristezas deportivas. Como país, Argentina tiene un enorme desarrollo en estas experiencias barriales y ahí es donde aparece un plano muy importante respecto a la importancia y a poner en valor a esos primeros espacios.
-¿Lo considerás un medio para el éxito de los futbolistas, a posteriori?
-No creo que haya que medirlo en términos de éxito. Creo que ahí hay una base que permite el desarrollo, el derecho al juego, con valores que exceden lo deportivo, pero no lo pensaría como un medio para el éxito. En tal caso, deberíamos pensar qué es el éxito para los futbolistas, yo lo sacaría de ese plano. Porque si el éxito es salir campeón, debemos decir que de los pibes que juegan en los clubes de barrio, solo el 2% llega a la primera, entonces deberíamos pensar que el 98 por ciento de los que transitaron estos espacios fracasaron o no fueron exitosos. No tiene sentido.
-¿Qué similitudes o patrones encontraste en las historias de los diferentes futbolistas?
-Muchas similitudes. Nosotros contamos 28 historias de pibes pateando la pelota en un club y, al ser reales, lo primero que aparece es una hermosa diversidad. Teníamos dos miedos en el proceso: que las historias se nos corrieran del eje, que era contar las experiencias lúdicas y, por otro lado, que fueran todas semejantes. El factor común, es el acompañamiento de las familias, una red amistosa y comunitaria que es clave. De eso se nutren los clubes de barrio. Además, los vínculos con la institución personalizada, porque pasa por una camiseta y los colores, pero también el sentido de pertenencia con los vínculos humanos que se generan.
-¿Cómo te sentiste investigando y descubriendo los inicios en el fútbol de los campeones del mundo?
-Uno siente cierta identificación y pertenencia en aquellos clubes e instituciones barriales. De alguna manera, descubrir estos espacios en quienes fueron campeones del mundo nos otorga una mayor identificación con ellos, los humaniza. Creo que el descubrimiento de estos tiene que ver con una empatía que estos pibes, que fueron campeones del mundo, siguen transmitiendo, con sus experiencias.