Víctor Hugo x 10

(Claves tomadas de entrevistas concedidas en las últimas décadas)

1) “¿Por qué decidí ser relator de fútbol? Porque no pude ser actor de radioteatro, que era mi sueño. Desde chico quería hacer radio, y empecé a los 16. Fui locutor, disc jockey, e informativista, y a los 18 empecé como relator (…) ¿Si un relator es un periodista? Yo soy un periodista que re­lata. Es lo que seguro soy antes que nada en mi vida”.

2) “De chico, cuando agarraba el grabador y tenía enfrente un pocillo de café, decía: ‘Voy a improvisar cinco minutos sobre el pocillo’. O para ejercitar impostación me atravesaba un lápiz en la boca y leía para ejercitar en la articulación de la palabra y en la dicción. En todo lo mío está además la herencia recogida como base cultural en el secundario uruguayo y las lecturas que me hacen improvisar frases que ni siquiera yo sé que sabía. En un partido había empezado a llover y yo dije: ‘una lluvia como preludio de verano’. Al poco tiempo, en un aeropuerto releyendo a Mishima me encontré con esa frase”.

3) “Algo que siempre me había molestado entre los relatores era la forma de gritar los goles de los cuadros chicos y quise cambiarlo. ¿No tenían acaso, la misma emoción y el mismo valor? ¿No eran más meritorios, inclusive? Aceptaba que un gol al principio del partido era distinto al que provocaba una victoria en el último minuto. Diferente un gol de penal al que había exigido una gran habilidad del delantero. Nada que ver el sexto gol, que indicaba una diferencia manifiesta de los equi­pos en pugna, con el que surgía de un partido parejo y luchado. Distin­to un gol con el estadio lleno, y hasta si se convertía un domingo o un miércoles, si había sol o llovía. El gol es también un estado de ánimo. Pero aun reconociendo que las circunstancias siempre cambiaban, quería poner justicia en un tema que era estrictamente de mi incumben­cia. Fue lo primero que los oyentes advirtieron de mí y las simpatías ganadas no fueron pocas. Al principio, chocó el nuevo procedimiento. Luego, fue aceptado hasta por los parciales de los grandes. Al fin de cuentas, ¿ellos no disfrutaban con el gol que le convertía un cuadro chi­co a Peñarol o Nacional, según fuera la camiseta grande de sus amores?”

4) “Los latiguillos aparecen una vez y si te gustan los empezás a repetir. El ‘ta ta ta’ surgió en Uruguay cuando en una jugada de peligro dije ‘ta’ y el tipo se demoró tanto en meter la pelota que lo repetí tantas veces hasta que fue gol. Cuando salí del estadio, un oyente me dijo ‘ta ta ta’ y entonces lo adopté. Me permite evadir el relato de esos dos se­gundos previos a la concreción de un gol seguro. Con el último ‘ta’, la pelota tiene que trasponer la línea. El ‘no quieran saber, no le pregunten a nadie…’ es una figura que una vez dije como homenaje a Enzo Ardigó. Es una manera rara de decir una cosa, pero en aquella época de grandes audiencias de radio la repercusión que tenían las frases fáciles para la gente eran ilimitada”.

4) “Yo tomo el hecho, el partido, y no lo distorsiono, pero lo modifico. Normalmen­te, si es muy bueno, trato de enriquecerlo. Y si es muy malo, lo apaleo. Yo trabajo para el espectáculo radial: mi amor no es el fútbol, mi amor es la radio. Yo cuido mucho el ritmo de la entrada de mis compañeros, el ritmo del espectáculo que estamos ofreciendo, mezclo las voces de los integrantes del equipo. Estoy mucho más pendiente de eso que de un córner corto, porque cuido el espectáculo radial. Junto con el radioteatro, que lamentablemente se per­dió, el fútbol es el espectáculo más rico, más completo que ofrece la radio. Por eso tiene tanta masividad y por eso todas las radios quieren tenerlo. No hay cosa más excitante en la radio, no hay nada más radial que el deporte, que la transmisión. Tanto es así que yo creo que el deporte y los medios de comu­nicación están entrañablemente unidos: la gran explotación del deporte se produce más o menos a principios de siglo, pero la locura por el deporte está unida al desarrollo de los medios”.

5) “Nosotros cumplimos una doble función: la de ha­cer justicia actuando como periodistas y también la de buscar la repercusión necesa­ria. El punto de partida de la empresa que me tiene contra­tado es un hecho comercial. Entonces, esto no se puede ig­norar. Lo importante es que, teniendo que aceptar esas re­glas de juego, pueda transmi­tir aquellos encuentros donde se reúnan cincuenta mil per­sonas y no dos mil, aunque en estos últimos partidos jue­guen los equipos que ocupan los primeros puestos. Es re­flejar el hecho masivo. Esto no significa que, cuando me toca opinar, no sea con la mis­ma vara tanto para el podero­so como para el débil».

6) “Mi sustento es la espon­taneidad. No trabajo nada antes, si no, se viola una re­gla fundamental de esta profesión. ¡Imagínate a alguien que, en el momento de la ple­na emoción, se pone a buscar un papelito! ¿Cómo se en­gancha eso con lo que se está viviendo? Es cierto que veo el título de una película o de una obra de teatro o un aviso de televisión y los recuerdo. Son cosas que te quedan, que te van dando vuelta en la ca­beza. En síntesis, cuanto más leés, escuchás y mirás, tenés más posibilidades de que las cosas afloren. Lo que tengo es una base de instruc­ción o de cultura, como quie­ras llamarlo, que me acom­paña y que es mi sustento. Pero mi tarea como relator es absolutamente espontá­nea. Esta presunción de que yo preparo mis guiones es el mayor halago que se me pue­de hacer. El hecho de que se sospeche que uno sólo puede decir o hacer esas cosas con una preparación previa, agi­ganta la verdad. Y la verdad es otra, todo lo contrario”.

7) “Relato haciéndoles un guiño a los oyentes y el que me escucha lo sabe, cuando hablo en serio y cuando no, cuando exagero con lo recontrabueno y lo recontramalo. Mi oyente me conoce los detalles y quiere, como yo, el comentario subjetivo”.

8) “El fútbol es una mani­festación de la cultura popular y hay que tratarlo de la mejor manera posible, por­que lo cultural no tiene por qué ser chaba­cano. Cultura es lo que el público recoge de sus artistas, de sus deportistas y convierte en algo que lo apasiona. Esto es lo que trato de volcar, porque pienso que los comunicadores debemos manejarnos siendo cons­cientes de que hay que tratar de levantar el nivel de lo que hacemos».

9) «En las transmisiones de fútbol trato de hacer una puesta en el aire de un espectáculo cuyas imá­genes se simbolizan con las vo­ces. Todo se piensa en función del espectáculo, de no mezclar dos voces poco claras, de armar hasta las pausas. Se intenta darle forma a esa cosa teatral que tiene el espectáculo. Sé que exagero, que miento, con la complicidad del oyente que sabe muy bien que estoy mintiendo, ironizo, me río, juego, todo eso es parte de mi vocación teatral».

10) “Una cosa era el relato de fútbol en 1960, una etapa en que las dificultades para viajar y la inexistencia de la televisión de­terminaban que el tipo que estaba escuchando veía por tus ojos. Lo que vos le contabas eran sus imáge­nes, estaba virgen. Ese oyente era fantástico. En cambio, cuando hoy le hablas al oyente de las tribunas, de las banderas y los colores, lo ha visto tantas veces que le estás ha­blando casi de una obviedad. Ya no hablo cuando salen los equipos porque ya no voy a generar nada nuevo en la sensibilidad de quien está escuchando. Las imágenes corrompen la imaginación. Ahora no hay nada que puedas decir, y si podés decir algo, estás siendo un poco genial. Por eso ahora tenés que trabajar con los tonos, las voces y su superposición, la música, el ritmo, la edición, y buscar historias que aún no se hayan contado”.

(*) Muchas gracias a Víctor Hugo Morales y a Julián Capasso por los archivos para este material.